14. La boda de Peter y Janey

97 17 7
                                    


Durante aquellas semanas que los Coveley pasaron en Ramsgate, Lady Coveley pasaba los días cuidando a Jim en su casa, Peter cumplía diversas tareas o pagaba visita a la familia, Philip dormía siestas y la pobre Flo quedó a merced del ama de llaves de Rochgate Manor, que la empleó para hacer una limpieza a fondo de la casa y luego la puso a trabajar en la huerta de sol a sol.

Cada día que Peter estuvo lejos de ella, Janey temió perderlo a manos de Florence. No dudaba que cualquier mujer lo vería con buenos ojos, y como el ladrón, que cree que todos son de su condición, Janey estaba segura que Flo era tan lanzada y audaz como ella.

Pero Janey no tenía nada de qué preocuparse en cuanto a Flo, quién era demasiado tímida como para hacerse ver. La verdad era otra y Janey no supo verla hasta que fue demasiado tarde: Peter no tenía ojos para otra mujer que no fuese Lady Elizabeth...

Unos días después de la llegada de Elizabeth, el viejo Jim levantó fiebre. Luego de tres días con sus noches delirando, la fiebre se fue pero Jim no volvió a recobrar la conciencia y las jornadas se limitaron a transcurrir las horas hasta que su robusto corazón acabó por rendirse.

Si había algún rastro de altanería en el carácter de Lady Elizabeth Coveley, este se desintegró durante aquellos días en la cabaña.

Las últimas horas que velaron junto al cuerpo agonizante de James Barlow, Minnie, Clarissa y ella se dedicaron a bordar la mortaja para el viejo marino con campesina parsimonia. Mientras tanto Hannah, cuyos dedos estaban demasiado endurecidos para bordar, tenía en sus brazos al hijo menor de Minnie.

La vida y la muerte se cerraron alrededor de Elizabeth Rochford en un círculo que la dejó humilde y juiciosa. Para cuando llegó el momento final, todas las lágrimas habían sido lloradas.

El tercer día después de la muerte de Jim, los Coveley emprendieron tristemente el regreso por tierra, para pasar una corta temporada en Rochester, en casa de los padres de Elizabeth.

Los padres de Elizabeth no habían asistido al entierro ya que Lord Rochester estaba ocupado en Londres y Lady Rochester no juzgó adecuado viajar sola.

Sin embargo, habían enviado a Thomas con su coche particular para que asistiera a despedir a su padre y así luego podría traer a Elizabeth y a su esposo a casa para una visita que todos disfrutaron.

De haber podido elegir, Elizabeth hubiera preferido extender la visita algunos días más, pero Philip insistió en que tenía asuntos que resolver en Londres y no quiso dejarla sola.

Elizabeth se había acostumbrado a obtener solo síes de su esposo. La extrañó su inflexible negativa, pero se dijo que quizá en unas semanas podrían volver, antes que acabara el verano.Todavía tenía deseos de pasar tiempo con Clarissa y con Hannah y ¡nadar! Apenas se había acercado a la costa en todos esos días.

Elizabeth estaba convencida que pronto volvería a Rochgate, pero lo cierto es que nunca más volvió a pisar esa casa ni a bañarse en esas playas que tanto amaba...

Viajaron solo con Florence y Cory, el ayuda de cámara de Philip, ya que Peter se quedó en casa de su madre por algunos días para pasar tiempo con Hannah y sus hermanos y sobrinos.

Mientras el coche traqueteaba por los caminos, Elizabeth era la única envuelta en nostalgia. Philip estaba feliz de alejarse de Ramsgate, Flo dormía profundamente a pesar de las sacudidas, Cory estaba emocionado pensando que iría a Londres con el amo Philip y Thomas quería llegar a casa con su joven esposa y sus niños.

El viaje fue rápido y sin incidentes. El clima de Rochford Manor era apacible, las rutinas diarias tenían la cálida cadencia de siempre y el sucederse de una jornada apacible tras otra fueron un bálsamo para el ánimo melancólico de Elizabeth.

Los Secretos de la Luna (Coveley Castle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora