016: 12 de Agosto

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D E N N A

Sarah entra corriendo a la habitación en la que me encuentro con Isa, prácticamente pisándole los talones. Me habían dicho que tenía derecho a realizar una llamada, y la llamé a ella. ¿Qué se suponía que hiciera? ¿Llamar a mis padres en Portugal?

— Por el amor de Dios, Denna, ¿qué está pasando? — me pregunta angustiada sentándose frente a mi. Intento sujetarle las manos para así poder sentirme un poco menos desgraciada, pero recuerdo que no puedo hacerlo ya que las mías están esposadas. Abre mucho los ojos, observa nuestro alrededor encontrándose con la habitación vacía. — ¿Esto es necesario?

— ¿Te fueron a buscar? — pregunto, yendo directo al grano.

— Si — responde nerviosa, con los ojos ligeramente abiertos por la sorpresa. — Yo estaba durmiendo cuando llegaron. Me esposaron y me trasladaron a la estación de policías. — Traga saliva sin apartar la vista de sus manos. — Me acusaron de ser cómplice de asesinato. Yo no sabía que estaba pasando. Me dejaron ir esta mañana por falta de pruebas, aún así están al tanto de mi. Vine para acá en cuanto llamaste.

Me disculpé por haberla metido en esa situación y le conté lo que había pasado unas horas antes: Issac saltando por la ventana, la policía por todos lados.

— ... pero por sobre todo Sarah, sacaron un cuerpo de debajo de la tierra. Una persona muerta, enterrada en el patio donde nos sentábamos a tomar café. Sarah... no sé cómo, no sé cuando.

Las lágrimas resbalan por mis mejillas. Lo único que atino a hacer es dejarlas caer hasta la barbilla y secarlas con la manga de mi campera. La puerta se abre estrepitosamente, sacándome de mi ensimismamiento. Sarah se inclina y con la ayuda de su mano me seca las lágrimas que aún dejan un surco resplandeciente, para así de esta manera ayudarme a lucir un poco decente. El policía que custodia la puerta del lado de afuera deja entrar a un hombre enfundado en un caro traje de color bordo.

— ¿Equis?

Sarah se levanta de un salto arrojando la silla al suelo.

— Hola, señorita D'cruz, yo soy Robert Miller, su abogado.

Estira su mano derecha hacia mi mientras la izquierda sostiene su portafolio. Desconcertada le estrecho la mano, sin levantarme de mi asiento pero a él no parece importarle.

— ¿Equis? — pregunto nuevamente recibiendo una sonrisa por respuesta. — ¿Cómo? Me refiero a que... ¿cómo? — Miro a Sarah quien se encoge de hombros.

— Señorita, necesito que abandone la habitación. — comenta impasible sin observar a Sarah; es obvio que se refiere a ella ya que yo no puedo abandonar la habitación. Ambas nos miramos intentando encontrar una excusa. Mi amiga se voltea hacia mi, me abraza fuertemente pero Equis niega.

— Lo siento, Sarah. Por todo. — Mi vista se desvía a mis manos esposadas. — Tenias toda la razón.

— No, no, tu tenías razón. Soy una pésima amiga.

Me abraza nuevamente antes de dirigirse a la puerta.

— Espera... — Me pongo de pie por primera vez desde que llegué, por lo que me tambaleo un momento. — Issac. Él está detrás de todo.

La furia se apodera por completo del rostro de mi amiga el cual adquiere un color rojo intenso. Aprieta los labios y sin decir nada, asiente antes de abandonar la habitación.

Me dejo caer en el incómodo asiento en cuanto no hay rastro de mi amiga. La cabeza me da vueltas por la simple razón de no entender nada. No tener idea de que estaba pasando me ponía de los nervios, me hace sentir mal no tener el control de las cosas.

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