Capítulo 1: Fe

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La fe en algo más grande que nosotros mismos es fuertemente cuestionada en la medicina, siempre ha sido así porque confiamos más en la ciencia que en una plegaria, pero a diario nos contradecimos al ver todos eso casos especiales que llamamos milagros médicos.

Estos casos ocurren en frente de nuestros ojos gracias a la fe de los pacientes; yo como oncóloga soy testigo de estos milagros y sólo diré que con la fe se mueven montañas.

-Doctora Harris, la solicitan en urgencias.

Asiento hacia la enfermera que me avisa y me dirijo al primer piso lo más rápido que puedo, al llegar pido el informe del paciente.

-Paciente masculino de 28 años con hemoptisis intensa y dificultad para respirar, lo ingresamos hace una hora y realizamos éstos estudios, pensamos que le gustaría verlos.

Los observo frunciendo el ceño al ver el tamaño del tumor que está creciendo dentro de este chico.

-¿No ha sido diagnosticado? -pregunto a la doctora Cooper, una residente de cirugía que está a cargo de urgencias ésta noche.

-No, parece que el paciente se negaba a venir.

«¿Qué clase de idiota tose sangre y no viene al doctor?»

-Bien, yo me encargo, gracias Sally.

Me dirijo hacia el paciente con la sonrisa más tranquilizadora que puedo y su expediente en mis manos junto con los exámenes.

-Buenas noches señor Hall.

Él tose y parece ahogarse con su propia sangre así que dejo el expediente y lo demás a un lado para ayudar a sentarlo bien en la camilla; cuando se ha estabilizado prosigo a hablar con él.

-¿Se encuentra solo?

-No, yo vengo con él.

Una chica alta de ojos oscuros y cabello corto se acerca hasta nosotros con disgusto.

-Usted debe ser la doctora Harris, un gusto en conocerla, soy Camile. -me extiende la mano que acepto sonriendo mientras me pregunto porqué luce tan disgustada-. Debe hacer entrar en razón a mí hermano doctora, casi no lo convenzo para que viniera y no sé qué más hacer ¿Ya saben que tiene? Dígame que lo puede ayudar.

De nuevo sonrío porque al fin entiendo la preocupación en el rostro de esta chica, así que le tomo ambas manos y la miro a los ojos.

-Aún no sé con exactitud qué pasa y no le puedo dar información hasta realizar otros exámenes más, pero debe tener fe de que aquí vamos a atender muy bien a su hermano y haremos todo lo que esté en nuestras manos y más para que se ponga bien.

Cuando he tranquilizado al paciente y su hermana, ordeno la realización de los exámenes necesarios para poder comprobar lo que ya sé que es, pero no me quiero apresurar hasta tener todos los exámenes necesarios.

Después de un rato al ver los resultados no me quedan dudas sobre lo que le está sucediendo a mí paciente, por lo que inmediatamente voy a hablar con él.

-Bien señor Hall, ya tengo los resultados de sus estudios y me temo que no tengo buenas noticias.

Veo el miedo en el rostro de Camile y siento pena por ella, mi paciente me mira de una manera que no logro descifrar, pero puedo apostar a que no le gusta nada estar aquí.

-Usted tiene cáncer de pulmón en estadio IIIA, lo que significa que el tumor tiene un tamaño considerable pero la buena noticia es que aún no ha invadido otras partes de su cuerpo.

Camile comienza a llorar en silencio mientras mira a su hermano y le toma la mano.

-Sé que esto suena muy mal, lo comprendo a la perfección, pero aún estamos a tiempo de hacer algo, hubiese sido mejor si hubiera decidido venir al doctor antes pero tenemos tiempo.

Después de darle toda la información necesaria a mi paciente y su hermana sobre la enfermedad y el tratamiento que considero pertinente seguir, me retiro para que puedan hablar y asimilar la noticia.

Paso por las habitaciones de mis pacientes a revisar cómo se encuentran y a cerciorarme de que todo está bien con ellos y su medicamento, sé que muchos doctores sólo se limitan a dar la orden de los medicamentos a las enfermeras, pero yo siempre intento revisar que no se hayan confundido y que todo esté en su lugar, no porque piense que sean incapaces de hacer bien su trabajo, sino porque todos somos humanos y cometemos errores; así que me siento más tranquila al revisar todo yo misma y creo que mis pacientes se sienten igual.

Me decepciono un poco al pasar por la habitación de Carmen, una adorable señora ya en la tercera edad que sufre de un agresivo cáncer de estómago; ya que esta se encuentra peor de lo que pensé, creí que el tratamiento que le estaba brindando le iba a ayudar más, pero por no visto no está siendo así.

-Buenas tardes, Carmen.

Ella me sonríe pero el cansancio es evidente en su rostro.

-Hey, pero si es la mejor doctora de toda la ciudad.

Río un poco por su comentario mientras reviso su medicamento.

-¿Cómo te sientes? -la miro y ella no deja de sonreír.

-Cada día es un reto, querida. -asiento porque sé lo díficil que puede llegar a ser para mis pacientes pasar un buen día aquí.

-Ya pasará Carmen, sólo no te rindas.

Termino de revisar sus medicamentos y sus niveles para luego seguir haciendo mi ronda hasta llegar al área de oncología pediátrica y ver a mi paciente estrella: Kim, una hermosa niña de 8 años que padece de leucemia o cáncer en la sangre, como prefieran llamarlo; ella se encuentra en tratamiento desde hace unos meses y su progreso ha sido increíble, pero recientemente tuvimos que internarla por una fiebre alta que necesitamos vigilar para evitar una infección que podría poner su salud en una situación crítica.

Juego un poco con ella y la hago reír hasta que se queda dormida, su padre se encuentra agotado tras un día de trabajo y sólo observa la escena desde el sillón en la esquina de la habitación con una sonrisa.

Cosas como estás son por las cuales decidí hacer esto, ver las sonrisas en las caras de las personas que ayudas no tiene precio y jamás lo tendrá para mí.

Continúo mi camino y cuando he terminado la ronda paso a la capilla.

Nunca he sido muy devota, pero cada noche desde que se enteraron de la situación, la familia de un chico en estado de coma ha estado viniendo a orar. He visto sus lágrimas, escuchado sus lamentos y sentido su sufrimiento, por eso mismo, cuando veo que la capilla se encuentra vacía pienso lo peor y me dirijo a la habitación donde tenían al chico, pero lo que encuentro no es para nada lo que esperaba.

La familia está riendo y abrazando a su familiar que al fin está despierto, sonriendo y disfrutando de todo el amor que lo rodea.

En ese momento recuerdo todas las plegarias, las oraciones y la fé que pusieron en que esto sucedería. No sé si fue obra del destino o su devoción, pero no me importa, porque al sentir todas las emociones que flotan en este espacio, lo único que puedo hacer es agradecer por poder estar aquí para presenciar esto.

Sigue RespirandoWhere stories live. Discover now