—Si, ¿y tú?— Su voz estaba ronca.

—No. Otra vez, casi te pierdo. -- Lo abracé y enterré mi rostro en su pecho. Otra vez, Mark había estado a punto de morir.

Él me devolvió el abrazo.

— Deja de culparte por todo, Marie, la culpa es de él.

Él. Mi acosador.

Me aparté de Mark, y miré a mi EstupidoAcosador, que se encontraba desmayado, o... ¿muerto?

—Mark, creo que lo he matado. -- No veía a su pecho subir y bajar.

—No lo creo, Marie, esa jeringa estaba destinada a ti, y si él hubiera querido matarte ya lo habría hecho en otra ocasión. —Me tranquilizó.— Debemos atarlo antes de que despierte.

—Espera, antes de atarlo, debo saber quién es.

Comencé a agacharme hacia su cara, pero Mark me detuvo.

—Marie, si se llega a despertar, estaremos en problemas. Primero, atemoslo. Luego de eso,ya veremos qué hacer con él.

Tenía razón. Me moría de curiosidad, pero si se llegaba a despertar, era muy probable que Mark y yo no pudiéramos salir de ahí.

—Está bien, pero...¿cómo lo ataremos?

Volví a escanear la habitación en busca de algo que pudiera servir, pero aparte de cajas con ropa no había nada.

—Mira Marie, la cinta con la que el idiota me había atado.— Exclamó Mark cuando ya estaba dándome por vencida. Tenía en su mano un rollo de cinta gruesa gris.

—Eso tiene que servir. Y mira, allí hay una silla.— Respondí, señalando a una silla que también tenía cajas encima.

La acerqué hacia donde mi acosador se encontraba desmayado, y Mark hizo amague de agarrarla, pero la alejé de él.

—No. Déjame encargarme a mi, tú estás lastimado.

—No seas ridicula, estoy perfectamente bien.

Miré los moretones en su cara y los que estaban en su cuello y me crucé de brazos.

—Lo haré yo, y punto.

Mark levantó los brazos en señal de rendición.

—Como quieras.

Me agaché y lo tomé por debajo de los brazos para intentar levantarlo, pero este tipo no solo era gigante exteriormente, si no que pesaba un montón.

—Yo... Puedo...— Gruní, pero no lo estaba levantando ni un centímetro.

Escuché como Mark se reía.

—¡Que fuerte que eres!

Lo miré entrecerrando los ojos.

—¿Te estás burlando de mi?

Él volvió a reírse.

¿Cómo podía reírse en un momento así?

—Te va a dar lumbalgia si sigues intentándolo tu sola, dejame que te ayude.

—No. Estás herido.— Preferiría caminar con la espalda toda torcida antes que él volviera a correr el riesgo de lastimarse.

—Marie, pierdes el tiempo y podría despertarse en cualquier momento.

—Lo sé, pero...

—Escucha, estamos juntos en esto. —Se agachó y agarró las piernas de mi acosador.—Somos un equipo, ¿si? — Asentí,porque no podía decirle que no con la forma en la que me miraba, y juntos lo sentamos en la silla.

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⏰ Last updated: Aug 30, 2020 ⏰

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