Capítulo 38

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Mi estúpidoAcosador era alto. Y no podía apreciar bien su cuerpo porque su ropa era negra y holgada, pero parecía estar en forma. Su pecho subía y bajaba agitadamente, y pude ver que en su mano tenía una... ¿jeringa?

Oh no. Ya estaba comenzando a imaginar cuáles eran sus planes.

Rápidamente me paré, agarrando la escoba que había dejado a mi lado apoyada en una caja, mientras Mark se sacaba la cinta que aún tenía en los pies.

—¿Quien eres? — Pregunté, pero él solo me miró. Sus ojos me resultaban muy conocidos, sabía que lo había visto antes, pero no recordaba donde.

Dio un paso hacia mi.

—¡Alejate de ella! — Exigió Mark a la vez que se ponía delante mío, quedando en el medio entre mi EstupidoAcosador y yo.

—Ten Mark.— Murmuré y le di la escoba. Él la tomó sin apartar los ojos de mi acosador. Mire a mi alrededor en busca de algo más con lo que pudiera defenderme, pero no había nada más que cajas amontonadas.

Observé la salida, que se encontraba detrás de mi acosador. Si Mark lo distraía, tal vez yo podría escapar y pedir ayuda, pero eso implicaba dejarlo con él, y quien sabe que es lo que podría pasar.

—Vas a retroceder y nos dejarás salir, o juro que te partiré la escoba en la cabeza.— Amenazó Mark. Mi acosador levantó las manos en señal de rendición, y retrocedió unos pasos. Mi boca se abrió con sorpresa. ¿Tan fácilmente nos estaba dejando ir? — Muy bien, retrocede un poco más. — Él hizo caso y Mark y yo comenzamos a caminar hacia la puerta lentamente, sin dejar de verlo.

¡Realmente nos estaba dejando ir! No lo podía creer. Por un lado, me moría de curiosidad por saber quién era, y tenía miles de preguntas para hacerle. Pero por el otro, tan solo quería irme a mi casa y dormir. Mis brazos aún dolían un montón y seguía estando un poco mareada.

Avanzamos unos pasos más, y de golpe todo se descontroló.

En unos segundos, mi acosador pasó de estar a unos pasos a rodear mi cuello con su brazo. Antes de que pudiera siquiera abrir la boca para gritar sentí como me clavaba algo en el cuello. Pero Mark estaba preparado: con la escoba golpeó lo que me estaba clavando, y pude ver que caía a unos metros nuestro.Era la jeringa que había visto antes en su mano.

—¡Sueltala, imbécil!

Mark levantó la escoba para golpearlo en la cabeza y poder apartarlo de mi, pero justo antes de que esta impactara, mi acosador la agarró, y por fin me liberó, pero comenzó a forcejear con Mark, hasta que finalmente logró quedarse con la escoba, dejándolo indefenso.

Mi acosador puso el palo de la escoba debajo de su cuello y lo acorraló contra la pared. Comenzó a asfixiarlo.

—¡Suéltalo! — Grité, y comencé a golpearlo en la espalda.— ¡Déjalo ya! ¡Dejalo, dejalo! — Seguí golpeándolo pero era inutil, Mark se estaba poniendo morado. Volví a mirar a mi alrededor con la esperanza de que mágicamente apareciera algo con lo que poder golpearlo, de repente la vi: la jeringa. Corrí a tomarla y, con un impulso, se la clavé en el cuello, inyectando el líquido que contenía en su interior.

En un principio, no sucedió nada, pero luego, lentamente, vi como Mark comenzaba a liberarse, hasta que finalmente, mi EstupidoAcosador se desmayó.

Mark comenzó a toser agarrándose el cuello.

Lo tomé por los hombros.

—Mark, ¿estás bien?

Él continúo agarrándose el cuello, pero me miró.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2020 ⏰

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