42. Nunca sabrás la historia completa, si no estuviste para contarla.

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Narrador omnisciente

Siglo XVIII

― Ne regardez pas en arrière, ne regardez pas en arrière! (No mires atrás, ¡No mires atrás!)―la chica le gritaba a su compañera que ya estaba apuro de desfallecer ― ¡Dionne!

Había caído.

Ella corrió hacia su cuerpo, estaba cansada, lo que sea que le hayan hecho la dejó débil, pero debían llegar al puerto, esa sería su oportunidad.

― Non... non ... je ne peux pas (No... no... no puedo) ―se lamentó.

― De quoi parles-tu? Bien sûr que vous le ferez, nous voyagerons dans le nouveau monde et trouverons un moyen d'apaiser ce cauchemar, je vous le promets, mais nous devons le faire ensemble. (¿De qué hablas? Por supuesto que lo harás, nosotras recorreremos el nuevo mundo y encontraremos una forma de aplacar esta pesadilla, te lo prometo, pero debemos hacerlo juntas.)

Su camarada la miró, las palabras de Venus tenían razón, no sabían a cuantas chicas les habían hecho lo mismo, solo sabían que si ellas podían escapar ahora no lo harían más, habían ocupado todo en ellas, ahora era momento de buscar una solución, aunque eso significaba dejarlo todo, sus familias, sus amores, su vida, todo.

Porque ese no era el fin de ese plan, porque ellas no sabían el poder que ahora corría por sus venas, no sabían que ahora podían ser unos de los seres más poderosos que hayan existido y nadie les enseñaría, ellos podían hacerlo,  ellas sabían que era para su conveniencia, para sus ambiciones.

Lo mejor sería que eso se perdiera, ellas lo harían

― Nous le ferons ensemble (Lo haremos juntas) ―Dionne tomó lo mano de su compañera, Venus.

Escucharon a los sabuesos ladrar, ellos estaban cerca, Dionne se levantó y juntas volvieron a correr, era peligroso irse en un barco durante un largo tiempo, donde no conocían a nadie y no sabían con qué clase de personas se encontrarían ahí, sin embargo lo más peligroso que podía ocurrir ahí mismo fue que ellos las encontraran.

Atravesaron el bosque sin temor, con mucha prisa, la brisa del mar la podían sentir con fuerza en su rostro y el ultimo barco estaba por zarpar.

Era ahora o nunca.

Se escabulleron como ratas hasta llegar a la zona de carga, de ahí sería fácil escapar, revisaron el barco, ellos estaban ahí, apunto de encontrarlas, cuando una multitud se acercó a un barullo, llamando la atención, hablaban de dos mujeres jóvenes que estaban actuando extraño, eso las salvó, sabían que no había sido un milagro, ese barullo fue intencional y ahora ellas se irían solas, a lo desconocido.

Sentían el movimiento de las olas contra el barco, ahora si estaban a salvo, al menos de ellos, eso las hacía sentir en paz, ya nunca más les harían algo y ahora ellas podían saber que era lo que verdaderamente ocurrió al entrar eso a su ser, que les hizo a su cuerpo.

Juntas subieron a la proa, veían como el cielo cambiaba a colores cálidos, no entendían que era lo divino que lograba que el cielo se viera así de extraordinario y esplendoroso, el sol se ocultaba y con él, se escondía el miedo y nacían las ganas de vivir sin esconderse, sin temor a ser encontradas, nacían las ganas de una nueva vida y así no se volverían a atormentar seres inocentes.

Lo que no sabían era que tiempo después un corazón destrozado le pasaría toda su rabia dos niños que solo buscaban ser amados, si no tendrían el amor de su padre o siquiera el de alguna persona, buscarían lo que creían podía remplazarlo:

Poder.

Maricela

Actualidad

Ellos comían, yo aún no podía sentarme, estaba atónita con lo dicho ¿Cómo es que mi familia les había arruinado la vida? ¿Por qué lo harían? No digo que sean puros, son como todo ser humano, más si estamos en la agencia, cuando hay que hacer algo durante una misión, lo haces, no lo haces porque te gusta o porque quieres sangre y sufrimiento de otros en tus manos, es porque no había opción.

Trabajando Con El Idiota #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora