27. Existen muchas formas de salir de una caja de metal

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Me duele todo el cuerpo, tengo frío, entre dormida busco mis mantas, pero no están, siento que alguien me abraza la cintura, por lo que volteo, aun adormilada, veo quien aprisiona mi cintura, es solo Scott... ¿Scott?, esperen... ¡¿Scott?!

— ¡Scott! —esperen, no es mi habitación, es el bosque ¿¡Qué diablos!? —¡Scott!

—Cinco minutos más, amor... —¿amor? Debe estar soñando con Miranda.

— ¡¡Scott!! —esperen... mi aliento, ay no, cubro mi boca, me levanto y la rata despierta.

— ¿Maricela? ¿Dónde estamos? ¿Por qué solo tú y yo estamos aquí? ¿Me diste a beber algo? —lo miro asombrada, que demonios.

— ¿De qué rayos hablas? ¿Por qué yo te daría algo a beber?

—Para estar conmigo, soy irresistible. —¿Le puedo lanzar una piedra? Si le pego muy fuerte, podría decir que fue un accidente, que la arrojo un pájaro.

Un pájaro, ¿En serio?

Pensaré en otra cosa, Alena, no critiques. Es fácil ocultar un cuerpo.

—No quiero estar contigo, Scott, no seas tan arrogante. Solo... —¿Qué es eso? En un árbol hay un papel amarillo, me acerco a él y lo leo. "Que inicie el fin del entrenamiento", carajo —Es sábado.

— ¿Y eso qué?

—El entrenamiento, el último entrenamiento. —Le aclaro y suspiro.

—No jodas, ¿Era hoy? Creí que era la otra semana. —Se lleva las manos a su cara y luego soba su sien derecha.

—Es hoy... —Murmuro, miro un bolso, me acerco a él y lo abro, ropa. —Toma —le lanzo unos pantalones, una sudadera y zapatillas. Saco mi ropa y vaya, mentas y enjuague bucal. No son tan crueles. —Y toma.

—Piensan en todo. —Alega.

Me levanto y voy hacia los árboles.

— ¿Por qué me dejas solito? —Hace un puchero.

—No te dejo solo, no quiero que me veas. —Me encojo de hombros.

—No lo haré, ni pensaba hacerlo. —Aclara.

—No confío en ti, permiso. —Le saco la lengua y me posiciono detrás de un árbol.

— ¡Me rompes el corazón, Maricela Leah Harrison Black! —¡Usó mi segundo nombre! ¡¿Cómo sabe mi segundo nombre?!

—¿¡Como sabes mi segundo nombre!?

—Tú mamá lo gritó esa vez que nos dejaste en el restaurante —Verdad que yo me vine en el otro auto—Y los expedientes de la agencia, Leah. A propósito ¿Qué quieres de cumpleaños? Quedan dos meses.

Me quedé detrás del árbol cambiándome la ropa, no sé nada de Scott, más lo que me ha contado de historias amorosas, él sabe mi nombre completo, mi fecha de nacimiento, cosas de mi infancia que le he contado y yo... nada, es mi compañero, se supone que debemos conocernos durante este año y lo he evadido. Con mis compañeros anteriores no he tenido ese drama, generalmente puedo tolerar, pero Scott, siento algo extraño, una vibra rara, no me gusta esa sensación, solo que, antes podría buscarlo en redes sociales y por ahí hablar, ir yo a Londres como lo demás o él para acá, pero no, yo siempre tenía otras cosas en mente, otros lugares, otras personas. Ahora siento que estoy en desventaja con mis conocimientos, conmigo.

Me hago una coleta y llego a Scott. No recuerdo si sus padres le dijeron algo al llegar, respecto a la pelea. Aunque lo más probable es que hablaron en la habitación si es que nos esperaron despiertos, porque juro que ni eso recuerdo. No puedo creerlo, si no bebí nada con alcohol.

Trabajando Con El Idiota #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora