EPÍLOGO

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La ví a ella.  Y en serio, se veía muy diferente.

No estoy del todo segura de si se trataba de la misma chica con la que crecí y creí conocer de toda la vida.
Pero en efecto, era ella.

Y dicho esto, no creo que signifique a algo, más que de sólo una casualidad, y luego de muchos años, sin escuchar su voz en mi teléfono o que el volver a ver su imagen y no fuere otra vez que en viejas fotografías, haya causado un verdadero impacto en mí.

Lara. Mi hermana gemela.
Ella significa para mí, ese hermoso lazo sanguíneo, una formación de par en par, en el mismo instante en que nuestros brazos y piernas tomaron sus formas, así como el día en que nuestras bocas empezaron a gesticular peculiares sonidos como a emitir claras palabras.

El cómo se confundían nuestras rubias cabelleras sobre las cabezas, y la única diferencia entre ambas, sólo se notaban en las iris de nuestros ojos...

Aquellos días de nuestra niñez, entre los árboles, los caballos y coloridos atardeceres.  Y sin embargo...
Hasta allí.

De esos recuerdos, sólo quedarán como los mejores, los bonitos y los más puros de ese tiempo feliz con mi hermana gemela idéntica.

Pero desde hace ocho años, Lara, mi propia hermana gemela, idéntica física y en apariencia.

Mi propia hermana gemela significa para mí una historia ida, un lapso, o como se dice hoy en día, algo pasajero, una cosa de el ayer...
¡un rollo nefasto!
Siendo concreta, pecando en ser muy directa.

Pero para llegar a esto, debo añadir demasiadas cosas.

Mi nombre es Kara Danvers, y ya tengo 33 años de edad.

Ya no soy ninguna jovencita, ni tampoco pienso como la juventud.
Ya no soy una muchacha aislada, enclenque, parca, retraída y sin medir consecuencias ni tomar consideraciones tras mis actos.

En mi vida hubo demasiada confusión, demasiada tensión negativa y situaciones transversas como para volver de golpe a aquel tiempo atrás, tan lejano que ni debe de ser recordado con gracia.

Después de despertar de la pesadilla y habituarme a ésta realidad, cumplí un sueño tras otro sueño.

Primero lo primero: ocurrió esto un poco después de lo que lo habíamos planeado, pero me casé con mi amada Lena Luthor.

Me casé no muy joven, a los 27.  Para muchos una edad muy temprana, pero una edad bastante justa luego de pasar casi toda una vida soñando con llegar a este momento.

Me casé a los casi dos años y medio después de aquella noche en que se destapó aquel escándalo contra mi y con mi hermana gemela.

Pero antes de nuestra boda, ocurrieron otros sucesos que se los contaré en brevedad.

Aquella noche, no solo mi nombre se viralizó junto con el de mi gemela.
Si supe que accidentalmente mi hermana dejó abierta su línea en Instagram y no hubo más remedio que retornar a Midvale y pasar unas cuantas semanas en la villa.
Sólo que esta vez, en la casa de mi hermano político Lex, su esposa Eve y su hija recién nacida, Lori.

Allí en el campo a nadie le interesaba hacer comentarios sobre Lara Danvers.
Ni en la villa, ni en el parque, ni siquiera en el arroyo ni en el picadero donde alquilan caballos y que son de los sitios en los que visitantes frecuentan al llegar.

No.

Ni siquiera mi madre hacía mencionar a su otra hija.  Y aquella historia de amor con mi padrastro de a poco se revelaban varias fisuras.

Yo lo entendí.  Poco a poco, no era tan fácil como parece.

Después de aquel escándalo y descubrir las artimañas de mi hermana, J'onn sentía desconocer a mi madre.

Triunfos RobadosWhere stories live. Discover now