Diecinueve II

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Advertencia: Este capítulo tiene una escena subida de tono, nada explícito porque la historia no es +18 ni erótica, pero aviso para aquellos que quieran saltarse esos párrafos.

Sophia

Me desperté en el momento en que un trueno hizo retumbar la única ventana de mi apartamento. Levanté la cabeza observando hacia el exterior, confundida por haber despertado en la sala, sin embargo, sentí una presión en mi espalda baja y un ligero movimiento en las palmas de mis manos.

Terminé por abrir los ojos cuando me di cuenta que Alonso se encontraba debajo de mí; tenía uno de sus brazos por detrás de su cabeza como apoyo mientras que con el otro me mantenía sujeta, sus ojos estaban cerrados y soltaba pequeños suspiros por sus labios cada cierto tiempo. Su respiración eran los movimientos que había sentido y el calor en mi cuerpo era por el gran cobijo que Alonso me daba al mantenernos pegados; una de mis piernas estaba entre las suyas mientras la otra colgaba por un lado haciendo que hormigueara un poco.

Aún no lograba orientarme sobre cómo es que terminamos en esa posición, ni siquiera recordaba el momento en que nos habíamos dormido. Suspiré resignada mientras acomodaba mi barbilla sobre su pecho para admirarlo un poco; llevaba el moño desecho, solo vestía su camisa con los primeros botones abiertos haciendo que los rizos oscuros de su pecho sobresalieran tentadoramente, sus labios entreabiertos clamaban casi toda mi atención si no fuera por sus cejas espesas que enmarcaban su rostro varonil.

En cualquier momento podrían salirme corazones con brillitos de los ojos o aquellos suspiros de ensueño, aún así, me permití observarlo a conciencia mientras podía. Era la primera vez en mucho tiempo que estaba tan cerca de alguien sin el pavor de lo que podría resultar, sin temor de no cumplir las expectativas que desde pequeña se me habían impuesto.

Había tomado un rato el dejar de ser esa adolescente asustadiza por sus padres, independizarme y ser una mujer, sin dudas, sin complejos, sin subestimarse. Luego llegó Daniel, quien poco a poco quebrantó mis muros y seguridades, como el pellizco constante en el mismo lugar del brazo; al principio no dolía, era incluso como una niñería, sin embargo, al ser frecuente podía convertirse en una fea mancha que dolería y seguiría hasta que fuera capaz de apartarme.

Lo hice, aunque las secuelas eran difíciles no lo fue más que nuestra relación, y una herida sanada daba más satisfacción. Me enfoqué en mi carrera, mis proyectos, hasta que la coraza dura e imperturbable que había construido con los años era de alguna manera, lo único que los demás llegaban a ver.

Luego vino Alonso, con su dulzura y caballerosidad, con sus manías e incluso su intensidad, con sus besos y roces; instándome a caer, a quitar mi máscara pública, dejar de ser Sophia Bethancourt para volver a convertirme en aquella Sophi soñadora y cursi que había enterrado y extrañaba. Una mujer con ambiciones pero que era valiente para creer, para sentir..., para amar.

Un trueno se escuchó mucho más fuerte haciendo que me encogiera un poco por inercia, Alonso abrió sus ojos desorientado, levantándose aún conmigo encima. Me agarré de sus hombros para no caer, sus manos aún seguían en mi espalda sosteniéndome.

Al fin dirigió sus ojos verdes hacia mí, al voltear su rostro nuestras narices habían rozado por la cercanía.

—Buenos días, pequitas. —Sonrió. De seguro por la distancia entre nosotros lograba ver esos pequeños puntos esparcidos en lo alto de mi nariz, pocas veces se notaban. Le devolví la sonrisa mientras quitaba el cabello de mi cara sin mucho éxito, estaba enredado y al ser tan largo cambiaba un sexy despertar por uno desmarañado que pedía a gritos un cepillo.

—Esto está hecho un desastre —bufé dándome por vencida. Sus manos grandes se posaron a los lados de mi cara, ciertos mechones me dificultaban la vista.

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⏰ Last updated: Apr 08, 2023 ⏰

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