𐄹 06

5.6K 862 187
                                    

Ordenó su escritorio y tomó su teléfono, preparándose para ir a trabajar. Puso la cámara de Jisung en auto grabación para mirarlo más tarde y salió de casa, sabiendo que lo tenía todo controlado por ahora.

Llegó a tiempo a la cafetería, saludó a su jefa y entró a ponerse su ropa de trabajo, listo para una jornada. El café no solía ser concurrido durante los sábados, por lo que esperó poder chatear con Han unos momentos, pero sorpresivamente aquel día estuvo repleto de gente.

— Buenas tardes, ¿qué le puedo...?

— He venido por... ya sabes.— un chico unos centímetros más alto que él le guiñó el ojo, confundiéndolo. ¿A qué se refería?

— ¿Le pica el ojo? La farmacia está...

Muchas risas se escucharon a su alrededor, haciendo que se diese cuenta de lo que quería ese grupo de adolescentes.

— ¿Cuántos años tienes, bombón?

— Los suficientes como para saber que sería yo quien te joda el culo, fuera de aquí.— espetó, señalando la puerta. Realmente odiaba a esa clase de gente. Además, ¿tenía pinta de ser pasivo? Por dios, y aunque lo fuera, no tenían derecho a hablarle así.

— Mira, chico.— habló uno de ellos, apoyándose en la barra.— Mi novio no aparece, me aburro, ¿lo hacemos por las buenas o por las malas?

— Fuera de aquí.— repitió, buscando por debajo algo con lo que asustarlos. No tenía licencia, pero no se necesitaba para un arma sin fuego, ¿no?

Los chicos volvieron a reír, burlándose de él y acabando con la poca paciencia que le quedaba. Los clientes a su alrededor estaban asustados de que tipos como esos entraran a un lugar así y les estaban incomodando.

— He dicho fuera.— les daría una última oportunidad, aunque todos sabían ya que no le harían caso.— Como quieras.

Sacó la pistola que tenía siempre por si acaso. Era más un señuelo que una real, ya que ni siquiera servía. Sólo era para ahuyentar a la gente como esa.

Muchos gritos se escucharon a su alrededor, pero no le importó demasiado. Estaba enfadado, y mucho.

— Park... creo que es mejor que lo dejes.— un chico más bajo lo empujó hacia atrás, asustado.

— Jay, tiene razón. Vamos, encontrarás a otro.

¿Jay Park?

Oh, mierda, ese no se iba de allí.

— Quedan retenidos por... ¿Minho?

— ¿Chan?— el menor lo miró, sin entender qué hacia allí. Solo sabía que estaba en problemas, seguramente.

— Hemos venido a retenerlos, llevan drogas.— unos agentes se acercaron a los menores y les pusieron las esposas.— ¿Qué haces con eso?

Lee apuntó al techo y disparó, ni siquiera hizo ruido para sorpresa de todos.

— Es falsa.— explicó, limpiando el lugar donde habían puesto sus manos esos chicos.

El mayor asintió, saliendo del lugar después de mirarle con los ojos entrecerrados.

secretDonde viven las historias. Descúbrelo ahora