78. Eres más que eso

Start from the beginning
                                    

La mayor parte del tiempo hablamos con calma. Él me comentó de lo que habían sido sus días y yo de los míos, luego decidí bajar a la cocina por algo de comer e intentamos ver una película, pero fue lo que menos hicimos, porque nos habíamos extrañado demasiado y la pantalla del televisor o cualquier otra cosa pasó fácilmente a un quinto plano.

—¿En qué piensas? —pregunta en un susurro, sacándome de mis pensamientos cuando se acerca un poco más a mi rostro y une nuestras frentes, transmitiéndome esa tranquilidad propia de él con su pausada respiración.

Yo agradezco internamente que el hecho de haber dormido tan poco no le haya dado tiempo a su organismo de dejarle el mal olor en la boca, porque eso ayuda a que no me moleste su cercanía.

—En ti —admito con simpleza, Liam sonríe con complacencia y sin previo aviso, aprieta mi cintura para atraerme más hacia él y abrazarme, ayudándome a apoyar mi cabeza sobre su pecho.

—¡Qué casualidades tan bonitas tiene la vida, yo también pensaban en mí! —exclama con petulancia.

Me separo para reprocharle juguetona, pero me incorporo con rapidez cuando él suelta una carcajada y recuerdo que estamos en mi casa, con él de infiltrado y que nadie debería saberlo. Le cubro la boca y después de susurrarle que se calle y que él obedezca, me levanto para peinar mi cabello, pero jala mi brazo para hacerme caer de vuelta en la cama, ahora sobre sus piernas cruzadas.

Liam se acomoda aún con mi peso sobre él y me hace girar, pidiéndome sin palabras que coloque mis piernas alrededor de su torso, lo cual hago sin mucho esfuerzo.

—Sabes que esto es algo que no podemos hacer todos los días, ¿verdad? —Asiento nerviosa. Esta posición y un posible miembro viril erecto me preocupan—. Entonces no lo arruines. Aunque de ser por mí, me colaría por tu ventana todos los días del jodido mundo —comenta despreocupado y ahora sí lo golpeo, él gesticula una queja—. ¿Qué hora es? ¿Tienes mucho rato despierta?

Niego viéndolo a los ojos, luego me separo un poco y lo hago tumbar de vuelta para tomar mi celular que dejé en la mesita de luz hace horas. Lo cojo y me incorporo de nuevo. Liam hace lo mismo para quedar en la anterior posición.

Desbloqueo el celular y mis ojos se abren con sorpresa cuando me fijo en todo lo que se presenta en la pantalla.

—¿Te enviaron un nudes o algo así?

—Restan ocho minutos para las ocho —respondo, ignorando su comentario burlón—. Tengo muchas llamadas perdidas y doce mensajes de Andrés, seis de Max, ocho de Yulia, dos de un número desconocido y tres de Rugge —explico y levanto la mirada para verlo esbozar una sonrisa de superioridad.

—Mis amigos me adoran —se jacta.

Entrecierro los ojos sin dejar de mirarlo, esforzándome por ahogar la risa que su presunción me provoca.

—¿Alguna vez dejarás de ser tan ridículo?

—Podría intentarlo, pero perdería mi encanto —dice altanero, y vuelve a reír de su propio mal chiste—. ¿Oíste? Hice una rima. —Ruedo los ojos, sonriendo levemente—. No me hagas esa cara y mejor ámame —pide inocente, con un tono de voz sorpresivamente tierno, mientras me atrae un poco más hacia él y deja un corto beso en mis labios—. Aun recién levantada sabes bien.

—Aun recién levantado sigues siendo un labioso pretencioso, ¿oíste? Hice una rima —retruco, él ríe una vez más y ahora sí, aprovechando su distracción, me dedico a leer rápidamente los mensajes.

En todos los de Andrés me pregunta cosas similares a si está todo bien, si es momento de venir por Liam o si se quedará junto a mí, cosa que finalmente entendió para el último texto enviado. Lo mismo dicen los de Max y los de Yulia que, por lo que me deja ver, se acercó a la fiesta después de haberme dicho que no iría. Los del número desconocido son los que me causan gracia, y no me hace falta pensar mucho para saber de quién se trata.

Canela ©Where stories live. Discover now