"Aquella figura intimidante, que solo oculta un suave y tierno chico, de sonrisa tímida y ojos dulces.
Ese cuerpo fornido y bien formado que solo produce una sensación de temor, simplemente es una fachada para ocultar una persona llena de amabilidad...
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Asahi se preguntaba porque aún no se encontraba con su mejor amiga. Normalmente siempre llegaba a donde el estaba y caminaban juntos a la escuela.
Y un tacto inesperado lo asusto, luego una voz lo tranquilizo. Fue Misaki, quién lo abrazo por la espalda y luego lo saludó.
— Buenos días, Asahi-san... — soltó un suspiro acompañado de una sonrisa calmada. Puso su mano sobre la cabeza de la mas baja y acarició su cabello corto castaño.
— Buenos días Misaki-chan... — ella se puso a su lado luego de liberarlo del abrazo pero tomando su brazo.
— Estuve pensando en lo que te dije ayer, te esperare hasta que termine tu club y luego podemos ir a comprar las cosas — el mas alto asintió con una pequeña sonrisa.
— Es decir, hoy iras a verme entrenar — ella asintió rápidamente y el sintió su corazón bombear rápido.
En cuanto supo eso, se dijo a si mismo que debia esforzarse el doble, no, incluso el triple en el entrenamiento si ella iria a verlo.
Y ni siquiera sabia cual era aquella razón que le producía tanta emoción. Pero le gustaba mucho esa sensación.
— ¿Que te parecieron las galletas que te hice? ¿Que dijeron los demás? — los ojos se le llenaron de brillo cuando preguntó eso.
— Realmente eres muy buena preparando ese tipo de cosas, estaban deliciosas — levanto sus pulgares.
— Genial, me alegra que te gustaran, pronto aprenderemos a preparar algunos postres nuevos — cuando llegaron a la escuela se separaron a sus aulas donde tomaron sus clases hasta el primer descanso.
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Los últimos días ella dormía casi todo el tiempo del almuerzo y descansos luego de que comía. Ese era uno de esos dias en los que se quedaba dormida bajo el mismo árbol acompañada de su mejor amigo.
— ¿Que tanto haces últimamente para estar tan cansada? — ella dormía sobre sus pirrnas mientras el leía un libro.
Unos minutos despues despertó, pero aun se le veía cansada. Bostezo y se sentó a un lado del castaño para luego apoyar su mejilla en su hombro.
