Capítulo 12: Fuego y oscuridad

Comenzar desde el principio
                                    

En cuanto la voz áspera y adormecida de Belph llegó a mis odios, mi atención se centró en él e inconscientemente uno de los laterales de mis labios se curvó a pesar de mis esfuerzos por evitarlo. Este, aún con su pijama, estaba recostado sobre la isla de la cocina, con la cabeza apoyada sobre ambos brazos, respirando lenta y acompasadamente.

Assh giró sobre sí mismo e insinuó una reverencia.

—Lo siento bella durmiente —contestó con una burla.

Seguí escaneando la estancia hasta que finalmente lo encontré. Descansaba su cadera sobre una de las encimeras de la cocina, mientras jugueteaba con algo que bailaba entre sus dedos ajeno a la conversación que mantenían sus hermanos. Recorrí su cuerpo por completo, observando la postura rígida y tensa que él siempre representaba. Aquel día llevaba el habitual y simple atuendo que caracterizaba a Amon Blake; botas militares acompañadas de un sencillo pantalón negro junto con una camiseta de algodón que se ajustaba lo suficiente a su cuerpo como para dejar adivinar lo que se ocultaba bajo ella. Era increíble como unas prendas tan simples conseguían resaltar tanto su atractivo, algo que odiaba admitir.

—¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Escuché a Levy decir de forma animada.

Automáticamente me di una bofetada mental, cerré los ojos de forma resignada y me encogí sobre mí misma intentando hacerme invisible a sus ojos, me habían pillado observándolos como si fueran una especie animal en peligro de extinción.

Volví a abrir los ojos para afrontarme a la cruda, ridícula y vergonzosa realidad. En cuanto lo hice me arrepentí, Amon me observaba con curiosidad. Su habitual mirada glacial había sido sustituida por la burla y diversión que se reflejaba en sus ojos.

—Si quieres saca una foto, te durará más.

Mi boca se abrió de par en par y sentí el calor arder en mi cara. Sin embargo, no me dejé amilanar y saqué aquel carácter que hacía tiempo parecía haberse desvanecido.

—Verte la cara cada mañana ya es más que suficiente, gracias.

Todo se quedó en silencio, los hermanos se miraron atónitos entre sí, hasta que finalmente Assh rompió en una carcajada sonora a la que posteriormente se unieron dos de sus hermanos. Y para mi eterna conmoción, una sonrisa apareció en la boca de Amon.

Yo sonreí satisfecha para mis adentros, y sin pronunciar una sola palabra me dirigí hacia una de las sillas de la isla, frente a Belph, no sin antes maldecir a Amon mentalmente un sinfín de veces.

—¿No has dormido bien? —le pregunté en un susurro, intentando sonar lo más amable posible. Este abrió levemente sus ojos sorprendido por mi interés, mientras me dedicaba una sonrisa cansada. Cansada pero amable.

Belph frunció el ceño a la vez que negaba con su cabeza.

­—Assh ahí donde lo ves, ronca como un camionero, un camionero que se ha pasado toda su vida fumando 3 cajas de cigarrillos al día.

El susodicho se acercó vestido con un floreado delantal y dejó un plato de tortitas con sirope frente a mí, ignorando el comentario que había hecho su hermano.

—Cortesía de la casa —dijo él mientras presidia la mesa.

—Cortesía de mi casa —pronuncié yo, haciendo énfasis en la palabra correcta, a la vez que le dedicaba una mirada amable a Levy, quien ahora devoraba sus tortitas junto a Belph.

—Cuestiones gramaticales.

Lo ignoré  y me moví inquieta sobre la silla cuando sentí la presencia de Amon tomando asiento junto a mí. Estaba comenzando a molestarme la inseguridad que aquel chico despertaba en mí. A pesar de ello, el desayuno transcurrió tranquilo, escuchando las molestas y diversas discusiones familiares de los hermanos.

RecuérdameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora