Capítulo 9: La iglesia blanca

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¿Y si este mundo fuera el infierno de otro planeta?

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¿Y si este mundo fuera el infierno de otro planeta?

-Aldous Huxley.

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Abrí los ojos lentamente, adaptándome a la blanquecina luz de la habitación. Por una vez había sido capaz de descansar, lo cual era todo un logro si teníamos en cuenta mi historial, la noche de ayer, y la larga jornada de trabajo que me esperaba en el New Orleans.

Estiré los brazos sobre mi cabeza con la intención de desperezarme, cuando un enorme brazo atrapó mi cintura, impidiendo el movimiento y viéndome así envuelta en una abrumadora calidez. Mi cuerpo se quedó estático, omitiendo cualquier tipo de orden emitida por mi cerebro. Rápidamente dirigí la vista hacía aquel punto en el que nuestras pieles entraban en contacto. Siendo espectadora de como unos largos y cálidos dedos comenzaron a trazar un sendero de tímidas caricias desde mi ombligo, hasta el límite de mis caderas. Repitiendo el camino de ida y vuelta un sinfín de veces.

Sabía que estaba siendo totalmente irracional, lo normal ante aquella situación habría sido ponerme a gritar como una desquiciada.

—Buenos días Star.

Identifiqué su voz instantáneamente, estaba teñida por la mañana, y aquello consiguió ponerme los pelos de punta. Giré mi cuerpo para enfrentarlo, y lo miré. Sorprendida. Asustada.

Me fijé en él, en el hoyuelo que solo se formaba en su mejilla izquierda, en la curva de sus labios, en el lunar bajo su mandíbula y en la inexistente cicatriz que había desaparecido de su rostro.

Ver a Amon era como observar a un animal salvaje en su habitad natural. Era majestuoso, atrayente y cautivador, pero seguía siguiendo un animal salvaje, y nunca debías de olvidar lo cruel que podía llegar a ser.

Armándome de valor y con el poco sentido común que había conseguido reunir, detuve su mano. Él me miro con los ojos entrecerrados y brillantes, y sonrió de la forma más genuina posible. Todo el aire que había estado conteniendo abandono mis pulmones instantáneamente, el mundo se paró.

—¿A qué viene esa cara larga? —dijo con tono preocupado.

Farfullé una gran cantidad de palabras inconexas que ni yo misma fui capaz de comprender. Una desconocida y nueva sensación me invadió por completo.

—Escúchame Star, vamos a salir de aquí ¿Vale? —explicó mientras sostenía mi cara entre sus manos y me miraba fijamente —. Pero tienes que venir con nosotros, no te vamos a dejar atrás, entiéndelo.

Su tacto quemaba sobre mis mejillas. Abrumada por la situación, intenté alejarme de él, estableciendo distancia entre ambos, pero no me lo permitió. Sus actos no parecían corresponderse con mis acciones, era como si ambos estuviésemos teniendo conversaciones paralelas, viviendo una historia distinta.

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