Capítulo 12: Fuego y oscuridad

133 25 29
                                    

Cada uno de nosotros somos nuestro propio diablo, y hacemos de este mundo un infierno

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cada uno de nosotros somos nuestro propio diablo, y hacemos de este mundo un infierno.

-Oscar Wilde.

---

Observé aterrorizada las escaleras que conducían al piso inferior. El largo camino de madera maciza terminaba en una gran alfombra persa que descansaba al pie del último escalón, justo enfrente de la entrada de la casa, flanqueada por un acogedor salón a su derecha, y la pequeña cocina a la izquierda. Mis ojos descansaron sobre el umbral de esta última puerta, haciendo especial atención a las risas, quejas y burlas que provenían de allí.

Baja.

Reconocí instantáneamente la melosa voz de Assh haciendo eco en mi cabeza. Me desestabilicé y revisé inquieta toda la estancia que me rodeaba sin percibir a nadie a mi alrededor.

—¿Assh? —susurré a forma de pregunta, sintiéndome la persona más ridícula de todo el universo.

No mordemos Star, no a menos que tú estés de acuerdo.

La respuesta vino rápida, acompañada de una risa profunda que provocó un escalofrió en todo mi cuerpo. Me sacudí, intentando borrar aquel ronroneo burlón de mi mente. Mi imaginación, aquello no era más que mi imaginación.

Tomé una fuerte y sonora bocanada de aire. A medida que mis pasos recortaban el espacio hacia la cocina, la voz de los cuatro hermanos comenzaba a esparcirse por toda la casa haciéndose perceptible a mis odios. En cuanto alcancé el umbral de la puerta comprobé que mi peor pesadilla se había hecho realidad, cuatro neandertales habían invadido mi cocina.

Dejé que todo mi peso recayera en el marco de la puerta y aproveché el hecho de que ninguno de ellos hubiera reparado en mi presencia para observarlos detenidamente. Una oportunidad que nunca se me había concedido hasta el momento, la cual ahora tendría a menudo.

Toda mi atención recayó en Assh, quien cocinaba de espaldas a todos ellos con una sonrisa burlona en su cara.

¿Él había...? Automáticamente borré aquel pensamiento, y evité su presencia centrándome en Levy, este observaba a su hermano con una expresión de molestia mientras reordenaba las alacenas de la cocina.

—¿Puedes dejar de ensuciar todo lo que limpio?

—¿Puedes dejar de sonar como una cuarentona divorciada con cinco gatos? —contestó el rubio.

Levy retrocedió un paso mientras situaba una de sus manos en su pecho y mostraba una expresión afligida.

—Me ha dolido Assh.

Un gruñido perezoso silenció la lucha y yo traté de no sonreír con todas mis fuerzas.

—Os propongo otra opción, callaos, hay gente que intenta dormir.

RecuérdameWhere stories live. Discover now