Capítulo 4: Los Blake

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El infierno está vacío los demonios están todos aquí

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El infierno está vacío los demonios están todos aquí.

-William Shakespeare.

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Decidí desviar mi atención de aquel individuo cuando recordé las palabras de Jenna.

«Es posible que en ocasiones tu mente te juegue malas pasadas. Veas o escuches cosas que realmente no están ahí, es una acción muy habitual después de haber sido sometida a una situación traumática. Está en tu mano combatirla.»

Ignoré aquel hecho de la mejor forma que pude y orienté mi vista hacía otro lugar a la vez avanzaba sobre la maleza. Esto me permitió distinguir un nombre escrito sobre el buzón oxidado de la casa, en él se podía leer lo siguiente:

"Familia Blake".

Perfecto, ya tenía conocimiento sobre el nombre de mi futuro asesino. La situación mejoraba por momentos.

Más tarde fui consciente de que las luces de todo el domicilio se encontraban apagadas a excepción del reflejo de un televisor en una de las ventanas inferiores.

Seguí avanzado por el maltrecho camino, y antes de reparar en ello, ya me encontraba sobre el viejo porche, con mi mano temblorosa a apenas unos centímetros del timbre.

¿La respuesta? Ninguna.

Era algo de esperar, en una casa como aquella estaba claro que el timbre no funcionaría, por lo que lo intenté de nuevo golpeando la puerta con mi propia mano. Esta, cedió a mí peso sobre ella abriéndose levemente, a la vez que con ello resonaba un fuerte chirrido.

¿Quién dejaba la puerta abierta a esas horas? Ya había prácticamente oscurecido.

Armándome de valor decidí seguir adelante. —¿Hola? —susurré con la esperanza de que alguien respondiera. Al ver que nadie atendía a mi llamada decidí intentarlo de nuevo. —Soy Azae, su nueva vecina. Los de la inmobiliaria nos han dicho que ustedes tenían nuestras llaves.

Nada, nadie respondía.

Sé lo que estáis pensado, y también sé lo que debía de haber hecho. La opción más sensata, dar media vuelta y volver a mi casa.

Pero cómo no, decidí seguir adelante, y empujé la puerta accediendo así al interior. La única luz que iluminaba la pequeña entrada provenía del exterior o del propio televisor que se encontraba en la sala de estar y el cual podía ver desde allí.

A pesar de la poca iluminación, lo que pude distinguir me sorprendió. Bien es cierto que la decoración estaba un poco pasada de moda, y era bastante sencilla, pero el lugar se encontraba cuidado y limpio, todo lo contrario a lo que me había esperado topar.

Los modales hacen al asesino señores.

Poco a poco paseé mi vista por toda la estancia y me adentré en el salón. Frente al televisor, se extendía una enorme alfombra persa sobre la que descansaban un par de cojines y mantas, junto con una pequeña mesita de salón con dos sillas a cada lado. Además de esto, no existía ningún tipo de mobiliario a mayores, cosa que despertó mi curiosidad. Sorprendentemente aquella era la única sensación que ocupaba mis sentidos en aquel momento, el miedo y el pánico habían quedado relegados a un segundo plano, dejando paso al interés.

RecuérdameWhere stories live. Discover now