Capítulo 3: Mentiras

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La verdad raramente es pura y nunca simple

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La verdad raramente es pura y nunca simple.

-Oscar Wild.

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En la actualidad

Aquel día parte de mí se apagó.

Una vez comenzaron los recuerdos, estos fueron imparables. Iniciaron como simples flashes en mi cerebro, ganando poco a poco intensidad. Pasaba las noches despierta y cuando el sueño me vencía, despertaba cubierta en sudor, totalmente paralizada, y gritando hasta quedarme sin voz.

Llegó a un punto en el que revivía situaciones como si estuvieran sucediendo realmente, por lo que era incapaz de diferenciar mis sueños de la realidad. Me cuestionaba todo lo que me rodeaba, sentía que algo fallaba, algo no encajaba, pero no era capaz de identificar el que.

En una ocasión, salí a correr por la mañana con la intención de recuperar mi vida y mi rutina.

Al día siguiente me desperté en cama, cubierta de barro y hojas. Mi madre lloraba junto a mí, pues al parecer había pasado 24 horas desaparecida y había vuelto por mi propio pie.

¿Lo más aterrador? Mis últimos recuerdos eran salir de casa, y comenzar mi habitual carrera entre las calles de Camden, Maine. Lo que quiere decir que no tenía consciencia sobre lo que había ocurrido durante las últimas 24 horas.

«Genial Azae, aparte de loca, ahora también eres sonámbula.»

Después de esto el nombre de Bela se instaló en mi cerebro como una obsesión. Por lo que mi madre decidió que la opción más correcta y sensata era asistir a terapia con una psicóloga, además de atiborrarme a pastillas.

«Gracias mamá, muchas gracias por tu apoyo.»

Jenna Williams me diagnostico amnesia disociativa, posiblemente asociada a un episodio traumático. A pesar de que intentó descubrir el origen de mis lagunas, esto le fue totalmente imposible. Yo no recordaba ningún momento traumático a lo largo de mi vida, aunque Jenna decía que también cabía la posibilidad de que lo hubiese bloqueado, y a su vez creado nuevos recuerdos, o personajes para cubrir ese vacío. Como una especie de protección.

Sin embargo, todo cambio unos meses atrás.

La señorita Williams decidió llevar a cabo una sesión conjunta con mi madre y conmigo.

Todavía recordaba perfectamente sus palabras...

Jenna me había pedido que saliera de la sala y esperara fuera, y así lo hice.

Media hora más tarde la secretaria de la señorita Williams entro en la sala de consulta para entregar unos papeles, y cuando salió dejó la puerta entreabierta.

A pesar de que sabía que estaba mal no pude evitar acercarme a escuchar. Al fin y al cabo, estábamos allí por mí, tenía todo el derecho del mundo de escuchar aquella conversación.

RecuérdameWhere stories live. Discover now