Capítulo 13: Hacer frente al pasado

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Noemí sale de su celda dirigiéndose a las duchas de prisión. Al llegar al baño común donde todas las presas se duchan juntas, echa un vistazo tratando de ver a Jazmín, ya que supuestamente habían quedado en que se reunirían ahí, pero no está. La presa novata se desviste, agarra un bote de champú y camina hasta llegar a la única alcachofa que queda libre.
Mientras se ducha, cierra los ojos tratando de imaginarse que está en cualquier otro lugar que no sea este. Apenas lleva 72 horas aquí, pero ya han sido suficientes como para estar dispuesta a hacer cualquier cosa con tal de abandonar este zulo.
-Novata-le llama una voz conocida para ella.
Abre los ojos y comprueba a su izquierda y a su derecha, pero no ve a nadie conocido. Se vuelve hacia los bancos de enfrente de las alcachofas, en los cuales esta su ropa, y se encuentra con la presa que andaba buscando.
-Jazmín...-dice con sorpresa al verla.-Pensé que no vendrías.
-Soy una mujer de palabra; ni fallo ni me gusta que me fallen-dice con un tono de voz peculiar y algo amenazante.
Noemí no entiende el porqué de este tono de voz, pero eso es lo que menos le preocupa ahora mismo.
-Acércate-le ordena a la novata.
La presa se coloca la toalla alrededor de su cuerpo y se acerca hasta Jazmín.
-¿Ya lo tienes?-pregunta Noemí con ansías de poder realizar la llamada que más desea ahora mismo.
-Tú me dijiste que te lo consiguiera pronto, y lo he hecho, ahora falta que tú muestres ser una mujer de palabra y cumplas tu parte del trato-dice utilizando el mismo tono de antes.
-¿Me vas a dar el móvil ahora o después de que cumpla mi parte?-dice bajando el tono de voz temiendo que pueda haber algún funcionario cerca.
-Yo siempre doy lo mío primero-responde Jazmín.-Podrías pensar que haciendo esto me arriesgo a que no cumplan la otra parte del trato, pero créeme que a mí nadie me falla.
Noemí asiente lentamente algo atemorizada. Aún no sabe exactamente qué es lo que debe hacer, lo que sí sabe es que está relacionado con el tráfico de drogas, un ámbito hasta ahora desconocido para ella.
-¿Qué tengo que hacer?-se atreve a preguntar.
-Ahora entraré en ese baño-informa Jazmín señalando la segunda puerta de los inodoros.-En la papelera que hay justo al lado del váter tiraré el movil envuelto en papel, sé que te dará asco, pero deberás abrirla y buscar el móvil dentro para poder llevártelo. Te recomiendo que te lo pongas en las bragas hasta que llegues a tu celda y, una vez estés allí sola, mételo por dentro del colchón. Cuando necesites llamar sácalo de ahí y ves al baño. Tienes diez euros de saldo, suficiente como para que digas lo más importante; si necesitas más me lo dices y, por un módico precio, te puedo conseguir otros diez euros, ¿entendido?
Noemí asiente convencida creyendo que ha entendido todo, de momento.
-Perfecto, ahora vamos a lo que me debes-dice Jazmín alzando la cabeza.-En la cisterna dejaré cocaína metida en bolsitas y una tarjeta de funcionario que sirve para abrir todas las puertas de la prisión de la zona de presas. Con ponerla sobre la pantalla que hay al lado de cada puerta es suficiente para abrirla.
-Con puerta te refieres a las de rejas, ¿no?-interrumpe Noemí.
-Cuando lleves tiempo aquí comenzarás a normalizar las rejas y serás capaz de llamarlas puertas.
-Espero no pasar demasiado tiempo aquí.
-Pues aprovecha bien las llamadas que puedas hacer-aconseja Jazmín con una falsa sonrisa.-Bien, lo que tienes que hacer es lo siguiente. Esta noche, cuando apaguen todas las luces y nos encierren a todas cada una en su celda, quédate despierta. Cuando llegue la media noche coge la droga y la tarjeta y sal de tu celda, con que saques el brazo por entre las rejas y acerques un poco la tarjeta a la pantalla bastará con que se abra, no será difícil. Sobretodo sal cuando sean las doce en punto de la noche, ni antes ni después, ¿de acuerdo? Es cuando hacen el cambio de turno los funcionarios, así que, justo en ese momento, no habrá nadie mirando cámaras; tendrás alrededor de cinco minutos para cumplir tu misión, así que tienes que ser ágil y rápida-continúa hablando Jazmín.-Corre rápidamente hasta la puerta que da a la salida del patio y ábrela. Al salir te estarán esperando para recoger la mercancía, dásela y vuélvete a tu celda tan rápido como puedas
-¿Quién me estará esperando?
-Ya lo verás. Tú haz lo que te digo y no habrá problema de nada, ¿sí?
-¿Y cómo controlo la hora si no hay relojes en las celdas?
-Para algo te doy un móvil, ¿no? Yo nunca dejo cabos sueltos-termina diciendo guiñando un ojo mientras se dirige al cuarto de baño individual.
Noemí se quita la toalla y trata de vestirse a toda prisa. Cuando se está terminando de colocar la camiseta, ve como Jazmín sale del baño como si nada y sin ni siquiera mirarle para no levantar sospechas. Termina de vestirse y se agacha a coger su toalla pero, en cuanto vuelve a ponerse de pie, ve como una presa entra en el baño del cual acaba de salir Jazmín.
-¡Mierda!-grita Noemí llena de rabia.
Todas las presas que se encuentran en el mismo lugar que ella la miran extrañada. Ella, dándose cuenta de que acaba de levantar demasiadas sospechas, continúa gritando:
-¡He perdido el champú!
El disimulo queda en un cutre intento, ya que la misma joven que se estaba duchando a su lado le acerca el bote acompañado de un desagradable comentario.
-Lo dejaste ahí, estúpida-y se lo tira al suelo.
La puerta del baño en el que se encuentra el móvil de Noemí y la mercancía se abre y por ella sale la misma presa que acababa de entrar. Noemí corre desesperada a encerrarse en el baño. Una vez dentro, le quita la tapa a la papelera y saca todos los papeles de dentro. Desenvuelve un bulto de papel y se encuentra con un móvil de un modelo bastante antiguo. Negro, con teclas y sin pantalla táctil. Marca rápidamente el número del Hospital General de Cataluña, ya que se lo sabe de memoria desde el embarazo de Natalia al tener que estarse nueve meses llamando constantemente preocupada por el curso del embarazo, y espera a que alguien le responda.
-Hospital General de Cataluña, dígame-responden al otro lado de la línea.
-Hola, quería hablar con una trabajadora de Emergencias Sanitarias-susurra Noemí por tal de que no le escuchen las presas que se encuentran en el baño común.
-Me temo que eso no es posible, es confidencial la información de nuestros trabajadores-es la respuesta por parte de la recepción del hospital.
-No es necesario que me de su número, me bastaría con que la llamase y pudiese hablar con ella un par de minutos.
Se oye un suspiro al otro lado de la línea.
-Por favor, es importante-suplica de nuevo Noemí, al borde de la desesperación.
-Está bien, dígame su nombre.
-Carol, no me sé su apellido.
-Un momento.
-Dese prisa, por favor, no tengo mucho tiempo-pide Noemí temiendo por el saldo de la línea móvil.
Queda a la espera durante varios segundos. La tensión en su cuerpo aumenta cada vez más. La idea de tener que pasar en prisión los próximos años de su vida le atormenta la cabeza, por lo que está dispuesta a hacer cualquier cosa para volver con su hija.
-¿Sí?-pregunta Carol desde el teléfono del hospital.
-Carol, soy Noemí-responde ilusionada por oír su voz.
-¡Noemí!-exclama alegre.-¿Cómo estás?
-No estoy en mi mejor momento, pero eso no importa ahora. No tengo demasiado tiempo, así que voy a ir al grano-informa Noemí.
Carol no responde, queda a la espera de descubrir cuál es el mensaje que Noemí tiene que darle.
-Me han puesto un inspector para mi caso que no me inspira ninguna confianza, pero ya me ha dejado claro que si no encuentro nada para declararme inocente me voy a morir aquí dentro.
-Tienes algo, Noemí; la violación.
-Carol, eso no me puede servir por dos motivos, primero porque la violación la cometió Carlos, no Claudia, y además de eso, la verdad es que no quiero recordar aquello. Si utilizo eso como móvil del delito tocaría revolver todas las cenizas del pasado, y no quiero volver a pasar por eso; otra vez no.
-Carlos está en paradero desconocido desde aquel día, estoy segura de que se intuye que vas a confesar lo que ocurrió; de hecho, debes hacerlo.
-No puedo-dice Noemí al borde del llanto.
-Sí que puedes-insiste Carol convencida de la fortaleza de la otra.
-No puedo, Carol. Además, ahora está Natalia y no quiero que le afecte nada de esto.
-A Natalia se la llevaron los servicios sociales al enterarse de tu ingreso en prisión, así que por ella no te preocupes que está bien cuidada.
-¿Qué?-pregunta Noemí escandalizada.-¿Me han quitado a mi hija?
-No te la han quitado, pero la niña no puede estar hospitalizada sin un tutor legal que esté con ella. En cuanto salgas de prisión te la devolverán.
-¿Y si me imponen una pena de años?-contesta con un tono lleno de preocupación por el futuro de su hija.
-Eso no va a ocurrir.
-Ya, pero si ocurre, ¿qué pasaría?
Carol toma aire lentamente y después responde:
-Le buscarían una familia de acogida.
Noemí deja de poder contenerse las lágrimas y rompe a llorar a mares, pero tratando de no ser oída por las presas.
-Tranquila, no pienses en eso, ahora hay que pensar en cómo sacarte de ahí. ¿Cómo se llama el inspector que lleva tu caso?
-Inspector Pérez.
-Trataré de ponerme en contacto con él, pero ten claro que solo hay una manera de sacarte de aquí-advierte Carol.
-¿Cuál?
-Hacer frente al pasado.
-No-niega rotundamente Noemí.
-¿Quieres volver a casa con tu hija?
-Claro.
-Pues entonces debes explicar de dónde vino esa niña, solo así lograrás excusarte-sentencia Carol.
-Me pides demasiado...-se queja Noemí llorando de nuevo.
-No te pido nada, solo te aconsejo lo que tienes que hacer si quieres recuperar tu vida.
-En ese caso, gracias-agradece Noemí tratando de sacar una pequeña sonrisa que la otra no puede ver.-Y perdona por molestarte, pero es que no tengo a nadie.
-¿Cómo que no tienes a nadie?-pregunta Carol extrañada.
-Desde que nació Natalia me fui de casa y no he vuelto a saber nada ni de mis padres ni de mi hermana. No tengo familia ni amigos; solo tengo a mi hija, y por eso voy a hacer todo lo posible por recuperarla.
-En ese caso dale otra vuelta a la solución que te he dado-reitera Carol.
-Adiós, Carol-se despide Noemí temiendo por el saldo.
-Adiós, cuídate-y cuelga.
Al colgar el teléfono, lo deja en el suelo y vuelve a montar la papelera. Después abre la cisterna del váter y se encuentra con la tarjeta de funcionario y una bolsita de cocaína.
-Pensé que había dicho que eran varias bolsitas-se dice para sí misma mientras rebusca entre el interior del inodoro.
En vista de no ver nada más, agarra esos dos objetos y los coloca justo encima del móvil, seguidamente coge el rollo de papel de váter y envuelve todo junto. Al acabar, se baja los pantalones y se lo coloca por dentro de la ropa interior por tal de no ser pillada ni por los funcionarios ni por las presas. Tira de la cadena fingiendo haber estado haciendo de vientre y sale del baño.
Al entrar en su celda, vigila que no haya nadie cerca y deshace la cama. Saca la sábana bajera y observa en la esquina del colchón una cremallera. La abre y se saca el paquete que ella misma ha creado con el papel de váter. Lo mete por dentro del colchón y después vuelve a hacer la cama de manera que se disimule el bulto. A continuación, se tumba en la cama boca arriba y respira hondo tratando de mantener la calma. Esta situación le supera, pero quiere mantenerse optimista; ahora solo queda cumplir su misión y que Carol, desde fuera, le ayude a salir de este zulo. El problema que tiene ahora es no saber si es capaz de plantar cara al pasado y relatar con pelos y señales lo que ocurrió aquel día con Carlos.

𝐌𝐢 𝐯𝐢𝐝𝐚 [𝟏] (✍️)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora