Capítulo 10: Entre rejas

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Segundo día que Noemí despierta en prisión preventiva. Sabe que hoy va a tener que enfrentarse a un momento decisivo en su vida. Se levanta con desánimo y sabiendo que, en tan solo unas horas, va a tener que enfrentarse ante un funcionario y sin presencia de ningún abogada. Su acusación directa y con pruebas del asesinato de Claudia no la permite recibir ni realizar llamadas para contactar con familiares o amigos, de momento, y ella ha rechazado el uso de un abogado de oficio.
Sale de su celda dirigiéndose a la sala dónde desayunan todas las presas de esa cárcel. Coge su bandeja y camina hasta la esquina más oscura de la sala. Se sienta en soledad y desayuna sin mirar a nadie; tan solo mira la bandeja con la comida mientras reflexiona sobre lo que debe decir hoy.
Sin esperarlo, una presa con bastante mala pinta se acerca a su mesa y se sienta frente a Noemí. Ella ignora la presencia de esa desconocida, pero la otra no le quita ojo.
-¿Qué?-pregunta Noemí harta de sentirse observada.
La recién llegada levanta las cejas sorprendida por el tono borde de Noemí.
-Solo vengo a ofrecerte un trato-responde con una media sonrisa fingida.
-No quiero tratos, y menos con presas conflictivas-contesta Noemí en un tono bastante estúpido.
La desconocida achina los ojos.
-¿Cómo sabes que soy conflictiva? No me conoces de nada.
-No hay más que verte-responde Noemí levantando una ceja.
-Mira, novata, a mí tu caso me la suda por completo, pero yo aquí no he venido a perder el tiempo, ¿sabes? El tiempo que pase aquí quiero que me sirva para vivir la vida padre cuando salga fuera, así que solo venía a ofrecerte pactos. Sé que las nuevas que entran aquí suelen entrar asustadas y que, la gran mayoría, no pueden hacer llamadas y están deseando hablar con familiares o amigos, ¿me equivoco?
Noemí no responde, pero su mirada fija expresa una respuesta afirmativa.
-Esto es muy sencillo, si quieres un móvil yo te lo puedo conseguir en menos que canta un gallo, pero a un módico precio.
-¿Tú quién eres?-pregunta Noemí antes de continuar hablando.
-Jazmín, encantada-responde con una sonrisa forzada.-Lo dicho, novata, si necesitas algo no dudes en pedírmelo-termina diciendo.
-Tengo una hija fuera, no me la puedo jugar-advierte Noemí.
-No soy tonta; sé cómo hacer todo tipo de cosas aquí dentro sin ser vista-son las últimas palabras de Jazmín mientras se levanta de la mesa.
Noemí queda otra vez sola en la mesa analizando las palabras de esa presa. Jazmín se dirige a la puerta del comedor y, antes de cruzarla, dedica una última mirada desafiante a la novata.
Cuando termina de desayunar, Noemí se levanta y, tras dejar la bandeja al lado de la basura, sale del comedor y se dirige a su celda. Pasan poco más de diez minutos hasta que acude un funcionario a buscarla.
-¿Noemí?-pregunta desde la puerta de la celda.
-La asesina de la grapadora-confirma ella haciendo uso del humor negro.
-Acompáñame, por favor-ordena el funcionario.
Ella se levanta y camina tras él. Avanzan hasta salir de la zona de las celdas y el hombre se para en la puerta metalizada de una sala apartada del resto de presas.
-Aquí dentro está el inspector que va a llevar tu caso-le informa el funcionario de prisión.-Yo me quedo aquí en la puerta, entra tú sola y habla lo que tengáis que hablar.
Noemí hace caso y cruza la puerta sola. Al entrar descubre frente a ella una mesa con una silla a cada lado; la que tiene más cercana a ella es la que se supone que debe ocupar, y en la otra hay un inspector de policía encargado de su caso. La sala es oscura y no tiene ninguna ventana; tan solo se ilumina por una luz led que hay situada en el techo. Desde el punto de vista de Noemí, al lado derecho se puede observar un cristal negro desde el cual los policías vigilan los interrogatorios desde el otro lado de la sala.
-Inspector Pérez, encantado-se presenta el policía.
-Noemí-responde ella acercándose a la mesa.-Aunque supongo que ya sabrás quien soy.
-Naturalmente-dice él con una media sonrisa sin dientes.-Siéntate, por favor.
Ella se sienta sin decir nada, a pesar de estar harta de no parar de recibir órdenes de lo que tiene que hacer.
-Bien, Noemí... Cuando quieras-dice él esperando un discurso de la presa.
-Cuando quiera, ¿qué?-pregunta ella confusa.
-Está claro que un crimen con tanto ensañamiento no se hace porque sí, ¿porque crees que no te hemos llevado a juicio ya?
Noemí se encoge de hombros.
-Porque queremos ir más allá-responde el mismo inspector a su propia pregunta.-Es evidente que tenías un motivo de peso para cometer semejante asesinato; le dejaste la cara completamente desfigurada.
-¿A dónde quieres llegar?-pregunta ella sin intención de andarse con rodeos.
-A que me cuentes qué vínculo había entre Claudia y tú-contesta el inspector sin tapujos.
-No había nada entre ella y yo-niega ella rotundamente.
Pérez levanta las cejas sorprendido por esa respuesta.
-Sabes que me estás mintiendo y además descaradamente-dice el inspector.-Llevo más de diez años de servicio y he visto ya muchos casos de asesinato. Tengo olfato para estas cosas, y sé ver cuando hay una historia detrás de un homicidio-insiste en búsqueda de encontrar el móvil del delito.
Noemí achina los ojos pensativa, medita unos segundos y después pregunta:
-¿Me puedo ir?
-Puedes irte-responde Pérez.
Noemí se levanta y se dirige a la puerta de la sala, pero antes de salir oye unas últimas palabras del inspector:
-Pero recuerda que el juicio se acerca; si cuentas cuál es el móvil del delito podrías reducir tu condena, de lo contrario te morirás aquí dentro.
Ella ignora esta última advertencia y sale de la sala con la cabeza bien alta. El funcionario que la esperaba fuera, la acompaña con el resto de presas. Noemí camina deprisa con un único objetivo; volver a encontrarse con Jazmín. A causa de la rapidez al caminar, se choca con otra presa desconocida y aprovecha para preguntarle:
-Perdona, ¿has visto a Jazmín?
-Está en el patio, pero vigila los tratos que hagas con ella-le advierte la desconocida.
Noemí ignora por completo la advertencia y se dirige al patio. Al salir, busca rápidamente a Jazmín y, en cuanto la ve sola en una esquina, avanza hasta ella.
-He cambiado de opinión-anuncia Noemí en su llegada.
Jazmín alza las cejas sorprendida pero satisfecha por el repentino cambio de idea de la novata.
-¿Qué necesitas y para cuando?
-Lo que me ofreciste; un móvil-responde Noemí.-Lo necesito antes de que acabe esta semana-añade.
Jazmín asiente lentamente cerrando los ojos poco a poco, después vuelve a abrirlos y contesta:
-Te va a salir caro, novata.
-No importa, mientras que no sea dinero hago lo que quieras-responde Noemí encogiéndose de hombros.
Jazmín queda ausente durante unos instantes, mientras que la novata está expectante a sus palabras.
-¿Alguna vez has traficado droga?
-Nunca-niega Noemí rotundamente.
-Pues aquí vas a aprender.

𝐌𝐢 𝐯𝐢𝐝𝐚 [𝟏] (✍️)Where stories live. Discover now