Capítulo 9: Irreversible

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Suelen decir que la muerte es parte de la vida, aunque también es cierto que otra gran parte de la población ve la muerte como la mayor desgracia. El rasgo más característico de la muerte es que es irreversible; es lo único del mundo que no tiene solución alguna.
Claudia yace en un ataúd marrón oscuro. Viste un vestido negro, aunque no se puede ver entero ya que el ataúd solo deja a la vista el cuerpo de cintura para arriba. Las manos las tiene colocadas una sobre la otra encima de su ombligo. Ha sido maquillada con la intención de disimular las heridas por las que murió desangrada, aunque no se han obtenido grandes resultados. Su larga melena oscura está visiblemente arreglada y se encuentra suelta recorriendo su pecho.
A la izquierda del cuerpo sin vida de la joven Claudia está su madre, mientras que a la derecha llora su padre. Les separan un par de metros de distancia en los que se encuentra situado el ataúd con la fallecida.
-¿No ha venido Carlos?-dice extrañada la madre de la fallecida.
-Ya te dije que ese hombre no me gustaba-comenta el padre.-Si en cuatro meses que llevaban de relación ya se casaron; ¡esa relación no tenía ni pies ni cabeza!-se queja.
-Ahora no es momento de reprochar los errores de la niña-recrimina la madre haciendo referencia a su hija.
-¿Y cuando es momento?-pregunta el padre a la defensiva.
-Déjalo-responde ella.-Salgo un momento a tomar el aire.
La mujer sale de la sala indignada por la actitud de su marido. Avanza por el pasillo que comunica todas las salas en las que se encuentran decenas de familiares y amigos despidiendo a sus seres queridos hasta llegar a la salida. Por la misma puerta por la que ella sale, entran dos hermanos muy apenados por la pérdida de su abuela. Ambos avanzan como almas en pena hasta que ven que, justo al lado derecho de una puerta que da a una de las salas, pone el nombre de su recién fallecida abuela; Carmina. Entran y caminan hasta que reencuentran con su madre.
-Mamá-susurra Sergio mientras la abraza.-Te he echado mucho de menos estos días.
Se separan y es cuando la madre le responde:
-Han sido días complicados para todos, hijo. Ya tienes el alta, ¿no?-pregunta tratando de buscar algo positivo entre toda esta situación.
-No exactamente-responde Sergio cambiando el aspecto de su rostro por completo.-Tengo un permiso para venir al tanatorio, pero después tengo que regresar.
-Joder-se queja la madre dándose cuenta de que no puede encontrar nada bueno en este momento de su vida.-¡Ni que te hubieran llevado preso! Tan solo fue un desmayo por un bajón de azúcar-continúa quejándose Alba desde su desconocimiento más absoluto de la verdadera versión de los hechos.
-Ya...-contesta Sergio cabizbajo.
-¿Dónde está el abuelo?-pregunta Valeria tratando de desviar el rumbo de la conversación.
Ella sabe algo más que su madre acerca de lo ocurrido aquella tarde, pero no lo suficiente como para darse cuenta de la persona que se esconde tras esa fachada de niño bueno que tiene su hermano.
-Está al lado del ataúd-indica Alba a sus hijos a la vez que señala la dirección con su mano derecha.
Los jóvenes se dirigen hacia allí sin articular palabra. Al acercarse, se detienen varios metros atrás de dónde se encuentra el cuerpo sin vida de su abuela. Observan como su abuelo le coge la mano a su difunta esposa y le susurra algo que no logran oír. Sergio se da cuenta de algo muy curioso en una situación como esta; a Ignacio se le ve afectado, pero no ha soltado ninguna lágrima, bien es cierto que hay gente que no expresa sus emociones con facilidad y también es cierto que su abuelo no es de lágrima fácil, pero en una situación así parecía impensable imaginarse al viudo con la cara en perfecto estado.
Valeria da un paso al frente y se acerca a su abuelo desde el otro lado del ataúd. Este le mira pero no le dice nada.
-Lo siento-se lamenta la nieta.-¿Cómo estás?-pregunta con una mirada dulce.
-¿Cómo quieres que esté?-dice Ignacio a la defensiva.-Mi mujer se ha suicidado, no puedo entender que...
-¿Que se ha qué?-interrumpe Valeria alzando el tono de voz.
Ignacio se da cuenta enseguida de su metedura de pata, él no sabía que Alba no les había contado toda la verdad a sus nietos.
-¿Qué te ha contado tu madre?-pregunta Ignacio antes de seguir hablando.
Sergio observa la escena a unos metros de distancia, pero sin meterse.
-Me dijo que fue un ataque al corazón, ¿me mintió?-exclama muy alterada.
El anciano se encoge de hombros sin saber que decirle a esa joven desconsolada y consumida por el cúmulo de infortunios en tan poco tiempo. Ella sale de la sala llorando mientras que su hermano la sigue sin decirle nada. Avanza por el pasillo hasta llegar a la puerta de salida y cruzarla.
-¡Valeria!-grita Sergio corriendo tras ella.
-¿Qué cojones quieres?-le pregunta ella volviéndose hacia él.
-La pregunta no es esa, la pregunta es: ¿qué cojones haces largándote del tanatorio de esta manera?-le corrige el ofendido por su salida.
-¿Acaso has oído lo que me ha dicho el abuelo?
-No-responde él encogiéndose de hombros.-Pero eso da igual, no es excusa para...
-La abuela se suicidó-interrumpe Valeria.
Sergio cambia la expresión de su rostro por completo.
-Eso no puede ser-niega rotundamente.-Fue un infarto; ¡nos lo dijo mamá!
-Nos mintió a los dos-contra argumenta la hermana levantando las cejas.
-No, no, no-continúa negando Sergio dando vueltas en círculos.
Valeria se harta de verlo así y lo para en seco agarrándolo de los hombros.
-Escúchame muy bien-ordena Valeria mirando a su hermano fijamente a los ojos.-Algo está pasando aquí y lo voy a descubrir.
-¿Qué dices?-contesta Sergio impresionado por la actitud de su hermana.
-No es normal todo lo que está ocurriendo-insiste ella achinando los ojos.-La abuela se suicida, mamá nos miente, al abuelo parece que le de igual el suicidio de su propia mujer, tú me dices el otro día que consumes drogas, Dani lleva días sin responder ni mis mensajes ni mis llamadas...
-¿Qué Dani? ¿Tu novio?-interrumpe Sergio algo tenso por la mención de ese chico.
-¿Qué otro Dani conozco?-pregunta Valeria a la defensiva.
Sergio niega con la cabeza avergonzado por su metedura de pata, pero es que no podía evitar resaltar la mención de Daniel.
-Valeria-comienza diciendo Sergio a punto de confesarle uno de los muchos secretos que esconde su familia.
-Dime-es la respuesta de ella.
Sergio mira a ambos lados antes de empezar a hablar. Se arma de valor y empieza a relatar:
-Dani y yo...-pero ahí se detiene.
Valeria frunce el ceño extrañada por oír que su novio y su hermano tienen algo en común que los une (o eso parece). Queda a la espera de una continuidad de la frase que no llega.
-Dani y tú, ¿qué?-pregunta la joven intrigada por conocer esa información.
-Nada, da igual-contesta Sergio apartándose de su hermana.
Valeria se coloca ágilmente frente a su hermano y le dice:
-Tú no te vas de aquí hasta que yo me entere que ha pasado entre Dani y tú.
-¿Qué haces, Valeria?-pregunta Sergio alucinado por el tono que usa su hermana.-Actúas como un detective.
-Ahora mismo me siento como tal, ya te he dicho que estoy dispuesta a averiguar todos los secretos que se me están ocultando-advierte ella con una mirada firme y seria.
-No es nada...-insiste Sergio tratando de evitar que le sonsaque la información.
-Si no es nada, cuéntamelo-pide Valeria con una media sonrisa forzada.
Sergio suspira cansado de su hermana. Mira hacia arriba blanqueando los ojos y tratando de hacer tiempo para pensar en qué decirle a su hermana. Sabe que no le puede decir la verdad, y mucho menos ahora, pero también sabe que debe decirle algo que suene creíble, de lo contrario la tendrá todo el día encima tratando de buscar respuestas a sus preguntas.
-Dani está ingresado en el mismo hospital que yo, el otro día cuando te buscaba me encontré con él-confiesa Sergio dándole una información verdadera, pero que no es el secreto que esconden.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Qué le ha ocurrido? ¿Y por qué no me ha dicho nada?-exclama ella muy impactada por la noticia.
-No sé porque está ingresado, y tampoco me preguntó por ti-responde él encogiéndose de hombros.
Valeria niega con la cabeza achinando los ojos muy extrañada. ¿Por qué su novio iba a encontrarse con su hermano y no preguntarle por ella? Y lo peor, ¿por qué no le ha dicho nada a ella?
-Cuéntame todo-ordena Valeria sin perder su mirada firme y seria.
-Nada. Solo me lo crucé y le saludé, enseguida apareció su madre y se lo llevó de vuelta a la habitación impidiendo que pudiésemos hablar ni siquiera unos minutos-le explica él sin demasiados detalles.
Valeria achina los ojos más todavía dándose cuenta de que su hermano le está ocultando algo, pero no le dice nada.
-Vale, gracias. Vuelvo a dentro-anuncia Valeria con una sonrisa marchándose de vuelta al interior del tanatorio y dejando a su hermano solo en el exterior.
Él sonríe falsamente y espera a perderla de vista. Cuando ya ha entrado en la sala dónde yace el cuerpo sin vida de su abuela, él coge rápidamente su móvil y escribe un mensaje para Daniel: "Me vas a matar". En lo que espera una respuesta, se acerca a un hombre que está fumando y le pide un cigarro, este se lo da y le deja el mechero. Sergio enciende el cigarro y se vuelve a apartar de aquel desconocido. En cuanto da la segunda calada nota una vibración en su bolsillo. Saca el móvil y lee el mensaje entrante: "Dani: ¿Qué pasa?". Antes de responder se plantea unos segundos si debe explicarle ya lo que tiene que decirle o si, por lo contrario, por hoy ya es suficiente de meteduras de pata. Finalmente opta por dejar que el propio tiempo le haga saber cuál ha sido su metedura de pata de hoy: "Da igual, ya lo verás, pero no te enfades porfa".

𝐌𝐢 𝐯𝐢𝐝𝐚 [𝟏] (✍️)Kde žijí příběhy. Začni objevovat