29. Madre e hija

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Toco la puerta por tercera vez, con la esperanza de que haya algún demonio en la casa que quite el cerrojo y me deje entrar

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Toco la puerta por tercera vez, con la esperanza de que haya algún demonio en la casa que quite el cerrojo y me deje entrar. Porque claro, siempre tan poco pensante en situaciones aquí.

Me siento sobre la maleta gris. Estoy rendida y quiero dormir. Mañana tengo que volver a integrarme al instituto y ni hablar de todas las malditas tareas que tengo que entregar poniéndome al día.

Al menos se creyeron la mentira de que tenía un asunto familiar que atender y era cuestión de vida o muerte. Aunque no es tan mentira después de todo...

—¡Señorita Hayden! —escucho que una voz llama.

Volteo algo extrañada. No es un tono que haya escuchado, pero... se me hace un poco conocido. Cuando doy con el jardín de la casa de los Edwards, me encuentro con Clarita, la señora que ayuda con los quehaceres.

—Oh —me sorprendo un poco —, hola, Clarita. Te dije que puedes tutearme.

Ella me sonríe ampliamente. Es muy respetuosa y llama a casi todo el mundo por "usted". Su cabello está perfectamente recogido en un moño bajo y tiene el uniforme de siempre.

—Hola —me devuelve el saludo. Seguido, extiende su mano hacia mí y me entrega algo —. Son las llaves de tu casa. Tu madre las dejó aquí hace... ¿una semana? Más o menos. No sabía con exactitud cuándo volverías.

Agarro el juego de llaves. Está tibio.

—Ay, muchas gracias —sonrío amablemente. Ella se limita a asentir con la cabeza y se devuelve a la casa.

La detengo.

—¡Oye! —voltea a verme sobre sobre su hombro.

Madre mía, ¿cómo lo pregunto?

—Ehm... ¿los chicos están ahí? —me tambaleo un poco.

No he desayunado, me va a dar algo.

Clarita vuelve a sonreírme. No sé cómo puede estar siempre de tan buen humor. El gesto que hace es comprensivo.

—No, están de viaje —explica, esperando que reaccione de alguna manera. Solo me confundo —. Vuelven mañana en la tarde, eso creo.

Asiento con la cabeza, algo sorprendida.

Te enterarías de las cosas si tuvieras teléfono.

En efecto, debo ir a comprar uno en estos días, pero no hoy. Demasiado cansancio en mi sistema.

Me doy cuenta de que no he respondido cuando ella chasquea sus dedos para sacarme del mini trance post conversación con mi conciencia.

—Vale, gracias —me despido con la mano en la que no tengo las llaves.

Meto mi salvación en la cerradura de la puerta y esta abre con un sonoro click. Una vez entro a la estancia, el aire a limpieza me hace recordar que regresé, por ende, rutina diaria antigua, allí te voy.

La Nueva Vida De Hayden ✔️Where stories live. Discover now