4. Despertar en camino

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Por primera vez en los días que tengo en esta ciudad...

Me despierto con la alarma de mi celular. Este suena y vibra sobre mi mesita de noche, marcando las 6:20 AM. Esta vez, no me pienso quedar mis clásicos cinco minutos más que cuando cierro los ojos ya pasa una hora, ya que hoy no es un día cualquiera. No es un día de vacaciones.

Es el primer día de instituto.

Y me iré a clases con mis vecinos. La modelo y el insinuado.

Apago la alarma y me tiro al piso con los pies calientes. Luego recuerdo que, si mi madre me ve, me mata, así que me recuesto en la cama y a tientas busco mis sandalias. Al ponerme de pie, me miro al espejo.

Y sí, como siempre que me levanto, mi nido de aves está presente, las marcas de las sábanas en mi cara y mis ojos hinchados. Soy yo. Definitivamente.

Ahora sí, camino arrastrando mis pies hasta el baño y me ducho de pies a cabeza. Dejo mi cabello con un poco de acondicionador para no tener que usar otros productos y hago un moño desordenado en él. Envuelvo una toalla en mi cuerpo y salgo del baño para ir hasta el armario y sacar lo que ya tenía preparado. Un pantalón color blanco con algunos cortes por delante, unos tenis Converse color negro, y cuando agarro la blusa...

Maldita sea. Está manchada. El jodido Clorox.

Creo que el karma no ha terminado de cobrarte.

Tenía esta blusa en específico, por una razón muy obvia; es la única que tengo limpia y es formal. La única con la que puedo andar en la calle sin parecer que ando demasiado casual para la ocasión. Y si la mancha no se notara, me la pusiera.

Pero tal vez puedo...

Acerco mi nariz a la mancha y... iugh. Parece como si estuviese hecha del químico mismo. Es imposible. No puedo ponerme esto ni de broma.

Y ya se me está haciendo tarde.

No lo pienso mucho, y tomo una camisilla sin mangas. Me la entro por la cabeza, lo que hace que mi moño se deshaga. Igual me voy a peinar, pero como no pienso ir tan al descubierto, agarro la primera sudadera que encuentro (es negra con una frase en francés que sabrán los franceses lo que dice) y hago el mismo proceso que con la prenda anterior.

Eso debería bastar, no estoy descubierta.

Tomo el peine y desenredo mi cabello con la mayor rapidez posible. Como no tengo tiempo para hacer algún peinado, me limito a dejarlo suelto, al natural. Espero que con el acondicionador que me dejé sea suficiente para que no se alborote demasiado. El cabello ondulado suele ser bipolar.

Le doy un halón a la mochila (que gracias al Señor que la preparé anoche) y bajo las escaleras disparada como una bala. Mamá ya se ha ido hace media hora a su trabajo como enfermera, por lo que debo encargarme de cerrar todo. Y aun no me he desayunado, pero así tendré que irme, porque si no, me dejan los vecinitos.

Aseguro las ventanas y puertas. Finalmente, paso el pequeño jardín que está frente a la casa y veo la hora en el reloj que llegué a ponerme antes de cerrar; las siete con veinticinco de la mañana y la entrada es a las ocho. Volteo la cara a la derecha, donde está parqueado un Audi A3 perfectamente limpio en frente de la casa de mis vecinos, donde los mencionados ya esperan recostados en la parte lateral de este. Maddie me ve y el aburrimiento se esfuma de su cara. No duda en venir hacia mí y apretarme en un gran abrazo.

—Qué bueno que llegaste.

No me deja decir nada y me hala hasta el auto. El despampanante auto color azul marino. Dylan me cacha mirándolo como una boba, pero no me importa mucho, el azul siempre es digno de contemplar como un rey.

La Nueva Vida De Hayden ✔️Where stories live. Discover now