86 - (LSDCamniel) El Amor no es Perfecto

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Me enamoré de mi mejor amigo Gabriel poco tiempo después de conocerlo. No fue amor a primera vista, pero poco a poco su trato tan especial me confundió, y a pesar de nuestra joven edad, mi rostro se sonrojaba inevitablemente al verlo. Comprendí que obtener su amor iba a ser complicado por nuestra situación, ya que ambos éramos chicos. Me enredé en un peligroso sentimiento homosexual.

Mi primer amor fue un pecado que se fortaleció hasta hacerme perder la razón de todo. Solo quería una pequeña esperanza para dejarme llevar y entregarle todo lo insignificante que era.

La espera, luego de saber sobre mis sentimientos, se hizo larga. Toda esperanza se fue desvaneciendo día a día, mes a mes, año a año, hasta convertirnos en jóvenes con sus propios problemas sentimentales.

En nuestra adolescencia hice que mi amor por él se durmiera completamente. Tenía miedo de perderlo como amigo, ya que Gabriel dejó que viera su desprecio por mí cuando insultó a su hermano mayor sin medir sus palabras. Nunca lo había visto tan enojado desde que lo conocí, pero esa tarde sus palabras me dolieron.

"No acepto que en mi familia haya un maldito homosexual de mierda. Desde ahora ya no tengo hermano"

Ellos siempre vivieron en mundos distintos a pesar de no tener tanta diferencia de edades, ya que casi nunca conversaban ni compartían sonrisas Fraternales; los dos hermanos nunca habían tenido una relación cercana, pero a pesar de aquello, alrededor de ambos siempre se sintió un respeto mutuo.

Ese pequeño contacto desapareció entre ellos cuando el hermano de Gabriel reveló que era homosexual y que estaba cansado de ocultarlo, ya que tenía planes de presentar a su pareja ante la familia. Fue un acto muy bochornoso. Nunca imaginé que el hermano de mi mejor amigo, el joven atento que siempre me sonreía con amabilidad, armaría un espectáculo en plena cena.

Ese día me había quedado en casa de Gabriel para hacer la tarea, por eso él me pidió que me quedase para almorzar con su familia. No iba a ser la primera vez, así que acepté gustoso, sin imaginarme el espectáculo familiar que presenciaría. La situación me incomodó, pues no era un miembro de la familia como para estar sentado escuchando la discusión. Aun así, me quedé sentado mirando mi plato, ya que mis piernas no fueron capaces de responder.

Los padres de Gabriel casi no hablaron, no supieron cómo reaccionar, pero sus pocas palabras desaprobaron la homosexualidad de su hijo mayor. Al contrario de ellos, la noticia provocó que Gabriel explotara y rompiera toda relación con su único hermano por despreciar la homosexualidad. Sus palabras fueron crueles, pero su hermano mayor no lo reprochó ni se vio afectado por ninguno de los comentarios de sus familiares.

Ahí sentado, sin poder hacer nada, sentí mucho miedo, ya que me vi reflejado en el hermano de Gabriel y todo el desprecio que mi amigo vertió sobre él sin demostrar arrepentimiento, pues las disculpas nunca llegaron al pasar los días. Ese respeto que los envolvía como hermanos desapareció totalmente. Ellos no se volvieron a hablar después de aquel incidente.

Gabriel fue mi amigo en la primaria y continuó siéndolo en la secundaría a pesar de los sentimientos tan fuertes que sentía por él. No había otro camino para los dos. El desprecio por su hermano me lo demostró, así que seguí con nuestra pura amistad solo para no perderlo.

El día que ingresé a la universidad todos me felicitaron por la nueva etapa que iniciaría. Gabriel me daba consejos sobre los profesores, cursos y actividades a pesar de no estar en la misma universidad. Él cursaba el tercer año en la universidad Nacional Mayor de San Marcos y yo el primer año en la Villarreal. Aunque nuestras universidades quedaban lejos, Gabriel solía venir a la mía para comprar libros o para hacer deberes en la biblioteca. Sus visitas me hacían muy feliz, ya que mi corazón latía fuerte cada vez que me llamaba para decirme que vendría.

Al pasar los días sus visitas me empezaron a provocar muchos miedos. Cuando él me llamaba le mentía diciéndole que estaba ocupado con las tareas grupales de mi universidad solo para que no viniera. Sabía que estaba actuando mal, pero la sonrisa y atención que le demostró a mi amiga, me hicieron sentir celos.

Gabriel solo había salido con una chica en secundaria. La conoció en primer año y poco tiempo después, empezaron a salir. La noticia de que Gabriel saldría con una chica me derrumbó. Caí en una dura depresión porque lo amaba mucho. En casa solo lloraba a escondidas, pero mamá se dio cuenta, por eso me reportó como enfermo para poder faltar a las clases. Gabriel se preocupó, e inocentemente me dio ánimos, a pesar de no saber que él era el causante. No pude hacer nada más que aceptar su relación durante los cinco años que duró la secundaria, ya que Gabriel terminó con su primera enamorada durante el quinto año. Lo de ellos se había convertido en una costumbre, por eso terminaron, pero continuaron siendo amigos.

En mis primeros días de clases conocí a una chica muy tímida. Ella se sentó en un rincón de la clase, muy alejada de todo el alboroto que los provocaban chicos recién salidos de la secundaria. Ella llevaba el cabello sobre el rostro, lo que provocaba que apenas se le pudiera ver. Su timidez y cortantes respuestas evitaban que se le acercaran, pero yo continué sentándome a su lado a pesar de sus pocas palabras al responderme cuando le hablaba. Ella era una chica agradable, por eso permanecí a su lado y nos hicimos amigos.

Mis nuevos temores se iniciaron nuevamente cuando ellos coincidieron. La amabilidad que Gabriel le mostró a mi amiga de la universidad fue muy especial a pesar de no haber sido la única compañera que le presenté. Todas mis chicas se mostraron atentas e incluso los coqueteos no faltaron, pero toda la atención de Gabriel estuvo puesta sobre mi amiga cada vez que él la veía.

Después de darme cuenta del especial interés de Gabriel por ella, no quise que volviera a mi universidad, así que siempre me negaba cuando él quería venir a pesar de su insistencia.

Pensé que lograría que dejara de venir, pero todos mis esfuerzos me dieron las espaldas. Gabriel vino mi universidad sin decirme nada y esperó a que mi clase terminara. Me sorprendí verlo parado afuera del salón, pero fingí y lo recibí tranquilo. "Qué tal si no me encontrabas", Le reproché. Él se disculpó y luego preguntó por ella al no verla.

Su simple pregunta borró mi sonrisa, pero luego me reí de mí mismo por desear que su amor no fuera de nadie tan solo porque no podía ser mío.

Los siguientes días fueron iguales: El venía a la universidad y regresábamos los tres juntos. Poco después ellos cambiaron sus números y empezaron a salir sin decirme nada, como citas previas antes de ser novios. No me sorprendí cuando Gabriel me contó que ella ya era su enamorada y que desde la primera vez que la vio le había causado mucha ternura. "El amor a primera vista existe", me dijo sin darse cuenta de que me estaba lastimando.

La ternura con que la trataba era sin igual, como si fuera su todo, como si de verdad la amaba. La experiencia de Gabriel en el amor con su primera novia le bastó para enseñarle a ella, porque mi amiga nunca había salido con nadie. Ella era la hija de papá que solo vivía para los estudios y la familia. El encanto del amor la embelleció, aunque por dentro continuó siendo la chica tímida, ya que sus mejillas se sonrojaban y su voz se entorpecía cuando me contaba todo sobre ambos.

"Es igual que en el colegio", me dije. "Pero que importa, porque el odia a los homosexuales, por eso no hay oportunidades para mí", me repetía tratando de contener mis lágrimas cuando los veía. A pesar del dolor, no dejé que la indiferencia de Gabriel me derrumbara. Continué sonriendo para que nadie notara mi estado de ánimo como en la secundaria. Imaginé que Gabriel terminaría con ella junto con su etapa universitaria, igual que con su primera novia.

Pero no, no pasó.

"Estoy embarazada, no sé qué hacer", Ella me dijo un día entre lágrimas.

No había esperanzas para mí, nunca las hubo, porque él odiaba a los homosexuales y porque iba a tener una familia. Mis lágrimas caían amargas, y aunque intenté ocultarlos, no pude. Nadie notó mi tristeza porqué todos se encontraban afrontando sus propios problemas.

El amor nunca fue para mí y, a pesar de dejar que otras manos cubrieran mis ojos llorosos, aún me dolía ver a Gabriel junto a ella y a su pequeño bebe como una hermosa familia.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora