57 - Quiero Saber

9.9K 715 81
                                    

Que tu mejor amigo te diga que está saliendo con otro chico no debería generar reacciones positivas, porque, quién aceptaría algo como eso, que tú mejor amigo salga con un hombre. "Voy a salir con un chico", esas palabras, las de mi mejor amigo Max, me dolieron. Sentí que él me estaba traicionando, pero no podía hacer nada.

Solo fue una confesión normal entre mejores amigos. Ambos solíamos confiarnos todo, así que él empezó a hablarme sobre Ángel, el chico que se le declaró y que esperaba su respuesta. Esa respuesta fue respondida por Max no mucho tiempo después, apenas solo unos días. A pesar de creer que mi mejor amigo no aceptaría, él lo hizo, aceptó salir con Ángel.

—Nos encontramos en el parque de casualidad y nos pusimos a conversar hasta que acepté salir —lo dijo tan naturalmente sin darse cuenta de mi conmoción.

Max me lastimó mucho. Sentí que yo no era lo suficiente para él, porque Max siempre estaba conmigo, pero eligió a un chico como novio.

Mis manos me empezaron a sudar y mis ojos me picaban incontrolablemente. Estar junto a él me empezó a sofocar, me comencé a sentir enfermo.

Me encontraba desorientado, porque mi amigo me había dicho que estaba saliendo con un chico. Que me dijera algo como aquello me dolió, porque nunca creí que Max aceptaría salir con ese chico que se le había declarado. Qué de bueno tenía salir con alguien del mismo género, seguro que había algo, tenía que saber que era.

Me alejé de mi mejor amigo Max en malos términos. Sin darme cuenta, por lo alterado de mi estado, di varias vueltas lejos de casa. Solo pensé en lo sucedido hasta sin darme cuenta llegué a la casa de Caro, un compañero del colegio. Él se me había declarado y yo lo había rechazado tajantemente. Es que salir con otro hombre era algo que no podía imaginar ni aceptar.

— ¿Pasó algo? —me preguntó sorprendido, ya que apenas hablábamos en clases, ni mucho menos iba a su casa por la falta de confianza entre ambos. No me encontraba emocionalmente bien, por eso fui a su casa sin advertir mis decisiones imprudentes.

—Qué de bueno tiene salir con otro hombre —pregunté sin titubear, aunque con mis labios temblando.

Caro me miró un poco sorprendido, pero de inmediato me agarró la mano muy despacio y me llevó dentro de su casa. Pensé que eso era lo más adecuando, ya que esos temas tan complicados no podían ser hablados en el pórtico de su casa.

Entré, pero no recordé ver su sala, el color de sus paredes, ni nada. Mi mente se encontraba bloqueada. Reaccioné un poco cuando Caro empezó a guiarme por las escaleras. Nos detuvimos junto a una puerta que se encontraba al final del pasillo de su segundo piso.

—Conversemos aquí, en mi cuarto —yo no respondí. En mi mente solo estaba Max y su nueva relación con un chico, como yo—. Qué te pasó —preguntó.

—Es solo que... nada. Solo quise saber por qué, pero no importa —me cubrí el rostro muy avergonzado.

—Aún me gustas —me dijo de la nada—. No eres una mujer, pero quiero salir contigo.

Él agarró mis manos para retirarlas de mi rostro, como a veces Max solía hacerlo cuando me molestaba, pero el toque de Caro era muy distinto. Max era mi mejor amigo y Caro solo era mi compañero de clases, con quien casi no hablaba. Temblé un poco. "Esto es lo que quiere sentir Max, el toque de un hombre", pensé.

—No tengas miedo, Caramel, no serás el primer hombre en salir con otro hombre.

Su aliento estaba sobre mi rostro, tan cerca; sus labios tocando mis mejillas muy despacio; y yo solo pude sentir escalofríos. Sus besos eran frecuentes, cada vez más cerca de mis labios, muy cerca, sobre los míos, húmedos.

—No —lo empujé muy asustado—, esto no es normal.

—Caramel, tienes la mente muy cerrada. No pienses de esa menara, podríamos amarnos igual.

—Pero yo soy un hombre. Cómo te puedo gustar.

—Te voy a ayudar. Cierra los ojos —el cubrió mis ojos con una de las palmas de sus manos.

Qué era lo que Max quería sentir, cuál era su curiosidad, por qué me traicionó. No lo entendía. Mientras los labios de Caro empezaron a rozar los míos muy lentamente, yo solo pensaba en mi mejor amigo, en la manera en que me tocaba las manos, cuando me acariciaba el rostro, cuando me abrazaba desde atrás para sorprenderme y... en el tacto de sus labios cuando alguna vez rozaron los míos. Todo aquello entre nosotros siempre había sido pasado por alto porque éramos mejores amigos, pero los labios de Caro me asustaban mucho. Sus manos no se sentían agradables cuando me tocaba.

"Era eso lo que quiere sentir mi amigo", pensaba sentado en una de las tantas bancas del parque cerca de mi casa. Pensaba en Max, en lo mucho que lo quería y en lo mucho que apreciaba su amistad. Si él quería salir con un chico lo iba a aceptar, porque yo lo amaba y porque era lo más importante para mí.

—Caramel, dónde estabas. Tu mamá me llamó para preguntarme si estabas conmigo. Te demoraste en llegar a tu casa, Caramel. Dónde estabas, dime.

—Max... —No supe que decirle.

Max se sentó a mi lado y retiró los mechones que estaban cubriendo mi rostro. Pude sentir su preocupación por haberme desaparecido. Me sentí culpable.

Yo lo abracé. No era normal. Max siempre era quien me abrazaba hasta por las puras, por todo, para molestarme; porque sabía que el contacto demasiado efusivo me ponía nervioso. Él correspondió mi abrazo como siempre, pero esa vez fue uno diferente, uno con calma.

—No desaparezcas así como si nada, Caramel, no sabía dónde más buscarte.

—Max, te quiero, me gusta ser tu amigo. Ángel...

—No hables de él. Ahora lo más importante es Caramel. Vamos, tienes que comer o te vas a enfermar —él tocó mis mejillas con los nudillos de sus dedos.

Ese roce fue tan tibio, reconfortante, muy diferente a las caricias de Caro, los cuales solo hicieron que me arrepintiera, los cuales solo fueron para matar mi curiosidad, como Max. Qué de bueno tenía estar con otro hombre. No sabía que se sentía, ni con las chicas, porque nunca había salido con nadie. Mi única preocupación era permanecer junto a Max y jamás perderlo por nadie.

AUN SIEMPRE SERAS TÚ |1RA PARTE|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora