Capitulo siete: padlock

98 13 9
                                    

Los hermanos mayores se mantenían en una discusión entre que hacer y que no hacer, borrachos y teniendo que llevarlos yo a casa al final del día

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Los hermanos mayores se mantenían en una discusión entre que hacer y que no hacer, borrachos y teniendo que llevarlos yo a casa al final del día.

Emerson, tratando de que bajarán su consumo de alcohol, junto conmigo fuimos en busca del candado que tenía para colocar en el mini bar.

—Normalmente no son tan alcohólicos —dijó, tratando de sacar algo de que hablar.

—Claro, le dices a quien les llevaba las cervezas después de los shows —dije riendo mirando cada pasillo de su casa, que me encantaba cada vez más.

El sonrió de lado, tan tiernamente que me dejó mirándole un rato. Moví mi cabeza tratando de enfocarme. —¿Y dónde está ese dichoso candado? —pregunté al ver que buscaba en cada habitación que había en la casa. Hasta llegar a la suya.

—Siempre lo tengo en un lugar, pero supongo que ellos lo perdieron. ¿Quieres entrar? —preguntó, antes de abrir la puerta de su habitación.

Abrí la boca, tratando de pensar en lo correcto.

—Yo... Claro, está bien —dije, colandome a un lado suyo.

Al girarme choque con el escritorio que tenía a la izquierda, perdiendo el equilibrio y confianza que llevaba para terminar cayendo al suelo.

—Estoy bien, estoy bien —contesté sujetando su mano para levantarme.

—Creo que debí decirte que eso estaba ahí, lo moví está mañana para cambiar las cortinas —dijo, con una pequeña carcajada.

Su voz me calmaba de cierta manera, aún que no le prestará atención del todo a su explicación.

—Buscaré en el armario, ¿Puedes revisar en los cajones extras de allá? —apuntó a un mueble y asentí caminando hacia donde me había indicado.

Me coloque en cuclillas y comencé a rebuscar entre cada cajón, encontrando hojas sueltas y decenas de lápices olvidados.

—¡Aquí está! —grité levantándome y girando de golpe.

Él salio de armario, dando un suspiro. —Pense que jamás lo encontraría —habló, un poco más relajado.

Ahora, con algo más de paciencia, pude apreciar la habitación mejor. Pero mi atención se fue directo a la cama grande que se encontraba ahí, perfectamente tendida con unas sábanas que de solo verlas quería irme contra ellas.
Me sentía tan cansada que sin decir nada me deje caer de rostro contra la cama.

—Joder, está tan suave —dije, suspirando.

Emerson soltó una risa, dejándose caer de espaldas a mi lado.

—Lo se, no lleva mucho tiempo aquí, también no es que la use mucho.

Levanté la cabeza, alzando una ceja.

—¿Cómo? —pregunté, tratando de no mal pensar nada.

«Piensa en la Biblia Chérie» me dije, por qué a fin de cuentas era el hermano de quién me gustaba.

—Si, con las giras y las constantes desveladas apenas y descanzo en ella —contestó, mirando el techo—. ¿Que crees que le vendría bien allí arriba? —preguntó tratando de pensar en algo.

Me recosté de espaldas como él. Mirando el techo y la luz que le daba por la ventana.

—Posiblemente un cielo, justo como las otras habitaciones de la casa. Aún que podría ser un atardecer, o un anochecer... Algo que le dé un color rojizo y más... Ya sabes —sonreí girando mi rostro hacia él haciendo gestos con mis manos.

Miro mis ojos, como si tratará de adivinar lo que pensaba. Miro con detenimiento mi rostro. Sus ojos se pasaban haciéndome sentir extraña, pero no de mala manera, si no... Una extrañeza agradable.

—¿No quieres volver con tus hermanos? —pregunté, al ver que cada vez se acercaba más.

—Hay algo que quiero hacer desde que te vi en ese bar bailar con mi hermano —susurro, sintiendo su aroma de tabaco chocar contra mis labios.

E inevitablemente, se acercó besando mis labios delicadamente.

( . . . )

—¿Aquí vives verdad? —dije, dedicándole una sonrisa a Sebastian quien solo gritaba cosas sin sentido.

—Gracias chérie, estaba por ir —dijo Larisa, sujetando a Sebastian ayudándole a salir del auto—. ¿Quieres que te ayude con Remington? La madre de los chicos está aquí y puede quedarse con Sebastian mientras solo llevamos.

—Estaremos bien —le sonreí—. Nos vemos mañana.

—¡Hasta mañana! —sonrió mientras ambos entraban hacia su casa.

Remigton, estando en el asiento del pasajero solo me miraba, riendo.

—¿Que te parece tan gracioso? —pregunté, riendo instintivamente.

—Te ves tan linda manejando mi auto —Dijo, delirando.

Un par de risas más se escaparon de mi, era tan gracioso mirarlo así.
Pasando unas calles más me estacioné, dejando caer mi cabeza sobre el volante.

—¿Por qué me ponen en esta situación? —pregunté, levantando un poco la mirada viendo cómo Rem cambiaba de estación de radio.

Suspiré, tratando de pensar. Después de todo, Remington era mi refugio, ¿No?

desabroché su cinturón y el mío dejándome caer en su regazo.

—Se que posiblemente no recordarás nada, pero dime, ¿Te importo? —pregunté—. ¿Te importo lo suficiente para que siga ilucionada contigo?

El sonrió tiernamente, jugando con mi cabello.

—Te amo tanto —dijo riendo, tratando de besarme.

_________________________
Lo sé, esto se está poniendo un poco fuerte. Hice el capítulo algo más corto por qué siento que les saturó demaciado jajs ay.

Yo Solía Ser - Remington LeithWhere stories live. Discover now