death | #5 | teen wolf

5 | Lacrosse trials.

| Pruebas de lacrosse.

Isaac.

—Por supuesto que sigues siendo el capitán del equipo —dice Stiles con seguridad, tratando de tranquilizar a Scott mientras los tres caminamos hacia el campo de lacrosse para las prácticas de hoy—. Mejoraste las notas como el entrenador te dijo, ¿no?

—Sí, pero nunca me dijo que estaba de vuelta en el equipo. Solo que viniera hoy a las pruebas —manifiesta Scott con preocupación.

—Tenemos cosas importantes que resolver —asevera mi cuñado—. ¿Ya hablaste con los Argent-Marshall?

—Le mandé un mensaje a Allison, pero no respondió.

— ¿Le avisaste que su tía resucitó por mensaje de texto?

—No puedo pagar una llamada a Francia —justifica el Alfa.

—Esos no son problemas financieros. Paga una resonancia magnética y una visita a la Casa Eichen —masculla el pálido de manera amarga.

— ¿Otro aviso? —cuestiono con interés.

—Sí, este decía "Final" —contesta y luego truena la lengua—. ¿Qué diablos hacemos aquí? Tenemos 117 millones de problemas —dice, refiriéndose al dinero que fue robado de la bóveda de los Hale la semana pasado—, y el equipo de lacrosse no es uno de ellos.

—Parece que ahora lo es —declaro, mirando hacia el campo y viendo a un chico en la portería con un palo largo, atajando cada tiro que le lanzan.

— ¿Quién diablos es ese? —escupe Stiles.

El sujeto se quita el casco y deja a la vista su rostro infantil, con dos ojos pequeños y brillantes de color azul, sonriéndoles a sus compañeros. Rápidamente deduzco que es de primer año.

—Bien, Liam —lo felicita uno de sus amigos—. Quizá seas el primer capitán de primer año.

Le lanzo una mirada a Scott al oír ese último comentario, notando su expresión consternada y después miro a Stiles, que parece igual de preocupado que su mejor amigo.

—Tal vez deberíamos practicar un poco —recomienda, comenzando a caminar hacia el campo.

Scott y yo lo seguimos, probando sus habilidades en la portería primero ya que es el único que la temporada pasada no era titular; yo lo era y Scott solía ser el capitán, así que él no era más que uno de los que estaban en la banca hasta el último partido de la temporada anterior, cuando impresionó a todo el mundo anotando goles mientras mi novia y yo casi éramos asesinados por Gerard Argent y su maldita espada.

—Ha pasado mucho desde la última temporada —comento en voz alta, tomando otra de las pelotas en mi red.

—Demasiado —concuerda Scott, suspirando.

Los tres nos dirigimos a los vestidores cuando la primera clase del día está por iniciar y cambiamos nuestra ropa deportiva por ropa normal. Camino detrás de ambos una vez que estoy totalmente listo, acompañándolos hasta donde el chiquillo de hace un rato se encuentra, cambiándose también y dándose la vuelta para vernos.