XII.

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—Buenos días, Kenma.

Dijo Ayano, saludándolo en la entrada de la escuela. Kenma se acercó a ella para darle un abrazo y luego caminaron juntos por el pasillo. Ambos vestían el chándal de entrenamiento de preparatoria de su respectivo equipo, eran las seis de la mañana y tenían entrenamiento.

—¿Cómo estás? —preguntó él.

—Bien —sonrió—. ¿Y tú? ¿Estudiaste para el examen de literatura?

Asintió—. Sí, estuve en eso todo el fin de semana, así que estoy bastante fatigado de tanto haber estudiado.

—Ya —lo miró—. Deberías descansar de vez en cuando.

—Lo hago.

Carcajeó—. Si no estás estudiando, estás en esa consola de videojuegos tuya.

—Hey, también hago deporte —mostró la palma de las manos, en señal de defensa.

—Ajá —respondió, sarcástica.

Ayano fijó su vista en el pasillo nuevamente, buscando la salida al pasillo exterior interno de la escuela para acompañar a Kenma hasta el gimnasio donde entrenaba. Caminaron en silencio entre bostezos, cada diez segundos Ayano se tallaba los ojos. Pronto dieron con el gimnasio, aún Ayano tenía tiempo para acceder al campo de béisbol, por lo que pasó al gimnasio junto a Kenma y observó a quienes se encontraban ahí estirando. Se trataba de Yamamoto Taketora, quien estaba en segundo año en una clase inferior a Ayano; y Kuroo Tetsurō, el gato astuto y mentiroso. Ayano no quiso evitar entablar una conversación con él, por lo que quiso irse antes de que él la notara, sin embargo, fue imposible, puesto que Kenma había saludado con la mano en alto y habría llamado su atención. De inmediato, Tetsurō corrió hacia la chica, con la expresión seria.

—Hey.

Saludó, abriendo la pequeña entrada de madera del gimnasio para salir a donde transitaban los espectadores comúnmente. Ella se quedó en silencio, esperando a que hablase rápido para poder irse. Se cruzó de brazos, haciendo obvia su intención, mientras Tetsurō la observaba con la boca entreabierta y el pecho abierto, lleno de aire y tratando de encontrar algo que decir, sin embargo, cuando no halló palabra alguna, simplemente soltó todo lo acumulado en su cavidad torácica.

—¿Cómo estás?

Inquirió él, rompiendo el hielo. Ayano alzó una ceja y luego forzó una sonrisa irónica.

—Bien —respondió—. ¿Quieres hablar rápido? Tengo que ir a mi entrenamiento.

Se rascó la nuca—. No quería importunarte...

—Ya, entonces nos vemos.

Se giró decidida a abandonar el gimnasio, sin embargo, Tetsurō la detuvo sosteniéndola por la muñeca y atrayéndola hacia él.

—Quiero hablar contigo.

Suspiró—. Habla.

—Es que...

—¡Tetsu-chan!

Tetsurō se vio interrumpido ante aquel grito, abriendo los ojos como platos. Estaba tratando de decir que Hana no era importante, pero no podía si la susodicha acababa de entrar exclamando su nombre como si fuesen mucho más que amigos. Ayano se rió una vez la vio saltar a sus brazos, apretándolo con fuerza. Era obvio lo que Hana trataba de hacer allí, forzando a Tetsurō a recibir aquel abrazo y beso efusivo en la mejilla.

—Buenos días también, Matsuoka-san.

—Buenos días, capitana. Iré al campo de bateo.

Dijo Ayano, mirándola de manera divertida. Se dio la vuelta entonces, por fin libre de asistir a su entrenamiento. Tetsurō no pudo decir nada de todas formas con Hana presente, primero debía hablar con ella.

Dominó | Kuroo Tetsurō x OC |. PAUSA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora