DEVANEOS DE SEXO EN UNA ISLA SOLITARIA

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A los pocos días, fui de nuevo al bar, mis padres ya no se comían el cuento de que estaba enfermo. Apenas hacía 15 minutos de haber llegado, cuando un hermoso panorama nos cambiaba el ánimo al "Bolón" y a mi, eran dos chicas sinceramente espectaculares, una más guapa que la otra, y a través de los ajustados shorts que llevaban puestos, se notaba que tenían todo bien plantado en su lugar, nos quedamos con la boca abierta, ni siquiera me había percatado de que un cliente estaba esperando ser atendido, aunque luego de unos instantes, él también se recreó con el corto paso de esos dos monumentos de mujer.

A partir de entonces, todos los días aquellas ninfas del mar pasaban por delante del bar, lo que me permitía contemplarlas. Como siempre iban las dos solas, me curiosidad e intriga iba creciendo y cada vez estaba más ávido por saber quienes eran y deseoso de observar más de cerca esos lindos cuerpos, así transcurrieron un par de días, y en la isla a mí ya me habían soplado un par de rumores sobre ellas, entre los cuales me enteré donde se estaban alojando; todos especulaban con su edad y de donde eran, e incluso llegaron a decirme que podían ser una pareja de amiguitas lesbianas, por aquello de que pasaba el tiempo y no ligaban con nadie. Al principio, eso me decepcionó, pero luego esa fue una razón más fuerte para fantasear mentalmente con esos dos cuerpos perfectos fundiéndose uno con el otro. Llegó a tanto mi grado de atención sobre ellas, que podía haber hecho una escala con los tonos de piel con que regresaba cada una luego de tomar el sol al natural en aquella playa, de manera que su sex appeal era aún mayor con tan seductor bronceado sobre sus cuerpos, en cada uno de los centímetros de su piel.

Yo sabía que eran mujeres para soñar, casi inalcanzables, pues sin contar con el inconveniente de mi edad, no me considero feo, tengo un cuerpo varonil y definido y muchas amigas en el cole y en la universidad me consideraban atractivo, pero esas dos tipas eran demasiada mujer para cualquier hombre, aparte del rumor de que eran lesbianas. Cierto día, cuando menos lo esperaba, se acercaron al chiringuito y pidieron dos bebidas, el gordo del "Bolón" y yo casi nos peleamos por atenderlas, pero le gané la partida y haciendo el esfuerzo de que mis ojos no se me cayeran sobre sus escotes, serví sobre el mostrador lo que habían ordenado, conversaron amenamente entre ellas, mientras hacía callar al "Bolón" que estaba haciendo ruido en la cocina para que me dejar oír lo que platicaban estas dos señoritas. Al ver mi atención tan concentrada con ellas, les dio por departir conmigo con mucha simpatía, y entre otras cosas pude averiguar que se llamaban Carla y Lucía, y comencé a relacionar lo que me habían dicho mis amigos porque parece que no habían acertado casi nada sobre ellas, confirmándose una vez más que el deporte nacional acá, es el chisme.

Llegó nuevamente el fin de semana, el viernes con un movimiento desesperante, gente por todos los lados, fiestas que se montaban por todas partes, que se alargaban hasta el mismísimo sábado, sin contar a los que iban de largo, yo por mi parte, juicioso y cumplidor atendiendo el bar junto con mis padres y "El Bolón", así que el sábado en la mañana, un poco más temprano que lo habitual me dirigí a abrir el chiringuito porque sabía que la jornada iba a ser igual o más movida que la del viernes. Nuevamente me ví congraciado al percatarme de que se acercaba al bar una de las dos chicas despampanantes, vestía un poco ligera, parecía que estaba de buen un humor y comenzó a tratarme con cierta ironía, pidió un refresco y me estuvo platicando sobre su estancia de vacaciones, entre otras cosas; yo le pregunté porqué andaba sola, a lo que me respondió que su amiga Carla estaba algo resacada y se había quedado en casa. Sobre la que más comentarios había oído era precisamente de su amiga, de la que circulaba el rumor de que andaba con un tipo negrito llamado Match, que regentaba un pub no lejos de allí que se llamaba "Coyote Bar". A mi personalmente me caía mejor Lucía, me gustaba más su forma de tratarme, no sé, tenía un aire especial, la encontraba como mas cercana y asequible, además me daba la impresión de una hembra con deseos controlados, reposando para tomar fuerza, esperando el momento indicado.....casi podía oler sus deliciosas feromonas.

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