Jisung empezó a correr, ¿por qué? Porque se había equivocado de autobús hace treinta minutos y ahora estaba al otro lado de la ciudad corriendo hacia su universidad para no llegar tarde a las clases del S.Coups, buen profesor pero estricto.
Cuando iba por la mitad del camino, vio el autobús correcto y se apresuró a entrar, cayéndosele el móvil del bolsillo.
— Mierda...— masculló, viéndolo todo roto en la acera. Se agachó y lo cogió, entrando nuevamente al transporte. ¿Ahora qué haría? No le quedaba otra que comprarse otro, obviamente, pero ese no era el caso.
Se sentó en el asiento más cercano a la puerta, suspirando. ¿Por qué nada le iba bien?
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Llegó a la clase justo a tiempo, ya que el profesor estaba a punto de cerrar la puerta cuando entró.
— Buenos días, Han.
— Buenos días, S. Coups.
Dicho esto se fue a sentar en su lugar y sacó los libros, sintiendo una mirada clavada en su espalda.
Realmente estaba en problemas, pero prefirió evitarlo hasta el final del día, cuando no le quedó más que otra cuando le arrinconó contra la pared en el exterior del edificio, fuera de la vista de todos.
— Han, ¿por qué no viniste ayer?— preguntó, sujetando al más bajo por la cintura. Jisung rodeó sus hombros con sus brazos, sabiendo que no podía negarse.
— Mamá estaba enferma y tuve que quedarme con ella, lo siento.— era mentira, claro que era mentira. A Jisung le gustaba estar con él, pero no cuando lo obligaba a posar frente a otros. Se sentía vendido, pero a veces valía la pena cuando lo besaba en los camerinos después.
— Esta noche.
— No podré...— giró la cabeza hacia un lado, sintiendo como empezaba a besar su cuello.
— Oh, cariño, tienes que venir. Sabes cómo soy cuando estoy molesto y...—
