–Lamento lo de Giorno, es un buen niño. Debió preocuparse cuando escuchó a su hija llorar.– Comentó mientras colocaba un separador en el libro y volvía a guardarlo en el pequeño bolso que llevaba consigo. Jotaro negó suavemente con la cabeza nuevamente.–No, tu hijo me ayudó mucho tranquilizándola.–
Una tierna risa de terciopelo abandonó los delgados labios del chico.–Oh… Giorno no es mi hijo, sin embargo, creo es la manera más acertada de describir nuestra relación.– Aquella mirada tranquila se dirigió nuevamente a los niños quienes se hallaban ahora en lo más alto de uno de los juegos celebrando su hazaña.
–Eso lo explica, luces demasiado joven para tener un hijo.–Jotaro le miró de reojo al mismo tiempo que el chico pelirrojo le miraba a él.–¿Eso parece? Me alegra estar bien conservado. La realidad es que Giorno es hijo de mi actual pareja, pero como trabaja todo el día yo me encargo de él.
–Uhm… ¿Te casaste recientemente?– Era extraña la naturalidad con la que la conversación fluía entre ellos, pero Jotaro la agradecía, ya que hacía más ameno el tiempo en el parque.
–No…–El joven soltó un suave suspiro mientras recargaba su espalda completamente en el respaldo.–No estamos casados… o al menos así no lo sentimos, es una mera formalidad para el beneficio de nuestras familias. Soy libre de amar a quien me plazca y él igual.– El de la gabardina blanca enarcó una ceja, era una historia interesante la de ese chico. Aún así, ese tipo de familia no parecía ser la más sana para el pequeño niño rubio.
–¿Qué hay del niño?–No pudo evitar preguntar.
–Es la única razón por la cual no me he ido…–Aquellas orbes lavandas le miraron con suavidad.–Sé lo que es estar solo, puesto que el matrimonio de mis padres también fue arreglado…–Los ojos lavanda se apartaron para alzarse y admirar las tonalidades cálidas de aquella tarde.– Cada uno en sus respectivos trabajos o fiestas de caridad, sin tiempo para dedicarle al hijo producto de aquella unión forzada.–
Y pese al mensaje y tristeza que cargaban aquellas palabras, siguió con aquella sonrisa suave sobre sus labios.
–Yare, yare…– Bajó un poco la víscera de su gorra para ocultar su embelesamiento a aquella falsa sonrisa.
La primavera pasó a ser verano y el verano a otoño, en ese tiempo Jotaro había comenzado a experimentar con la atracción que sentía hacía Noriaki, probando y pasando los límites que el pelirrojo ponía. Jugueteando con aquellos alargados pendientes de cereza o rozando levemente con sus labios la poca piel expuesta de ese pálido cuello.
Embelesándose de los suspiros extasiados que abandonaban esos delgados labios, el suave aroma a flor de cerezo que desprendía aquella piel perfumada y de la cálida labia que el chico poseía.
Todo aquello ocultos de los perspicaces ojos de sus pequeños.
Y aunque Jotaro lo sintiera ridículo, no podía negar que no podría explicarle a su hija que amaba con absoluta devoción a Noriaki en lugar de su madre. Tampoco tenía la certeza de que Jolyne lo tomara bien, habían sido ya demasiados golpes a su pequeña.
Pero tampoco quería apartarse del pelirrojo.
Al menos hasta que tuvo que enfrentarse a un pequeño Giorno mientras Noriaki se encargaba de arreglar el peinado de Jolyne, debido al juego de las atrapadas que tuvo contra el rubio minutos antes.
–Señor Kujo, usted ama a mi papá Nori?...– El pequeño preguntó con aquella sutileza innata que tenía.
–... ¿Por qué la pregunta?
–Papá luce más feliz que cuando está con mi padre... usted lo hace feliz.– Giorno miró en dirección a Noriaki obsevándole reír junto a Jolyne. Después bajó la mirada a sus pequeños zapatos dudando si contarle al de pelo azabache lo que pasaba en su casa.–A veces… Padre golpea a papá Nori. Aunque siempre finge estar bien, yo sé que no lo está. Soy pequeño pero no tonto…– Aquellas esmeraldas se alzaron y le miraron llenas de determinación.– Si usted me promete cuidarlo… Yo dejaré que papá Nori se vaya con usted y con Jolyne.
Jotaro no pudo evitar sorprenderse por las palabras de ese mocoso y sin poder frenarlo una diminuta sonrisa adornó sus labios; con suavidad posó una de sus enormes manos sobre la cabellera rubia despeinándola levemente.– Yare, yare da ze… Prometo cuidar a Noriaki por ti, pero, qué harás tú? ¿No te sentirás solo si tomo a Noriaki?
–... Mi otro padre vive en Inglaterra y conociendo a Padre, tal vez nunca le mencionó de mi existencia. Creo que ya pasaron suficientes años… Me gustaría conocerlo.
–Ya veo, puedo ayudarte si lo necesitas. Viajo allá de vez en cuando por mi trabajo, podría investigar un poco.
–Eso sería de mucha ayuda señor Kujo… El nombre de mi padre es Jonathan Joestar, si lo encuentra, dígale que yo, Giorno Brando, quiere conocerlo... –El rubio bajó levemente la mirada.– Ya que soy su hijo… Aunque no sé si me acepte.
Grande fue el shock de Jotaro al enterarse de la ascendencia del pequeño, se obligó a recomponerse y del bolsillo de su pantalón sacó su móvil.–No será necesario que esperes mucho, lo conocí hace años, cuando hallaron restos arqueológicos bajo el océano y fue necesaria mi intervención para no dañar el ecosistema de ese lugar. Es un buen hombre… Te aceptará.– Dicho esto, Jotaro procedió buscar el contacto de Jonathan y marcarlo. Era increíble lo pequeño que podía ser el mundo.
El biólogo le dió el teléfono al pequeño, quién lo tomó con manos temblorosas, mientras escuchaba el tono de llamada. Al tercer tono la línea del otro lado fue contestada por una voz animada.–¿Hola? Jotaro, cuánto tiempo. ¿Qué puedo hacer por ti?–Giorno presionó un poco más fuerte el aparato antes de que su voz comenzara a salir algo temblorosa.
–M-mi n-nombre es Gio-Giorno B-Brando.
–¡Oh! Hola pequeño, ¿Cómo conseguiste este número?... Espera… ¿Dijiste Brando?– La animada voz de Jonathan paso a un tono serio.–¿Eres hijo de Dio?...
Por alguna razón los ojos esmeraldas de Giorno se aguaron tratando de contener su llanto. Se forzó a tragarse el nudo que se le formó en la garganta y trató de seguir.– T-también eres mi… mi padre. Y-Yo quería c-conocerte…– Las lágrimas comenzaron a bajar lentamente por las mejillas de Giorno.– L-Lo siento…– Finalmente el llanto fue incontenible y comenzó a sollozar. Jotaro le abrazó con suavidad buscando calmar la tormenta de emociones que el pequeño rubio debía estar sintiendo.
–¿¡E-Eh!? N-No llores por favor. Giorno, lo siento, no llores. ¿¡Jotaro, estás ahí cierto?! Por favor contestame. ¿Esto no es una broma? ¡Jotaro!
El biólogo tomó el móvil y se lo pegó al oído.–¡Cállate de una vez! Eres un escandaloso…– Soltó un suspiro pesado antes de comenzar a explicarle a Jonathan lo que estaba ocurriendo y cómo es que había conocido a su hijo.
Confiaba en que Jonathan sabría resolver sus problemas de la mejor forma posible intentando no afectar al pequeño Giorno.
Así que no le sorprendió ver a Jonathan en Japón la semana siguiente dispuesto a hablar seriamente con Dio, mientras él y Noriaki se encargaban de cuidar a Jolyne y a Giorno.
–No entiendo papá Nori, por qué no puedo estar en la plática de mis padres.
–Son cosas de adultos… Además, las discusiones de Dio suelen ser más corporales, espero que Jonathan pueda llevarle el ritmo.
–¡Yo también puedo! ¡Puedo jugar todo el día sin cansarme!
–Nohoho-hoho.~ –Una carcajada abandonó los labios de Noriaki y Jotaro palmeó con suavidad la cabeza de Giorno.
–Cuando seas grande lo entenderás…
Fue lo último que comentó Jotaro antes de sentir como el pelirrojo se recargaba en su hombro con una coqueta sonrisa. Cuando sus ojos se encontraron Jotaro correspondió aquella sonrisa entrelazando suavemente sus manos.
–Oye papá…–La suave voz de Jolyne llamó su atención.– Si el señor Noriaki será también mi papá, entonces Giorno puede ser mi hermano?
Su hija había tomado la noticia mejor de lo que esperaba y eso le quitó un peso de encima, soltó un suspiro y acarició su mejilla con su mano libre.
– Yare, yare da ze…
F I N.
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🍒✨~Kakyoin month 2020 prompt~✨🍒
FanfictionSerie de One-shot dedicados a todo el periodo de Leo por el cumpleaños de nuestro bellísimo Cherry boy.~ ♥️🍒
1 1 .- S h i p p s
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