Arquero y Sanadora [Roma]

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Aquel era un amanecer brillante, rebosante de calidez en que Diana despertó para alcanzar a ver a Trivia emprender camino de regreso a sus tierras. Siendo esa una de sus noches, Diana había tenido la noche para desvelarse con tal de no terminar discutiendo en vano a las visiones que daba Morfeo, noche tras noche, pero le pareció por un momento que su prima, casi detiene su marcha al notarla y solo por eso, Diana se apresuró a subir a su carro y alcanzarla

-Buen día, Trivia- saludó sintiéndose extraña de referirse a ella con ese nombre, de todas, era con la que más le costaba aceptar su otra identidad es como si siempre fuera a ser Hécate para ella, pero el error de intentar decirle así en esta época ya lo había cometido y no lo volvería a hacer- ¿ocurre algo? Destellas misterio- insistió en hablar cuando no obtuvo de regreso el saludo

-Me sorprendió verte aquí- reconoció con simpleza- pensé que estarías con él- explicó y la frialdad de la luna cubrió a Diana- ¿no te habías dado cuenta?- sonrió con burla y desdén- te lo adelanto, ha regresado, hace poco, aunque tuvo que ascender como mortal, aún lo es, por si te sirve de algo el dato, lo será hasta que acuda a Zeus y le regrese su divinidad- añadió ligeramente divertida como para que Diana alcanzara a ofenderse a la idea que le divirtiera algo así, era de su hermano de quien hablaba y no iba a permitir tal osadía, ni aunque se tratara de ella

-No le encuentro gracia no ha sido fácil esta vez, yo misma he velado su odisea y temido incluso por su vida, sabiendo lo tensa que es su relación con la muerte no fueron pocas las veces en que tuvo que huirle estando mortal- reprendió reacia a permitir la burla que igual siguió en el rostro de la bruja como si supiera todos los secretos del cosmos como para destellarle la mirada cuando Diana misma admitió haber velado su estadía entre los mortales

-No me mires así, solo me divierte la idea de volver a ser dios por tan poco tiempo... tiene que ser desesperante querer huir de esto y siempre verte obligado a regresar- contempló casi con pesar pese a que Diana le negó- ¿Cuánto crees que tarde en volverse mortal de nuevo? Deberías ser la hermana mayor que eres y velar por su estadía, Diana, a este paso, serás hermana de un mortal, tu hermano se está cansando de ser dios, busca a toda costa estar entre mortales, ¿no lo has notado?- dudó y azotó las riendas para que aceleraran dando por finalizada esa conversación- por ahora, me despido pequeña lunita... tú tienes otro lugar a dónde ir y yo debo regresar esto a nuestra señora- despidió alzando la mano antes de retomar camino- salúdale de mi parte cuando lo veas

Y deteniendo la marcha, Diana se quedó viendo la sombra de la luna alejarse rápidamente, procesando las palabras de Hécate, helándose y temblando por momentos cuando intentaba imaginar a Febo del todo en tierra, porque sabía que tenía razón, de bajar del todo, de poder escoger, jamás volvería, le perdería, le perdería irremediablemente y con él, el lugar entero también se remecería, demasiadas cosas dependían de él como para verse constantemente castigado, pero jamás exiliado por velar por la humanidad...

Y aun así, ella seguía ahí, mirando la nada, jurándose no ir, pero la tercera vez que se dijo a sí misma que le daba lo mismo que hubiese ido, azotó las riendas y emprendió camino, sintiendo el palpito en su pecho, cada vez más acelerado, extrañándole más de lo que se permitía o admitiría alguna vez, como para alcanzar a detenerse frente a su templo, exhalando aliviada de verlo de verdad iluminado, su señor había regresado y el templo mismo parecía celebrarlo rebosante de brillo

Quiso entrar inmediatamente, pero se detuvo, seguramente las musas en su sitio ya habrían abierto los ojos y en el monte Parnasso estuvieran celebrando su regreso al saberse de nuevo inspiradas o prepararan ya una caravana para llegar con él o tal vez, ya estaban ahí, esperándole y recibiéndole, contemplo estrujando las riendas a la sola idea, pero no se escuchaba el bullicio del lugar, ni el graznido de los cisnes que siempre había cuando ellas venían con él y de repente el Olimpo se teñía de alegría, así que su hermano estaba aún solo, entendió y temió por igual

Apolo y Artemisa: Una vida contigo [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora