Capítulo XXII (No me gusta jugar así)

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—Sí...  Cuando terminemos, llevaremos todo al auto —contestó. 

Asentí y comencé a caminar afuera de la habitación, él fue atrás mío, luego de cerrar la puerta. Llegamos al ascensor y entramos.

—¿Iremos al mismo lugar que ayer? —lo miré. 

Su camisa estaba arremangada hasta los codos dejando ver sus tatuajes, mordí mis labios inconscientemente.

"No seas tonta, no te dejes engañar"

—Es hermoso —pensé y desvié mi mirada avergonzada. 

—No, desayunarás en la sección de humanos. —sacó mi collar de su bolsillo y me lo puso tapando la mordida —¿Debo estar detrás de ti? 

Rodé los ojos algo molesta.

—Solo me olvidé. —bufé.

—¿Qué se te dio por usar escote? —quiso saber, mirándome.

—No le importa —finalicé.

Cuando él abrió su boca para decir algo, las puertas del ascensor se abrieron y salí rápidamente. 

Caminamos hasta la sección del desayuno y había una mesa llena de frutas, galletas, bebidas, comida y todo lo que se imagine. Sonreí emocionada, al fin comida normal donde no debía buscar si algo era comestible para mí o no. 

El señor Juliann se sentó en una mesa a esperarme y yo comencé a servirme. Creo que agarré un poco de todo, llevando una gran bandeja hasta la mesa. 

—¿Todo eso? ¿Qué es toda esa mezcla de comida? —él me miró extrañado y yo solo lo ignoré.

Me senté en la mesa y comencé a desayunar mientras veía por la gran ventana la ciudad y sus inmensos edificios. Me tranquilicé al saber que el día estaría perfecto y que muchos de mis planes podrían hacerse realidad. 

Él hizo un gesto algo molesto al sentir el Sol, por lo tanto, sacó sus lentes y se los puso.

Definitivamente era el hombre más sexy que conocí en toda mi vida, ¿Acaso hacía esto a propósito?

Moví la cabeza para sacar esos pensamientos y seguí desayunando.

—Alma, hoy estaremos hasta la tarde en la ciudad, luego hay que comenzar el viaje hasta el castillo —comentó

Asentí. ¿Qué podríamos hacer hoy? Durante el desayuno pensé en todo lo que se podría hacer hoy, y me decidí por ir al parque de diversiones.

Le conté la idea al señor Juliann y él negó rápidamente.

—No te alcanzará el día —señaló —y odio los parques de diversiones.

—¡Que aburrido eres! —me crucé de brazos —¿Podrías dejar de odiar todo?

—No soy aburrido, pienso que allí es donde más ruido hay —se excusó.

—¿Piensas que en la ciudad no hay ruido? —lo miré molesta —vamos a ir, alcance el día o no.

—Está bien —dijo serio.

Mi vampiro favorito (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now