Capítulo VII (Oportunidades)

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P.O.V. Alma:

Aún sentada en mi cama, mi mente solo repetía una y otra vez lo que había sucedido hace unas horas. Ahora estaba encerrada en mi habitación mirando hacia el techo y escuchando como los árboles se movían por el viento. 

El silbido de los pinos a lo lejos me daban cierta tranquilidad y seguridad de que al menos seguía estando viva. 

Suspiré profundamente, recordando todo lo que una niña de mi edad puede hacer, pero que en mi caso, yo no podía cumplir ninguna de esas cosas. 

Estos días de verano estaban muy fríos, las piletas en el jardín del castillo eran muy frecuentadas, pero el señor Juliann no quería que vaya porque habían muchos hombres. 

Bufé molesta, ¿Qué tienen que ver los hombres? 

El castillo tenía muchas instalaciones de entretenimiento y cosas para hacer, y jamás pude ir allí, no podía disfrutar mi propio "hogar". Lukas me contaba que hay fiestas por las noches donde todos bailan, hay un bar donde todos se reúnen a conversar y a conocerse... ¡Tantas cosas que me estaba perdiendo! 

Me recosté en la cama y cerré los ojos. 

¿Qué pretende él? Es muy controlador y no hace nada más que enojarse y regañarme, aparte de casi morderme y matarme hace unas horas. 

Crucé mis brazos ¡Ni siquiera conocía la gran ciudad! Era la única maldita humana aquí. 

Ojalá pudiera irme por lo menos un día y conocerla... 

—Alma... ¿Quieres ver a Joaquín? —Anastasia dijo desde el otro lado de la puerta  ―Él quiere saber cómo estás.

Abrí mis ojos rápidamente al escuchar su pregunta y me levanté rápidamente, para abrir la puerta y encontrármela con su traje típico de mucama.  

—Él está en la habitación cruzando el pasillo, no descansa allí, pero está recostado para recuperarse y quería traerlo cerca así no cruzas el castillo con tu herida. —Me agarró la mano y me acompañó hacia la habitación. 

Anastasia abrió la puerta dejando ver a Joaquín recostado sobre una cama, tenía algunas vendas en su rostro y su cuello estaba violeta de los moretones. 

Corrí hacia él y lo abracé. Comencé a llorar al verlo lastimado, todo esto fue mi culpa.

Él correspondió mi abrazo y acarició mi cabello.

—No llores... No es para tanto —murmuró —nosotros nos recuperamos rápido —rió leve

—Lo siento Joaquín... Soy una idiota. ―Sollocé ―No debí responderle al señor Juliann así.

—Tranquila. —me separó y me hizo mirarlo —No ha sido para tanto, el amo fue gentil conmigo.

—Alma, ya todo ha pasado, ¿Si? Solo fue un momento tenso —Dijo Anastasia y se sentó en la cama. 

—Exacto, diría que la señorita Cristal me salvó un poco, lo suficiente para cansar al amo y hacer que se detenga ―explicó Joaquín.

Bajé mi mirada, todavía algunas lágrimas bajaban por mis mejillas y mi corazón latía rápidamente, como si todavía la culpa me pesara.

—No nos gusta verte llorar... —Anastasia secó mis lágrimas y trató de tranquilizarme.

—Por lo menos no llora sangre —rió Joaquín levemente. 

—¿¡Sangre!? —Lo miré extrañada. 

—Los vampiros por lo general no lloramos, pero si algún día lo hacemos, no tenemos lágrimas, sino sangre —explicó —no somos de demostrar mucho afecto, menos abrazar a alguien, pero contigo es diferente. 

Mi vampiro favorito (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora