Capítulo XI (El exterior)

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P.O.V. Alma: 

Pude ver el Sol asomándose por el bosque, ayer me dormí apenas terminé de bañarme y no volví a despertar hasta que me dijeron que el señor Juliann me llevará a un lugar donde hay una bruja que quiere verme y hay que salir temprano. 

Bajé las escaleras un poco adormecida hasta la sala principal, la mañana estaba fría, entonces llevaba un gran saco violeta hasta las rodillas. Joaquín me esperaba en la sala, tenía una pequeña bolsa en su mano. 

—Buenos días, Alma. ¿Cómo te sientes hoy? —Joaquín me saludó.

—Bien... Quiero dormir—murmuré. 

Él se rió y me dio la bolsa que tenía en su mano.

—Anastasia me dijo que te diera esto, son unas galletas para el día, me alegra de que esta mañana estés mejor —sonrió.

Olí la bolsa y el aroma era delicioso, provocando un suspiro deleitado y que mi estómago rugiera hambriento. 

—Dile que gracias —agradecí y guardé la bolsa en mí mochila.

Unos pasos se escucharon bajando las escaleras, el señor Juliann llegaba a la sala. Llevaba un saco negro y largo, junto a su camisa y pantalón de vestir que siempre lo caracterizan. 

Joaquín abrió las puertas del castillo, una carroza esperaba fuera, en las puertas. 

Sonreí emocionada y corrí hasta la carroza.

—Señorita, primero debe entrar el amo... —exclamó Joaquín. 

Ya era tarde, estaba sentada dentro.

El señor Juliann solo suspiró e intercambió algunas palabras con Joaquín. 

Me asomé por la ventana y estaba el cochero. 

—Hola señor —saludé y le toqué el hombro.

Él volteó a verme y me miró serio. Al parecer tenía un mal día. 

—Hola —respondió cortante y volvió a voltearse, dándome la espalda.

Le saqué la lengua y le hice una mueca, ¿Qué se cree? 

Entró el señor Juliann, para luego cerrar las puertas.

Yo sonreí ansiosa mirando la escena, hacía años que no salía del castillo. 

La carroza comenzó a andar hacia las afueras del jardín y del territorio. Saludé desde la ventana a Joaquín que todavía estaba en la puerta, él respondió el saludo.

Cuando ya nos alejamos, dejé de saludar y me acomodé dentro de la carroza.

—¿Dónde vive la bruja? —Pregunté curiosa. 

—Ella vive pasando un pueblo, haremos una parte del camino en carroza y luego iremos en automóvil —dijo con una llave en su mano.

Abrí la boca sorprendida. 

—¿Por qué andamos en carroza por aquí? —quise saber. Me sentía como en el siglo XIX cuando solo había carrozas de transportes.

—Porque los alrededores del castillo son muy difíciles de atravesar, los caminos son muy especiales y no están aptos para un automóvil, lo mismo sucede con los castillos de mis hermanos y el de mi padre, no cualquiera puede entrar —respondió. 

—¿Y por qué no arregla los caminos para que sea más fácil entrar? ¡Ah! ¿Puedo tener un celular?—hice varias preguntas. 

Si pasamos por un pueblo seguro que habrá muchas tiendas de tecnología, yo quería uno para poder descubrir todo lo que aporta. 

Mi vampiro favorito (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora