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Jungkook ni siquiera prestaba atención al tiempo, la estaba pasando bien simplemente acomodando libros en las extensas estanterías de aquella librería en la que trabajaba Jimin y viendo cómo el de cabellos rojos atendía a uno que otro cliente que necesitaba de recomendaciones o tenía la intención de comprar algo en específico antes de haber llegado al pequeño local lleno de libros.

La pareja de ancianos de la que Jimin le había hablado, quiénes eran dueños de la librería y café, habían sido muy atentos con el castaño y hasta le habían servido una taza de chocolate caliente. Con Jimin también habían sido muy atentos, más que atentos de hecho.

El príncipe rojo tenía razón. Aquellos ancianos lo amaban como a un hijo, se preocupaban por él y le cuidaban. Le daban todas las atenciones que merecía. Le besaban la frente y le preguntaban si se había cuidado del frío.

Sus padres nunca habían hecho algo así con él.

Agudizando su oído para prestar atención a las conversaciones de ciertos clientes, encontró más interesante sus vidas que la suya propia.

Escuchó a una chica decir que estudiaría medicina. ¿Elegir quién querías ser en un futuro? Eso sonaba genial para Jungkook, quién había nacido para ser obligado a ser un príncipe hasta el día de su muerte, pero él sólo quería patinar sobre el frío hielo. Escuchó a otra chica hablar sobre su primera "cita" con el chico que le gustaba. ¿Nada de matrimonios arreglados? Eso también sonaba como el cielo para Jeon Jungkook.

— Hey, príncipe Jungkook. ¿Todo bien por ahí? —la suave voz de Jimin le golpeó en los oídos placenteramente, y sintió la pequeña mano del príncipe rojo apoyarse con una suave delicadeza en su hombro.

— Me dijiste que sólo nos llamáramos por nuestros nombres aquí, Jimin Jiminssi. — Jungkook ladeó una leve sonrisa, tocando con la punta de su dedo, el dedo meñique de "Jiminssi" que estaba sobre su hombro, con una suave caricia.

— Claro, Jungkookssi. — respondió un divertido y sonrojado Jimin, estallando en carcajadas cuando Jeon volteó a verlo y ahora era él quién estaba sonrojado.

Se miraron fijamente.

Jimin se dio cuenta que nada era más tierno que un Jungkook rojo hasta las orejas, con los ojos muy abiertos y brillando intensamente.

— Estás demasiado rojo... Tú... Eres tan tierno y lindo. — Jimin empezó a reír nuevamente, extendiendo su mano para tocar suavemente por un instante las mejillas sonrojadas y calientes del príncipe Jungkook.

— Tú también estás muy, muy rojo. Como tu color de cabello. — Jungkook se rió tímidamente, estirando sus manos justo como lo había hecho Jimin segundos atrás, para así dirigirlas al rostro de aquel príncipe de cabellos rojos.

La sonrisa de Jimin desapareció al sentir el lento, suave, despacio y desgarrador contacto de los dedos de Jeon en sus mejillas.

Ambos guardaron silencio pero sus respiraciones se volvieron pesadas.

Jimin se apoyó en la caricia de Jungkook.

Se miraron a los ojos sin pausa alguna, dejando atrás aquella librería llena de polvo y perdiéndose en la mirada contraria hasta quedar sin aliento.

— Eres adorable. — sonriendo aún con timidez, Jungkook retiró sus manos de las mejillas de Jimin, pensando que tal vez podría incomodarle.

Pero Jimin sonrió ampliamente, viéndose completamente en paz a su lado.

— Estaba pensando... — comenzó a hablar Jimin en una voz frágil, todavía sonrojado —. Es tu primer y único día aquí en la ciudad, Jungkook. Deberíamos hacer algo más que sólo alinear libros, ¿sabes? No creo que te quieras pasar todo el día trabajando cuando estás en un lugar tan increíble como este. Digo, yo podría pedir el resto del día libre. Así que tú y yo podríamos ir a tener una aventura, hacer algo divertido. No quiero que pienses "Oh, este idiota me trajo hasta aquí para que haga todo este trabajo por él". Porque no es así... Sabes, yo jamás había compartido este lugar con nadie. Pero sólo te vi y sentí que podía confiar en ti. Y realmente quería compartir mi secreto contigo... Entonces...

SIN CORAZÓN 無情: KOOKMINWhere stories live. Discover now