6. Tubería al corazón

13.8K 3.7K 1.3K
                                    

—Pásame otra dona, Kansas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Pásame otra dona, Kansas.

Mi amiga obedece, pero el orgásmico producto de panadería es retenido por la policía de la comida: Harriet.

—Ya te comiste cinco y esta noche duermes en mi casa. ¿Cuál es tu nivel de frustración? Porque necesito saber qué tan necesario es poner en riesgo las tuberías de mi baño.

Le lanzo una mirada que le basta de respuesta. Le quita la dona a Kansas y la extiende a mi boca. Doy un mordisco.

—Odio tener sentimientos, quiero ser una puerta —digo con la boca llena.

Cuando trago, Kansas ya sostiene otra dona, pero esta es de glaseado en lugar de chocolate. Intercalo mordiscos entre la que sostiene ella y la de Harriet por un rato. Mis manos siguen enterradas en mi cabello y mis codos apoyados sobre la mesa.

—Creo que todos somos puertas de alguna forma. —Se encoge de hombros la castaña—. Nos abrimos, nos cerramos y a veces nos trabamos y no sabemos si cuando nos destrabemos terminaremos cerrándonos o abriéndonos.

—En resumen, estás trabada. —Me mira Harriet.

—¿Y cómo me destrabo? Porque cuando una puerta no funciona, la pateo, pero no veo forma de patear mi propio trasero. No soy tan flexible... —Estiro el cuello y sorbo de la pajita de mi malteada—. ¿Sabían que el músculo más flexible del cuerpo está en la lengua? Es el lingual superior.

Mis amigas intercambian una mirada entre desconcertadas y preocupadas.

—¿Qué? Es necesario para mi carrera.

Kansas niega con la cabeza porque tiendo a irme de tema.

—Jamie, quiero que seas sincera. Cuando Chase toca la puerta, ¿finges que no estás en casa porque no quieres atenderlo o corres para al menos echarle un vistazo a través del cerrojo? Más allá de si decides abrirle o no.

Inhalo hondo.

—Lo segundo, maldita sea.

—Entonces tu puerta no está tan trabada después de todo. Solo necesita un empujón para abrirse por completo —concluye Harriet con una sonrisa ladeada.

Asiento.

Me pongo de pie.

Tomo mi bolso.

—Empaquen las donas que sobraron. Nos vamos de Blair's Place —decido—. Hablaré con Timberg, pero primero debemos hacer una parada en casa de Harriet.

Tengo tuberías que reventar. No fue buena idea mezclar tantas donas con tantas malteadas.

Mierda.

Literalmente mierda.

Ley del mapacheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora