Capítulo 23: El veredicto

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>>Dar con un asesino concreto fue como buscar una aguja en un pajar, porque el Señor Mundo supo exactamente a qué gallinas encerrar en este galpón. Todos aquí son potenciales culpables, a excepción mía. Todos estábamos donde debíamos estar mientras asesinaban al señor Blackwood. Todo salió a la perfección. Lo que aún me pregunto es por qué, si todo había salido de las mil maravillas, el Señor Mundo decidió jugar este juego para que lo descubriera.

—Es porque el tal Señor Mundo está igual de desquiciado    a Blackwood —alegó el señor Quon Ming —. Ambos están cortados con la misma tijera, no tengo duda de ello.

—Para desentrañar el nombre del Señor mundo tuve que valerme de todo —sostuvo Claire —, no solo de lo que ustedes me contaron, y eso me permitió descifrar que tenía una obsesión con los dioses griegos.

>>Zeus, señor del rayo, rey del Olimpo y dios de dioses no podía representar a ningún otro que no fuese el señor Blackwood, un multimillonario todopoderoso que parecía no tener rival ni temer a nada ni nadie, pero que terminó asesinado, y esto tiene una explicación. El Señor Mundo tiene un complejo de superioridad, un egocentrismo tan grande que no soportaba que nadie fuese mejor que él, pero que a su vez lo hacía sentirse como un ser único, alguien destinado a algo mucho más grande, alguien destinado a hacer justicia, un auténtico dios. Sin embargo, como cualquier dios se debía a la justicia divina encargada de balancear las inequidades de la vida, en este caso impuestas por Henry Preston Blackwood. Por eso el Señor Mundo tenía que ser alguien ajeno al mundo del asesinado, alguien que estuviese sobre él, sus acciones y las víctimas de esta, pero que a la vez pudiese saberlo todo y entenderlo. Lo anterior me llevó a deducir que el señor Blackwood nunca supo siquiera el nombre de su asesino, incluso no sabía de quien se trataba cuando vio su cara al momento en que le propinó el golpe que le arrebató la vida.

>>Más tarde aparecen en escena todos los demás dioses, que son víctimas del despiadado Zeus que hace y deshace a su voluntad y que necesitan a alguien que los auxilie. Primero está Hera, la esposa de Zeus, diosa de la familia y el matrimonio, que representa a Dahlia Blackwood, víctima de la violencia y el maltrato tanto físico como verbal de su esposo, que no tuvo otra opción que encontrar el refugio en los brazos de Hasin Bharat Mhaiskar, quien representa a Hermes, el mensajero de los dioses, encargado de cumplir los deseos de otros a cualquier costo, y también dios de la retórica con la cual calma a cualquiera. Por otro lado, está Hestia, la diosa que evita disputas, jamás va a la guerra y promulga el correcto orden de las cosas y que a su vez coincide con María Paz Anaya Villareal, la monja de compasión infinita, destrozada por un traumático momento en su vida causado, en parte, por el señor Blackwood. En el tablero entran después Deméter o en nuestro caso Amelia Elizabeth Wilde, quien da a luz en situaciones adversas, pero que repentinamente termina amando a su hija Perséfone más que a cualquier cosa en el mundo, dispuesta a hacer lo que sea por ella. Perséfone en este caso sería Harmony, la hija. Deméter o Amelia tuvieron varios consortes, entre ellos Poseidón, quien es una alegoría de Quon Ming, hermano en los negocios del señor Blackwood, pero siempre escondido bajo su sombra, que además termina abandonado por Deméter. Sin embargo, Perséfone o Harmony no está aquí en el Olimpo porque pasa el invierno en el inframundo, alejada de su madre. Después está Artemisa, diosa de la caza y el tiro con arco, representada por Olenka Vadimovna Komarova, la diputada que lucha a muerte por lo que cree le pertenece, siempre da en el blanco, pero que termina bajo el yugo del poderoso Zeus. Bruna Palmeiro Arantes es Afrodita, bella como ella sola, pero incomprendida en el romance y apartada de sus amores muchas veces debido a la adversidad. Ares es el coronel Emilio Jacobo Santodomingo Borrás, experto en la guerra y enfocado en matar, en derramar sangre y también un retrato de la masculinidad y la virilidad. Selin Akkuş es Dionisio, dios del vino y la diversión, ambos enfocados en el derroche y el éxtasis, y ajenos al resto del mundo, incluso ante la despiadada muerte de su padre, ocasionada por el señor Blackwood. Pietro di Marco Bartolini es Apolo, el dios de la luz, el sol y el conocimiento, muchas veces asesor de Zeus. También está Hefesto o Lars Schlüter, quien usa el martillo, cava y ama el fuego, una alegoría a su profesión de arqueólogo e historiador. Yo vendría siendo Atenea, siempre sabia y controlada, y, por último... Tadashi Kurida —dijo Claire al tiempo que le dirigía la mirada, igual que el resto de personas —quien representa a Hades, dios del inframundo y el mayor enemigo de Zeus, envidioso de su éxito y su poder, o a quien también podemos conocer por otro nombre... —Claire tragó saliva —el Señor Mundo.

Olympo en PenumbraWhere stories live. Discover now