28. Si hay que saber algo, que sea la verdad

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Me paso la tarde en sus caricias, no necesitamos salir de aquella habitación para entretenernos. Puedo pasar horas acariciándole el cabello, besando sus hombros, sus labios, riendo por las cosquillas de sus manos traviesas, probando cómo es cuando nuestros cuerpos se tocan ahora que estamos vinculados. Y es que en la calma después de hacer el amor se siente un poco más intenso, como si vibrara al contacto con su piel. Es simplemente maravilloso. Y claro, tomamos un baño juntos porque no me quiero despegar de su lado y nos turnamos para lavarnos el cabello y aunque me avergüenza me ayuda a limpiarme por dentro. Luego mi cabeza queda un desastre al usar el secador del hotel. Cuando era niño mi cabello era más manejable y liso pero a medida que crecía se volvió más ondulado. Si lo secaba bien mis ondas cenizas se veían muy bonitas, pero con demasiada presión quedaba hecho un desastre. Jun se ríe, me besa, me dice que de cualquier modo soy hermoso.

Él es lo más hermoso del mundo.

Por la noche él usa su tableta para comprar pasajes de vuelta a casa. Al día siguiente hay un bus que nos puede llevar de regreso, sale cerca del medio día así que llegaríamos el mismo viernes pero muy de noche. Luego de comprar los pasajes llamamos a casa, hablamos con papá y dada pero no les contamos del vínculo, esas cosas es mejor decirlas en persona. Solo les contamos que estamos bien, felices y a qué hora viajaremos el día siguiente. Así que por la mañana dejamos el hotel y aprovechamos de visitar un poco la ciudad y buscar un regalo de cumpleaños para Len ya que el suyo está a la vuelta de la esquina y aún no le conseguíamos nada. Al final le conseguimos un bonito collar con relicario en forma de corazón donde dentro se pueden poner dos fotos. No es el cumpleaños de los gemelos pero puede que protesten si no les llevamos nada así que les compramos unos masticables de maní y chocolate artesanales que solo se consiguen en esta ciudad y que son muy recomendados. Al medio día conseguimos sándwiches y galletas para el viaje y terminamos sentados uno junto al otro en el bus. Cuando vine a buscarlo el asiento a mi lado estaba vacío, era genial regresar con ese asiento ocupado por su sonrisa.

Sus dedos se entrelazaron a los míos y por una buena parte del viaje lo escuché hablarme de su impresión de las universidades, de las cosas que le llamaron la atención. Lo cierto es que parecía que ninguna universidad lo había convencido del todo y que los cursos eran algo básicos. Estoy seguro de que solo él pensó algo como aquello, porque era demasiado listo, puede que hubiese empezado la carrera del aprendizaje años más tarde que otros, pero eso no lo hacía menos listo, solo lo había animado a correr con más ganas para terminar adelantándose a todos. Me preguntó también de Mars con una calma impresionante, no necesitaba estar alterado, porque lo había escogido a él, pero aun así sorprendía su tranquilidad.

Así que le conté. Le hablé de sus estudios de medicina, de que era bueno cuidando niños, le conté mis impresiones de él y le expliqué que sentía que era alguien muy triste, que se había estado castigando a sí mismo todo este tiempo, no solo por el error que cometió conmigo sino por ser quien era. Le conté cómo parecía no sentirse suficiente para sí mismo, como se sentía inferior a su hermano pero al mismo tiempo lo amaba de una forma increíble, como buscarme en realidad parecía haber sido impulsado solo por las ganas de ayudarlo a él. Jun escuchó con atención, asentía a ratos, comprendiendo.

―No creo que sea una mala persona, solo se equivocó ―el sol se estaba escondiendo a través de la ventana del bus―, realmente espero que llegue a ser feliz y que él o Ignis cambien las cosas en su clan ―Jun asiente, su mano está en mi cabello, lo peina hacia atrás, mueve sus dedos entre él, me acaricia despacio.

―Eso sería lo mejor, nadie debería vivir comparándose o sintiéndose menos ―me alegra que lo piense. Ciertamente nuestros padres nunca nos habían hecho aquello. Y hubiese sido fácil, abrumarnos para tener las mismas calificaciones y rigor académico que Len, sacar en cara que no era tan bueno en deportes como los gemelos o tan listo como Jun. Pero nunca lo habían hecho, tampoco a ellos les habían reprochado no saber de música. Nos habían enseñado a celebrar nuestras diferencias, a comprender que no seríamos buenos para todo y que cada uno podía ser mejor o peor en algo. O sea, dada sí nos exigía que al menos nos esforzáramos con las notas y no dejáramos de lado las clases, pero fuera de eso, nos permitía enfocarnos en nuestras áreas de interés―. Zhirayr solía decirme que yo era más especial que los demás, que era puro y por eso no se juntaban conmigo o que no era digno de cruzarme con ellos ―no es la primera vez que escucho de ello, me duele el cansancio en su voz, me duele recordar al niño que había sido y ahora que estamos vinculados lo siento aún más, sus sentimientos en mi piel. Me apego un poco más a él y le dejo un beso en el hombro, la mejilla, en sus labios.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now