6. ¿Y qué ocurre con mi «felices para siempre»?

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Creo que muy pocas personas están totalmente enteras o totalmente rotas, creo que hay cosas que nos van marcando, armando partes nuevas dentro de nosotros o rompiéndolas, pequeños pedazos de nuestra alma que se crean y destruyen; hay personas que tienen más partes rotas, otras que tienen solo pequeños daños... y creo, que si te destrozan lo suficiente, si rompen suficientes partes de ti, si rompen las partes más importantes, pueden llegar a quebrarte, cercenar tu centro hasta hacerte pedazos. Creo que la gente que abandona esta vida es porque ha sido quebrada de tal modo que ya no puede recomponerse, porque no hay un centro que pueda empezar siquiera ese trabajo.

No es mi caso.

Mis padres habían construido un alma fuerte, me habían bañado en amor, me habían cimentado con dulzura y confianza; yo tenía heridas en mi alma, como cuando habían insultado a mi dada en el colegio por ser omega y vi la tristeza oculta en sus ojos; como cuando me di cuenta que yo también lo sería; como cuando varios compañeros dejaron de hablarme al saber que era omega... pero mi centro estaba entero, la mayor parte de mí se mantenía intacta, de pie.

Ahora me caía de rodillas.

Su rechazo me había inmovilizado, había quebrado mis piernas para impedirme caminar, me sentía roto, desgarrado como nunca lo había estado, mis tristezas infantiles no eran nada como lo que sentía en este momento. De pronto me encontré demasiado adulto, porque mi dolor no estaba acorde a mi edad, porque estaba dividido entre el niño que quería gritar sin escuchar razones, decirle que me mirara solo a mí... y el muchacho que entendía que yo nunca fui lo que él planeó, porque quería una vida distinta. Quería escaparme de esta tristeza, pero no podía, tenía que sentir cada punzada, cada pedazo dentro de mí que se estaba resquebrajando a cada segundo que pasaba... ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que pudiera moverme de nuevo? ¿Podría volver a estar entero? Sabía que me reconstruiría, que algún día volvería a armarme, aun si en este momento me parecía demasiado doloroso o imposible, comprendía que esto pasaría. Pero también que nunca volvería a ser el mismo, que cuando te rompen de este modo y reúnes las piezas que quedan de ti, lo que reconstruyes nunca es igual a lo que tuviste antes y comprenderlo no alivia el quebranto.

Lo que se rompe no siempre es reversible, una vez experimentado el dolor no puedes des-experimentarlo, lo vivido está allí para siempre. Y mi dolor... mi dolor quema dentro de mis entrañas, mi dolor arde como el verano que me llenó las fauces al olerlo, pero se ha vuelto un calor húmedo, de aquellos que te dejan sin respiración, como la fiebre que te provoca sudar frío. Me tiemblan las manos, mis ojos están cansados por la falta de costumbre de derramarse de este modo.

¿Quién es él?

―Mars ―se lo digo porque es Selene, porque es mi hermana mayor, porque la conozco lo suficiente como para saber que tiene la terquedad de papá y la constancia de dada, nunca dejaría de insistir hasta que lo soltara y porque confío en que, si se lo pido, no dirá nada. Su expresión se transforma, pasa del pasmo a la rabia.

―Me estás jodiendo ―no tengo que negar con la cabeza cuando ella sigue hablando― ¿otro lobo puro? ¿Y dices que te rechazó? ¿A TI? ―su voz comienza a elevarse, bajo la vista y se me escapa un suspiro tembloroso, ella sigue hablando― ¡Cómo pudo, si eres precioso! ―el amor que me tenía era inmenso.

―En la primera reunión ―me cuesta hablar, me duele la garganta, la siento cerrada, como si tuviera que arrancar las palabras desde dentro, como si mis cuerdas vocales estuvieran apretándolas y no las quisieran soltar para dejarlas salir―, me contó de una chica, Adhara, creo que se conocen desde niños... en ese entonces ―cierro los ojos, me tiembla la barbilla, necesito fuerza para decirlo, porque cuando lo diga en voz alta se volverá demasiado real―, en ese entonces me dijo que ella le gustaba, que quería que fuera su destino, pero que aun si no lo era... se quedaría a su lado y hoy... cuando nos vimos ―podía verlo tan claro, la imagen de su forma de lobo rechazándome nunca se iría de mi mente―, nos reconocimos pero él negó... y no volvió a verme.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now