9. La noche de los corazones rotos

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Jae

El lugar es un caos. La lluvia nos está empapando a todos pero a nadie le importa. Es el peor ambiente para seguir un rastro, el agua hacía que se perdieran los olores, entorpecía cualquier intento de búsqueda. Má, V, Abu, todos iban llegando con otras manadas que habían conseguido que nos apoyaran. Hablan a la vez, nos juntamos en el centro de reunión. Hace mucho tiempo que no siento un frío como este, creo que no me había sentido así de helado desde mi época de humano, pero el frío que siento no tiene que ver con mi temperatura corporal o la tormenta, sino con el pedazo de calor que faltaba en mi vida por la ausencia de Rhea.

―Necesito ir ―Len estaba mirando a su padre que apretaba los labios―, tengo que ir a buscarlo, enloqueceré si me quedo aquí mientras espero que lleguen los demás para ir por él ―sabía que tenía que dejarla marchar, que ella, Atlas y Themis nunca nos perdonarían a nosotros (o a sí mismos) si no los dejábamos salir a buscar a su hermano, entendía que Arny no quería que se marcharan y perderlos de vista como había ocurrido con Rhea, yo también deseaba guardarlos. Ojalá pudiera meterlos a todos de nuevo a mi vientre donde sabía que estarían seguros, pero eso les haría daño.

―V ―busqué a mi cuñado con la mirada, no estaba lejos, mi voz lo hizo voltear y se acercó a nosotros― ¿Vas con los miembros del clan que reclutaste?

―Sí ―miré a Arny y luego a mis hijos.

―Que ellos partan ahora, sabemos que hay un grupo que tiene que revisar el terreno cerca de la casa y tratar de encontrar un rastro, V y Len son los mejores para seguirlos ―mi esposo no parecía contento, pero asintió, miró a su hermano, los separaban diez años de distancia, pero V era ya un adulto.

―Cuida de ellos ―V asintió y Len me miró.

―Si hay un rastro lo encontraré.

―Sé que lo harás ―miré a mis empapados tesoros.

―Vamos a encontrar a Rhea, dada ―Themis se veía determinado, Atlas era un manojo de preocupación.

―Quiero ir ya ―urgía y asentí.

―Vayan.

―No se separen ―les advirtió Arny y ellos cambiaron a su forma de lobos a dos patas, V buscó a su grupo, tomó una prenda de ropa de Rhea, se las dio a ellos y luego echaron a correr.

Montaña y Desierto aún no llegaban, pero teníamos que esperar que arribaran para salir a buscar, porque habían hablado con nosotros, lo correcto era que nosotros acompañáramos a sus grupos. Mi cuerpo me pedía salir a por Rhea, la lluvia no dejaba de caer, la tormenta parecía querer burlarse de nosotros. Apreté la mano de Arny, tenía que estar bien, nuestro cachorro, tenía que estarlo. Había hecho muchísimas cosas dolorosas en mi vida, repartir la ropa que él había traído entre los grupos de búsqueda había subido rápidamente al número uno de la lista. Desierto se marchó con Arny y yo me marcharía con Gael y los suyos. Dalia no saldría a buscar, no porque no quisiera, sino para coordinar los grupos de búsqueda que regresaran y distribuir la información que recolectaran.

Gael dirigía a los suyos y yo los acompañaba, buscando en cada paso que dábamos el aroma de mi hijo, cualquier detalle que me diera señales de él. Aun en sus formas de lobos podía notar su cansancio, el de todos. No éramos los únicos que habían viajado hasta aquí, todos habían volado a la isla, habían tenido días largos y agotadores, yo también, pero no sentía el cansancio, no creía ser capaz de sentir nada más que energía hasta que mi hijo no regresara... pero su agotamiento era real, y aun así nadie se quejaba, todos estaban con nosotros, buscando sin parar. Tendría que agradecerlo cuando mi hijo volviera.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin