Capítulo 31: Vacío inexplicable

1 0 0
                                    

Mi mente permanecía en otro lugar, aun recordando los ojos verdes de Embrace cuando me miró a los ojos dentro del vehículo. Me había pedido que me concentrara, que lo hiciera por él, y no había podido. No fui lo suficientemente fuerte como para resistir al ataque. Él comenzó a debilitarse y no pudo recuperarse luego, para el momento en que ataqué a la Demonio, él ya estaba sin vida.

Fue tarde.

Tarde fue mi decisión, tarde fue mi elección, tarde fue mi intento por salvar el terrible error que fue dejar a Embrace. Nunca debí haberlo dejado, él era mi verdadero amor, el equilibrio que necesitaba mi vida para ser plena, cómoda y feliz. Él fue quien me enseñó a amar de verdad, sinceramente. Con él supe lo que era sentirse amada y protegida de corazón, corazón que sí tenía y que un día me lo había otorgado, y que otro día decidí quebrarlo.

Y todo por mi irracional amor hacia Demetrius, esa criatura fría y sin corazón, posesiva y egoísta, que sólo trajo a mis días sufrimiento y agonía.

¡Cuán equivocada había estado!

Mi corazón apenas latía y mis pulmones tenían muy poco oxígeno, ni siquiera tenía fuerzas para respirar...

—¿Y ahora qué hacemos, Shilana?— me preguntó Ámbar.

... Mucho menos para hablar.

Por suerte no hizo falta porque en el camino nos encontramos con Demetrius. Él salió corriendo a mi búsqueda y me abrazó fuertemente, yo, en cambio, permanecí inmóvil.

—¿Qué sucede?— preguntó al notarme en ese estado.

Observé como su mirada vio a las dos nuevas Humanas que me acompañaban y pude percibir como sus ojos se asombraron al darse cuenta de quién faltaba.

—¿Qué pasó?— preguntó Demetrius aunque no se estaba dirigiendo hacia mí.

Ámbar estaba más que sorprendida al verlo. Además de ser una criatura sumamente intimidante, era de la misma especie que antes nos había atacado.

—Nos atacaron. El chico murió— contestó con temblor en su voz.

Demetrius volvió su mirada hacia mí e inexplicablemente volvió a abrazarme con fuerza, como consolándome.

Hasta ahí había llegado.

Lo último que sentí fueron lágrimas sobre mi rostro, luego una oscuridad me cubrió.

Necesito que te concentres, por mí, hazlo por mí

Esas palabras rondaban mi cabeza una y otra vez, atacaban incluso a mi subconsciente, gritaban cada letra, entonaban con desesperación cada palabra, me hundía cada vez que escuchaba esa frase.

Esa frase fue la última que escuché de los labios de Embrace, que ni siquiera las había escuchado, simplemente las había leído de sus labios. Él quería vivir y me había pedido ayuda para hacerlo, yo, en cambio, no pude complacerlo. No fui lo suficientemente fuerte como para ayudarlo a sobrevivir al ataque de la Demonio. No pude.

Y lo había matado.

No me importaba lo que nadie más pudiera decirme, ya me imaginaba las frases de consuelo e intento de lavar culpas, pero yo sabía en mi interior que era la culpable de la muerte de Embrace.

Cada uno de mis pasos lo llevaron al estado en el que ahora se encontraba: su debilidad por mí, su intento de protección, nuestro fracasado matrimonio, mi traición, mis mentiras, mis confusiones, mi abandono... Era una situación que no podía aceptar aún, no me podía hacer la idea en mi cabeza de que él estuviera muerto.

Eterna debilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora