Capítulo 7: Objetivo: la aldea Jenko

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A Bástian se le ocurrió volver a nuestro campamento con las Infernas para poder organizar a los seguidores. Lo autoricé a hacerlo porque a pesar de que todo me estaba saliendo bien, no debía descuidar mi imagen.

Comencé a caminar con Xerxes hacia la aldea Jenko, Krauss era fiel a mi padre pero no había jurado lealtad hacia mí y la alianza con ella era muy importante. Así como los insulsos Ángeles tenían algo de poder sobre mi aldea, yo debía buscar mis propios aliados.

—¿Qué sucede, Xerxes? Estoy con poco humor— le dije de mala manera al ver su mirada recelosa,

—¿Piensas dejar a tu Demonio sin ningún tipo de protección?— me preguntó de manera despectiva,

—No tiene fuerzas para volar, no se va a ir a ningún lado, y Amanda no puede salir por sí sola de mi casa. No corremos peligro. Y empieza a hacerte a la idea que cuando recupere el mando, Demetrius estará a mi lado, así que cambia el tono cuando hablas de él— le dije,

—Puedo cambiar mi forma de hablar, hasta puedo callarme mis consejos, pero nunca voy a erradicar de mí esta sensación que tengo. Demetrius significará tu caída si sigues dándole ese lugar tan importante—,

—No seas tan melodramático, Xerxes. Demetrius es importante porque los Demonios son pensados en pareja, los aldeanos no reconocerán a una reina de manera individual, me verán vulnerable. Lo mejor es darles lo que ellos creen que es lo mejor, y eso es Demetrius y yo juntos— le contesté,

—Vos y yo sabemos que Demetrius es más que eso—.

No le permití hablar más, levanté mi mano en señal de silencio y continué caminando el sendero que nos guiaba a nuestro próximo objetivo. A pesar de no querer decirlo en vos alta, tenía que asumirlo, ese Demonio era más que una pantalla para el resto de los aldeanos.

¿Cómo explicar lo que significa Demetrius para mí?

Esa criatura tiene algo en la mirada, algo en su forma de ser que me atrajo desde el primer momento que lo vi, aún recuerdo ese día como si hubiese sido ayer...

La altura de Demetrius superaba a la de cualquier demonio promedio. Su presencia en el campo de batalla intimidaba a cualquiera. Sus alas cuando estaban desplegadas, eran capaces de ocultar el haz de la luna. Tenía una mirada furiosa y decidida.

Aquella noche estaba parado en el campo de batalla, preparado para recibir órdenes de su padre y dirigir el grupo de caza. Era alguien distinto y especial. Mi padre me dijo que si aceptaba la especie de los Demonios de la Noche debía de buscar una pareja y hacer que la conexión pareciera natural. Con la unión, me explicó, íbamos a poder ser capaces de comunicarnos vía pensamientos, también ver y escuchar por los ojos y oídos de nuestra pareja. Esos poderes sólo pueden darse entre ellos y traspasarse a sus hijos. Él era quien debía de ser mi pareja, él y nadie más... Por eso fingí la conexión e hice que fuera más que natural, extraordinaria, para generar en él expectativas, para convertirlo en lo que debía ser a mi lado.

Pero alguien se interpuso en el camino.

Aun no entiendo cómo, no puedo ver la relación, pero la aparición del Ángel Shilana en la existencia de Demetrius lo cambió y temo que sea para siempre...

—Llegamos— me dijo Xerxes.

Efectivamente nos encontrábamos en las puertas de la aldea Jenko, y como toda aldea, las mismas estaban custodiadas por los mejores guerreros, por ese mismo motivo me sorprendió ver entre ellos a una criatura femenina. No es común verlas ocupando cargos considerados violentos.

—Bienvenidos a Jenko. ¿Cuáles son sus necesidades?— dijo con voz fuerte y severa la femenina.

Esa frase se escuchaba siempre que otra criatura intentaba cruzar las puertas de una aldea que no era la suya. Lo más común era ingresar en ella para generar algún tipo de intercambio, Negocios Externos como suelen llamarlos algunos, muy pocas veces eran para dirigirse exclusivamente con el mandatario superior.

Eterna debilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora