Lo que hacemos en las sombras.

Antes de salir el sol.

En sus constantes viajes entre reinos el campamento era obra de todos. Se dividían las tareas tan simples como hacer la fogata, buscar hierbas, hacer las tiendas, revisar perímetro, sin embargo, la vigilancia nocturna era siempre dividida entre tres personas: Aragorn, Legolas y Gimli. 

Nadie nunca se preguntó exactamente por qué siempre se ofrecían a hacerla, pero ellos jamás aceptaban a alguien más dentro de sus guardias y los demás estaban bien con ello, a medio día paraban nuevamente y mientras los hobbits tomaban su almuerzo ellos dormían un poco. Según habían escuchado, la primera guardia siempre era tomada por Gimli, después por Legolas y al último por Aragorn, sin embargo, antes de salir el sol, ellos tres tenían listo un ligero desayuno y se encontraban radiantes.

En algún momento durante su viaje, Boromir despertó al escuchar como alguien bostezó fuera de su tienda, después un "quédate quieto", reconoció esa voz como la de Legolas. Salió de entre las mantas calientes tallando su ojo derecho, sus pies descalzos no hicieron ruido sobre el frío césped y la tienda solo requirió de un ligero empujón con su mano para dejarlo salir. Se estiró alzando la mirada al cielo, aún no estaba claro, un olor delicioso llegó hasta su nariz y supo que su guardia de noche ya había preparado el desayuno; cuando giró la mirada hacia donde escuchó la voz, tuvo que aguantar una risa. 

Frodo fue el siguiente en despertar. Los primeros rayos del sol entraron en su tienda molestando sus ojos, se arrastró fuera y lo primero que vio, tuvo que jurar jamás mencionarlo. Gimli estaba sentado trenzando su larga barba, detrás de él, Legolas le trenzaba el cabello, enseguida Aragorn manipulaba el largo cabello de Legolas, lo tiraba suavemente hacia atrás para hacer su característico peinado y detrás de él, Boromir desenredaba con sus dedos el cabello de Aragorn.