11. Tiempo

13 1 0
                                    

La primavera ya salpicaba la ciudad aunque el aire fresco que venía desde la cordillera hacía que se sintiera aún el invierno. Pero eso no era impedimento para que el festival que, según Víctor, se hacía cada año en la ciudad se realizara.

—¿Te parece ir al festival este fin de semana? —preguntó Víctor—. Necesitas despejar un poco.

—Suena bien.

—Buena respuesta. Te escribo y paso por vos, ¿te parece?

—Me parece bien —sonrío—. Debo irme, debo seguir practicando.

—Suerte amigo. Te veo mañana.

Me acerco a mi madre quien está esperándome en el auto. Desde donde estoy puedo verla hablar por teléfono, un tanto indignada, y a Zhoue en su sillita comiendo un chocolate. O bueno... el resto de este de entre sus dedos.

Abro la puerta de copiloto y me acomodo.

—Hola cariño, ¿cómo te fue? —cuestionó mamá finalizando la llamada y poniendo en marcha el auto.

—Un poco mejor que ayer.

—Eso suena bien.

El trayecto a casa fue silencioso, incluso Zhoue se había dormido en su sitio.

Si ella estuviera con nosotros, esto no sucedería. Con ella alrededor nunca había silencio. No teníamos necesidad de callar.

Un nudo en mi garganta comenzó a formarse, deseo estar de una vez en casa y encerrarme hasta la hora de la cena.

•••

Los sonido de los platillos retumbaban dentro de las cuatro paredes que no oí cuando ella tocó para ingresar.

—Estoy tan orgullosa de ti, Basti.

La miro y una débil sonrisa se dibuja en mis labios.

—Siempre lo has dicho.

—No me refiero a esto —señala todo el cuarto—. Sino a que estás creciendo. Mírate, te presentarás a una audición, que si hace unos meses atrás se te presentaba la oportunidad la habrías rechazado. Algo está cambiando, y ese cambio sos vos.

—Hace unos meses no tenía la fuerza para hacerlo. Ahora quiero intentarlo. Fue una promesa, ¿recuerdas?

—Lo sé, y eso hace que esté aún más orgullosa de ti —confesó y sus ojos adoptaron un brillo especial.

—Yo también lo estoy de vos. Ya sabes...

—Sí. ¿Acaso olvidaste que yo lo sé todo? —cuestionó.

—Jamás podría. De los dos, tu siempre serás la arrogante, cosas que no cambian ni con el tiempo —bromeo.

—No. Ni con la distancia —susurró.

Por Siempre, Tyra ©Where stories live. Discover now