Segundas oportunidades.

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-No debo rendirme ante sus encantos...no. Una vez más no. Pero esto...ya va contra mío, es algo que ya me supera. Todo lo que él tiene, posee, es un atractivo y un imán que impide que me aleje. Sea como sea, no debo caer en sus brazos- Pensaba Macarena, mirando de reojo al chico que se encontraba a su lado.

Cualquiera que tuviera cerca a un chico tan atractivo y talentoso, hubiera cedido ante sus atributos sin dudarlo dos veces ni cuestionárselo ni menos pelear contra sus deseos internos. Pero ella era demasiado orgullosa y quizás rencorosa. El joven que se encontraba a su lado, hermoso de piel y perfil, altura promedio y con perfectos rulos color castaño en su cabeza, estaba preparando un picnic de manera muy simple, pero quizás muy romántico a la vez. Puso en el verde y suave pasto un mantel de cuadritos morados pequeñitos, sobre él una pequeña canasta, que incluía un vino blanco- muy dulce debido a sus características de Late Harvest- chocolate, fruta y lo más tentador para ella,arándanos. Sí, arándanos. Amaba aquellas frutitas pequeñas de color morado, pero que debido a la oscuridad de la noche, se tornaban negras.Se podía sentir la humedad de la laguna subiendo por aquellos montículos que la rodeaban, pero ese vino ayudaba bastante a mitigar el frío, al igual que la gran chaqueta que ahora él ponía en los hombros de ella.

El joven tomó entre sus dedos unas cuantas frutitas y mientras se las introducía lentamente en su boca la miraba en forma coqueta, tratando que cada movimiento la cautivara. Pero cada cosa que hacía él, era ignorado por la chica.

-No puede ser... ¿Acaso ya la perdí?...sé que fui un tonto pero ya me di cuenta que es ella a quien amo- Pensaba Jerry. 

La joven tragó un poco de vino y sintió cómo este recorría por su garganta, causándole un pequeño calor, pero que se alivianaba con el dulzor del mismo. Tomó uno de los arándanos y comenzó a pensar. Lo miraba como si tratara de buscarle una imperfección o algo más allá de las marcas en la cascara. Antes de echárselo a su boca, antes de abrirla,giró su cabeza y miró al joven que tenía a su lado, quien ahora le ofrecía una cálida sonrisa, al tiempo que achicaba un poco sus ojos a causa de tal acción.

-Jerry- dijo mirándolo fijamente y lanzando por su boca de manera brusca un poco de aire. Esto no funcionará conmigo, así que no te esfuerces.

-¿No podrías olvidar aquello y ya?- le respondió él inclinándose un poco hacia ella- si más que mal...esto paso hace un año.

-Lo sé...pero puede que lo vuelvas a hacer, caer en esa tentación e irte con otra- le dijo echándose los arándanos a la boca.

Por cada mordida que le daba a esas frutitas, sentía como explotaban en su boca, dejando escapar un jugo semi-amargo que recorrían su lengua y encías. La joven volvió su mirada ala laguna y recordó como hace un año él le rompió el corazón. Recordó cuando ella se le declaró y él de forma tortuosa le dijo "espérame te diré cuando me aclare" y al siguiente día sale sonriendo de la universidad, tomado de la mano de una de sus compañeras, alta, rubia artificial- como decía ella- y baja de estatura que le obligaba a usar tacones altos para poder alcanzar a Jerry. A él se le veía feliz y al momento que se encontraron los tres, cara a cara, apenas él la miro y besó frente a ella, a quien fuese en ese instante su nueva novia. Es por esto que ella era rencorosa y orgullosa, o sea razones sobraban. A pesar de ello, Macarena se contradecía al cien por ciento. No quería que él se enterara que aún lo amaba y que a pesar de todo lo sucedido, aún seguía enamorada de él, tanto así que estaba dispuesta a perdonarlo. Pero debía ser fuerte y esperar que él se arriesgara y tirara "toda la carne a la parrilla" por ella,y según ella, lo estaba logrando.

-Macarena, mírame- le dijo Jerry quien ahora estaba acercándose cada vez más a ella- Sé que te hice mal y fui un estúpido, pero créeme, ahora en este mundo no hay nadie que te ame tanto como yo. Lo reconozco mil veces, fui un imbécil y solo me dejé llevar por tratar de ser el chico popular y genial, pero no me sirvió de nada, solo conseguí un vacío gigante y la culpabilidad de cometer el error más grande de mi vida...-hizo una pausa y tomó la barbilla de la joven. La miró directo a sus ojos café y continuó- Dejarte ir. 

Los ojos de Macarena ahora brillaban. Estaba casi petrificada. Aunque esperaba eso como respuesta o declaración, estaba sin habla. Sintió como un pequeño calor recorrió sus mejillas y de seguro que si fuera de día, Jerry hubiera notado que aquella chica se sonrojaba. 

Jerry delicadamente apartó un mechón de cabello que caía sobre la cara de la joven y le sonrió. Antes de que hiciera algo y se acercara más a ella, Macarena sin aviso alguno, se sacó la chaqueta y puso de pie, dirigiéndose rápidamente hacia la laguna.

-¡Hey Maca, espérame!... ¡Por favor dime algo no te vayas así!- Dijo Jerry levantándose de inmediato del suelo y comenzó a correr tras ella.

-Déjame pensar un momento....te responderé cuando me aclare- le dijo sin voltear al momento de llegar a la orilla de la hermosa laguna.-No me hagas esto- le dijo llegando hasta ella y tomándola de su brazo- por favor, no debemos hacernos esto...Una vez más ambos se miraron. Jerry tenía cara de preocupación y angustia, parecía que lloraría en cualquier momento. Sí, en verdad la amaba y no quería perderla porque ahora no se lo perdonaría jamás. Macarena tenía con indiferencia total, quitó bruscamente su mirada dirigiéndola a la laguna. Jerry un poco dolido, metió sus manos al bolsillo y solo atinó a copiar la acción de la joven,mirar el reflejo de la luna llena en la laguna. Las pequeñas onditas ocasionadas por el leve viento de ese instante, hacía parecer que la luna se movía en el cielo, bailando al son de la música que- no muy lejos de allí- se escuchaba.

Pasaban los segundos que parecían minutos y los minutos que parecían horas. Macarena comenzó a dar pequeños saltos debido al frío que empezaba a recorrer su cuerpo. ¿Qué haría ahora? ¿Marcharse a buscar lo que no le pertenecía? esa chaqueta cálida y de exquisito olor, o ¿Lanzarse a los cálidos brazos de él? No, definitivamente no. No podía rendirse de esa manera, pero aun así como si se le hiciera agua a la boca, deseaba que ella tomara y la abrazara fuerte sin dejarla ir jamás. Jerry observó, cómo casi de manera enfermiza la muchacha trataba de tragarse aquel frío.Sin pensarlo dos veces y como si leyera la mente de aquella muchacha avanzó hacia ella y la abrazó fuertemente. Podía sentir como el helado cuerpo de la joven se entibiaba con el calor de su cálido abrazo.

-No pienso dejarte ir... Ni que te escapes de mí jamás- le susurró Jerry al oído. Macarena un poco dudosa, puso sus brazos en la espalda del joven y lo abrazó tan fuerte como él a ella.

-Eso espero- Le contestó un poco tímida y apoyando su frente en el hombro del chico- eso es lo que deseo. Jerry sin preguntarle ni pedir permiso, tomo el rostro de la joven delicadamente y le dio un tierno beso en la frente.

-Nunca más lo haría...por favor perdóname- le dijo suplicante mirándola a los ojos.La joven ya estaba perdida en esos hermosos ojos que resplandecían a la luz de la luna. El frío de su cuerpo desaparecía por completo y comenzó a sentirse cómoda entre aquellos brazos.

-Yo...- dijo apenas abriendo la boca- yo te perdono. 

Jerry rápidamente acortó la distancia que los separaba, posando delicadamente sus labios sobre los de la chica. Nuevamente los segundos se convertían en minutos y los minutos en horas. Macarena no podía estar más satisfecha y contenta. Sin reclamos le respondió el beso, mientras acariciaba los perfectos rulitos castaños de la cabeza de Jerry a la luz de la luna.


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