About sadness and misfortune

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Vivir sin confiar en nadie era triste, pero haber vivido una vida así y luego de la nada encontrar a alguien a quien no le interesen las apariencias y siga a tu lado para después perderlo, eso era la muerte.

Comenzaba a creer que eso es lo más cercano que experimentaría antes de finalmente morir en cualquier tipo de situación, vacío... y se sentía raro, se sentía mal, me sentía triste.

Sabía que Hange era importante en la legión pero no tenía idea de que también significara tanto para mi, no de esa forma por lo menos.

Estaba exhausto.

Tanto que ni siquiera tenía fuerzas para pelear con Nanaba, simplemente intercambiaba un breve movimiento de cabeza con ella al saber que mi turno de cuidar a Hange había terminado, levantándome silenciosamente de la silla donde reposaba y saliendo de la habitación rumbo a mi cuarto.

La limpieza no era algo importante por el momento, por eso mismo es que me encontraba algo sorprendido por el simple hecho de encontrar una fina capa de polvo sobre mi habitación, misma que no había sido limpiada desde hacía más de una semana.

Y estaba de más decir que aquello nunca sucedía.

Tome un baño, me vestí y baje a picotear la comida sobre mi plato como regularmente hacía, subí nuevamente y me recosté sobre mi cama.

Se sentía anormal, un leve escozor amenazaba con llenar mis ojos de lágrimas desde el momento en el que nos avisaron de cómo habían encontrado a mi compañera.

Era más que obvio que ella significaba mucho para mi, pero me negaba a mostrar debilidad ante una situación cómo está, después de todo alguien necesitaba mantener en pie a la idiota de su amiga, quien cada vez que me veía entrar a la habitación de Hange para el cambio de turno, se secaba disimuladamente los ojos.

Era terrible ver a una persona sin corazón como ella sufriendo por Hange, por lo que incluso de forma aleatoria me encontraba diciéndole que todo estaría bien, que le diéramos un poco más de tiempo.

¿Yo animando a Nanaba?, y ella aceptando dichas palabras de parte mía... seguramente una dimensión alterna se había abierto y ahora nos encontrábamos en ella porque ser amable el uno con el otro no era lo que llamaríamos nuestra especialidad.

Erwin se pasaba regularmente por su habitación para ver si había algún cambio, alguna señal o algo que demostrara que seguía con nosotros, bueno otra señal que no fuera su respiración.

Sin cambios, eran las palabras con las que Nanaba y yo siempre le recibíamos.

Aquello era desesperante de una forma que nunca antes había experimentado, quería salir corriendo y gritar que aquello que estaba sucediendo no era justo para ella, que ella era la única esperanza de la legión, que sin ella que caso tendría que siguiéramos siendo lo que ahora mismo éramos.

Y sin en cambio no hacía nada de aquello de salir corriendo, únicamente me limitaba a estar a su lado, acompañándola silenciosamente, sin rastro alguno de emociones, solamente me limitaba a observarla día a día sin más emoción que el verla despertar pronto.

Continuamente me encontraba preguntándome que había hecho mal, para que ella acabara así.

Erwin ya me había dicho que no tenía caso que me atormentara con ese tipo de pensamientos incluso sin tener que decirle nada, él parecía saberlo todo.

Y hablando de Erwin...

-¿Levi puedo pasar?.- preguntó al otro lado de la puerta.

-Hmm.- respondí.

-Levihan- OneShots en EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora