Shyness?

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A qué creían que nunca volvería a publicar nada aquí... ¿verdad?

¡Sorpresa!

—Cuatro ojos, el comandante cejas quiere

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—Cuatro ojos, el comandante cejas quiere...¿cuatro ojos? —pregunté a la nada.

Suspirando decidí entrar a ese asqueroso lugar de perdición y podredumbre que ella llamaba afectuosamente habitación, que asco.

Ni siquiera le ventana estaba abierta así que por un bien común y para evitar muertes prematuras decidí abrirla de par en par.

Recorrí el lugar con un gesto asqueado, y luego me percaté de un par de hojas en el piso del lugar por lo que me agaché con la intención de levantarlos para poder dejarlas sobre su empolvado escritorio cuando inesperadamente un grito me alertó.

—¡Te encontré maldito ladrón! —y enseguida alguien cayó encima de mi.

Y ahora me encontraba con las paginas aún entre las manos pero tendido completamente en el suelo, de esa forma fue como me recibió esa idiota, derribándome y sentándose sobre mi espalda.

—¿Se puede saber a quien le llamaste ladrón, sucia? —dije intentando amainar las malas palabras que amenazaban con salir de mi boca, bueno eso y la enorme tentación de lanzarla por los aires para quitármela de encima.

—¿Levi? —preguntó ante lo obvio.

—Me parece que sí —dije con sarcasmo—. Quítate de encima de una vez, no sabes que debes usar los lentes de forma regular —dije intentando aventarla de encima mío hacia un costado.

Al final lo conseguí, obligándola a deslizarse quedando de rodillas a un lado de mi cadera, me incorporé quedando sentado en aquel asqueroso suelo lleno de porquería a juzgar por aquellas manchas de un tono verde bastante repulsivo.

—Pero llevó puestos los lentes —mencionó algo confundida en respuesta a mi anterior comentario, mientras se acomodaba dicho objeto.

Negué mientras tocaba con mi dedo índice la punta de su nariz.

—Pues no habrías hecho lo que hiciste si pusieras más atención a lo que haces —dije dándole ligeros golpecitos en el mismo sitio donde estaba mi dedo.

Ella solo comenzó a reírse mientras de un salto se ponía de pie, tanta energía irradiando de una sola persona debería ser humanamente imposible.

Con un suspiro y sintiéndome un anciano por tener que manejar a un ser con tal energía diariamente me levante de aquel pútrido suelo, intentando sacudirme sin éxito el polvo y asquerosidades sobre las que había caído cuando esa loca se lanzó sobre mi.

—No es que me incomode que estés en mi habitación, eso ya lo sabes pero... me parece raro haberte encontrado aquí, así que... ¿A qué debo el honor?, ¿Necesitabas algo? —preguntó mirando al exterior de la habitación por la ventana abierta parecía confundida por haberla encontrado así.

-Levihan- OneShots en EdiciónOù les histoires vivent. Découvrez maintenant