Sour Candy [Kim Taehyung & Kim Jennie] TERMINADA

Epílogo

Taehyung caminaba por los extensos pasillos de aquel lugar, como tantas veces lo había echo, la diferencia es que esta vez no iba solo, su ahora novia, Jennie, sostenía su mano mientras ambos de dirigían al anfiteatro de la escuela, en su mano restante cargaba la guitarra que le había regalado hacía unos meses. La chica no llevaba su uniforme, al igual que el chico vestía con ropa casual, pues era fin de semana. Hoy sería su primer ensayo oficial con la banda, Taehyung había insistido en acompañarla, no podía a perderse esto por nada del mundo, además serviría de apoyo a la castaña, quién parecía estar muy nerviosa, demasiado a su parecer.

Jennie iba literalmente con la mirada perdida, como su estuviera en otro mundo, u otra galaxia tal vez.

— Hey, relájate, es solo un ensayo — Susurró el castaño apretando levemente la mano de la chica, quién al sentir aquel leve apretón pareció despertar del trance en el que estaba. Dirigió su mirada a su novio sonriéndole levemente y dejó escapar un leve suspiro.

— No puedo evitar estar nerviosa — Dijo mientras soltaba una risilla desviando su mirada nuevamente.

— Todo irá bien, ya verás, además no estarás sola.

La chica asintió rápidamente sonriendo a lo que Taehyung sonrió también, se detuvieron justo frente a la puerta del anfiteatro. La castaña soltó un leve suspiro, arregló un poco su cabello, ya que algunos mechones insistían en querer salirse de su lugar, y finalmente entró a aquel lugar. Taehyung se quedó observando a través de uno de los cristales que adornaba aquella puerta, él tendría que esperar fuera hasta que terminara el ensayo.

— ¡Rápido Park! — Una voz algo aguda lo hizo girar sobre sus talones, el chico no pudo evitar soltar una risa al ver aquella escena. Jimin y Rose se acercaban corriendo por aquellos pasillos, bueno, la pelirroja literalmente arrastraba al chico mientras sostenía su brazo.

Llegaron hasta donde estaba Taehyung, quién los observaba tratando de no reír pero su carcajada no tardó en aparecer al ver el estado de Jimin, parecía haber corrido un maratón de 10 horas. Apenas se detuvieron, el menor se apoyó sobre sus rodillas tratando de regular su respiración mientras Rose le arrebataba la guitarra de sus manos.

— ¿Ves? Sabía que llegaríamos tarde — Se quejó la chica y sin más, entró rápidamente por aquellas puertas. Rose también pertenecía a la banda, y al igual que Jennie, hoy era su primer ensayo.

— ¿Estás bien? — El castaño palmeó el hombro de su amigo riendo, Jimin de inmediato se irguió nuevamente llevando ambas manos a los costados de su cintura.

— ¡Yo no fuí quién pasó 3 horas escogiendo un vestido! — Exclamó señalando a la puerta una vez logró recuperar el aliento.

Taehyung volvió a reír mientras negaba con su cabeza y ambos chicos se dispusieron a caminar hacia el jardín del lugar para sentarse en una de las tantas bancas que allí habían. El ambiente parecía tan calmado en aquella escuela, muy diferente a los días entre semana, que no podías caminar dos pasos sin escuchar el bullicio de los alumnos conversado, o corriendo para no llegar tarde a clases.

El chico depositó la guitarra a un lado suyo en el césped para luego sentarse junto a su amigo soltando un leve suspiro mientras observaba el edificio con algo de tristeza, en unas semanas más terminaría oficialmente sus años en este lugar para iniciar ahora la universidad. Espera... ¿Guitarra? Hasta entonces notó que aún tenía la guitarra de Jennie consigo, se levantó rápidamente tomándola entre sus manos, maldiciendose internamente por ser tan despistado, y corrió hacia aquel anfiteatro nuevamente.

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La noche había caído en Seúl, Jennie se encontraba en su habitación, sentada en su cama cómodamente sosteniendo su guitarra mientras intentaba leer la partitura frente a ella. Sin embargo le estaba resultando más que difícil concentrarse en lo que hacía, su cabeza estaba en otra parte definitivamente, no había hablado con Taehyung desde la mañana, luego de que el chico la acompañara a casa se había esfumado y estaba comenzando a preocuparse ya. Soltando un leve suspiro cerró el cuaderno que yacía en el atril frente a ella y dejó su guitarra a un lado sobre la cama para tomar su celular nuevamente. Había perdido la cuenta de cuántas veces lo había revisado en los últimos 15 minutos.