—¡Jack!

—¡Vale!

Abrí el agua cálida y, en cuanto empezó a caer sobre nuestras cabezas, yo noté que se me quitaban las ganas de bromear. Un espasmo de dolor me cruzó el cuerpo y cerré los ojos, intentando aguantarme en la pared con una mano.

Jen apareció enseguida y me rodeó con sus brazos para sujetarme, acariciándome la espalda. Cuando abrí los ojos, vi que me miraba con una mueca preocupada.

—¿Quieres sentarte?

Negué con la cabeza. Ella me observó unos segundos más antes de comprobar que no iba a caerme y alcanzó el champú. Sonreí un poco cuando vi que tenía que ponerse de puntillas para llegarme bien a la cabeza. Y más cuando vi su mueca de concentración.

—Puedo hacerlo yo —murmuré.

—Cierra la boca y déjame cuidarte, Jack.

Al cabo de unos segundos de insistir, terminé cediendo y la verdad es que fue sorprendentemente relajante tener los dedos de Jen masajeándome con suavidad la cabeza. Me dolía todo el cuerpo, pero al menos eso ocultaba un poco el dolor. Era casi como un sedante.

Cuando vi que me aclaraba el pelo y ella se lo enjabonaba a toda velocidad, no pude evitar ofrecerme a hacérselo yo. Casi me tiró el jabón a la cabeza, diciendo que me centrara en no caerme.

Qué cariñosa era siempre Jen.

La parte de enjabonarme el cuerpo fue... bueno, más interesante.

La observé con una sonrisita cuando vi que empezaba con mucha confianza pero iba cambiando y su cara iba enrojeciendo a medida que se pegaba más y más a mí. Al final, vi que tragaba saliva con dificultad.

—¿Seguro que no quieres que vayamos a por el condón? —sugerí.

Ella se puso todavía más roja y se apartó de mí, murmurando que terminara yo. Puse los ojos en blanco y lo hice con una mano —sujetándome para no caerme con la otra— mientras ella se enjabonaba dándome la espalda.

En realidad, si lo que pretendía era que cambiara de opinión al darme la espalda... estaba consiguiendo lo contrario. Porque la visión de sus manos pequeñas enjabonándose las nalgas empezó a hacer que me hirviera la sangre.

Al final, no pude aguantarme y tiré de su brazo hacia mí, dándole la vuelta para que se acercara. Su cuerpo chocó con el mío, pero me dio igual y le sujeté la cabeza para besarla.

No la había besado desde que todo esto había empezado. Ya habían pasado unas cuantas semanas. Y... mierda, echaba de menos tocarla. Y besarla. Y todo lo que pudiera implicarla a ella.

Jen correspondió al beso enseguida y abrió la boca bajo la mía, envolviéndome con los brazos mientras el agua chocaba contra nuestras cabezas. Noté que un sonido de placer emergía de su garganta cuando bajé las manos por su espalda resbaladiza, caliente y suave y la agarré el culo con ambas manos para acercarla a mí y cortar cualquier tipo de distancia que pudiera haber entre nuestros cuerpos.

—Jack... —empezó, dudando, tan cerca de mi boca que sus labios rozaron los míos al hablar.

Intenté decir algo, pero al instante en que abrí la boca, un latigazo de dolor me recorrió el cráneo. Solté un sonido de protesta y me apoyé en la pared con el hombro. Jen cerró el agua enseguida, mirándome con los ojos muy abiertos.

—¡Te he dicho que no hicieras tonterías! —protestó, y se apresuró a salir de la ducha para ir a por las toallas.

Adiós, diversión.

Tres mesesWhere stories live. Discover now