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La alarma le despertó, maldijo para sus adentros y apagó el molesto aparato

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La alarma le despertó, maldijo para sus adentros y apagó el molesto aparato. Se levantó con más sueño que energía y como pudo se dirigió al baño de su habitación para darse una ducha. Minutos más tarde ya se encontraba listo para ir al trabajo, terminaba de peinarse cuando recibió un mensaje, rodó los ojos al leer lo que decía y salió de su apartamento. Se subió a su coche y sonrió al ver a su vecina lista para el trabajo.

—Buen día, Elsa. — saludó a aquella platinada, la chica rodó los ojos.

—Frosty — le dijo. — ¿Vamos primero por los cafés ? — la chica se subió en su auto como copiloto.

—Ya sabes que sí, preciosa...

—Ugh, odio que me digas así. ¿Y si mejor te callas?

—No lo haré y lo sabes, linda— ella miró por la ventana, era inútil discutir con el peli blanco, era como intentar razonar con una pared. Un par de minutos después pararon en un Starbucks, la platinada fue quien bajó del carro para pedir los tres cafés. Mientras, el albino pensaba en lo que se suponía que debía hacer... llevaba meses enamorado de su amiga y compañera de trabajo, pero ella era "anti-amor" y en su opinión, hacía hasta lo imposible por alejar a los hombres de ella; el destino estaba de su lado por permitir que ella le tuviera confianza y así conocerla mejor, sabía que no podía guardarse eso por más tiempo o explotaría.

—Abre ¿quieres? — la voz de la chica de sus sueños lo devolvió a la realidad y abrió la puerta del copiloto, tomando las bebidas para que ella pudiera sentarse sin problema alguno. — El chico de la caja se equivocó de vaso...

—¿Por qué lo dices? — ella le mostró el vaso de café con un número escrito y el chico se rio.

—Ni siquiera es bueno ligando, pobre. ¿Estás seguro de que quieres el vaso con su número?

—Tu café no me gusta, linda. Es muy dulce — ella rio.

—Me gusta endulzarme la vida...

—¿Te puedo llamar dulzura?

—No, Frost.

—Entonces no te la endulzas del todo — dijo y arrancó de nuevo para poder llegar al trabajo.

Elsa Arendelle y Jack Frost eran compañeros de trabajo desde hace unos dos años, eran criminalísticos y les gustaba lo que hacían.

—¿Sabes qué pasará con el caso de Rose y su hija? — preguntó Elsa.

—Quizá vayan a darle la custodia a la abuela de la niña... lo más seguro es que su madre vaya a prisión...

—No puedo creer que le hiciera algo como eso a su propia hija ¡¿qué clase de persona es ella?!

—Una que le importa más el dinero que la familia...

—Gente como ella no debería ser madre, esa niña no merece a esa mujer...

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